La propuesta espectacularde Torroja

EI proyecto para su construcción se presentó en diciembre de 1933 y no se concluyó hasta finales de 1935

La cúpula del mercado Ingeniero Torroja.
La cúpula del mercado Ingeniero Torroja.

02 de octubre 2011 - 01:00

El 26 de septiembre de 2001 la Dirección General de Bienes Culturales resolvió inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz dieciséis bienes inmuebles de la Arquitectura del Movimiento Moderno situados en distintos puntos de la geografía andaluza. Entre ellos destaca el espectacular mercado de abastos de Algeciras.

En Andalucía, el racionalismo tiene habitualmente un marcado carácter expresionista, pero no es sólo una cuestión estética, ya que la renovación y depuración tipológica va asociada a la funcionalidad y al uso de nuevos materiales como el hormigón. Este último caso es evidente en la espectacular propuesta del ingeniero Eduardo Torroja Minet para el mercado de Algeciras. Los 42 metros de diámetro del panteón romano no son ocasionalmente repetidos en la cubrición del mercado. Torroja reinterpreta la centralidad clásica con acierto mediante la utilización sin prejuicios de las nuevas técnicas, mediante la construcción de una membrana de hormigón armado de ocho centímetros de espesor. Como tantas veces ha ocurrido en la reciente historia de la arquitectura, la figura del ingeniero supone el impulso de la seguridad en las nuevas técnicas y la paralela adopción de un lenguaje formal vinculado a éstas. Ocupando la plaza de Nuestra Señora de la Palma, la membrana cubre un espacio rotundamente centralizado y único. En la clave de la cúpula se abre un lucernario formado por piezas de vidrio entre nervaduras de hormigón, que ilumina un conjunto de puestos distribuidos radialmente. La resolución del borde antes citada se consigue con la apertura de la membrana de revolución en ocho láminas que se levantan para dar paso a la luz perimetralmente.

Se consigue así una estructura limpia y diáfana que descansa exclusivamente en ocho puntos y gravita sobre un potente basamento de ladrillo visto. El lenguaje empleado por el ingeniero Eduardo Torroja y el arquitecto Manuel Sánchez Arcas mantiene esta concepción clara del proyecto, y así, en los puntos de apoyo se remarcan unos modernos capiteles que recogen las sinuosas curvas de la cubierta y la trasladan a la horizontal y estática pieza del basamento. El edifico está incluido en el Registro Docomomo Ibérico de Arquitectura del Movimiento Moderno, editado por la Fundación Mies Van der Rohe con la ficha número 121.

Este edificio tan especial sigue un estilo racionalista de clara expresión estructural. El proyecto para su construcción se presentó en diciembre de 1933 y la construcción se prolongó hasta finales de 1935. Unos años antes se habían publicado en España los proyectos recién terminados de los mercados de Leipzig y Basilea, ambos cubiertos con cúpulas nervadas de 65 y 60 metros de luz respectivamente, que mostraban las posibilidades de una planta central cubierta con una cúpula para realizar un mercado. Sobre la planta cuadrada de la plaza algecireña se planteó un proyecto en forma de octógono regular de 18,20 metros de lado, inscrito en las cuatro calles que delimitan el contorno. La entrada se efectúa por cuatro de las caras, opuestas dos lados formando dos calles ortogonales de circulación interior que se cruzan en el centro.

El Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico recoge que el planteamiento del proyecto es modesto. Estaba previsto para albergar 100 puestos de venta, de los que únicamente los 36 colocados adosados al muro del perímetro eran permanentes. Consistían en un recinto limitado por una malla metálica, con el muro perimetral contra el que se colocaban revestido de azulejos y un mostrador de piedra artificial. El resto de los puestos eran móviles y se desmontarían cada día. Por otra parte, no se proyectó cerramiento alguno, ya que se consideraba, que, una vez finalizada la jornada, los comerciantes recogían la mercancía y no se dejaba ningún material en el interior, quedando el recinto totalmente vado, que, por otra parte, facilitaba su limpieza.

El edificio consistía, por tanto, en una cubierta con la que proteger la instalación de un mercado temporal, y su interior era una sala totalmente diáfana, sin construcciones que interrumpiesen la percepción del espacio, en la que se situaban, a cubierto, unos sencillos puestos. Lo humilde de la construcción interior indica, sin duda, que realizar un proyecto económico era uno de los condicionantes de la propuesta. La obra se terminó en 1935 y se mantuvo, prácticamente sin obras de mantenimiento hasta 1996 en que un grupo de alumnos de la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Granada, coordinados por el profesor Gonzalo Rodríguez Tascon enviaron a la Junta de Andalucía un informe en el que solicitaban la inclusión del mercado de Algeciras en el Catálogo General del Patrimonio Histórico andaluz, promoviéndolo como bien de interés cultural. Las críticas vienen al hilo de la distribución de los puestos de grandes dimensiones que impiden la visión del espacio encerrado por la cúpula, modificando la obra inicial. Además los numerosos añadidos realizados de forma desordenada empobrecen el edificio.

El 11 de junio de 2008 para conmemorar el 75 aniversario del inicio de las obras José Antonio Torroja descubrió una placa. "En el año 1933 mi padre tuvo dos hijos, uno el mercado de Algeciras, que en dos años lo terminó, y otro yo mismo", dijo. El también ingeniero destacó que hablar de este mercado, obra mundialmente conocida en el ámbito de la Ingeniería, "es también hacer un reconocimiento al arquitecto Sánchez Arcas, íntimo amigo de mi padre".

Torroja recordó que aunque a veces se abandonan ciertos signos de identidad de las ciudades y se deja que el paso del tiempo termine por destruirlos, hace años se decidió rehabilitar la estructura del mercado en la que él mismo participó.

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