Abandonada, anegada y 'okupada'
infraestructura La maleza invade la parcela, donde también hay ropa y tiendas de campaña de personas que pernoctan allí
La obra de la nueva Jefatura de Policía Local, con una inversión de 3 millones, se encuentra totalmente paralizada. Ningún operario vigila o trabaja en el recinto. El agua se acumula en varias salas
Cosa de niños. Acceder al edificio de la futura Jefatura de Policía Local no resulta complicado. Para nada. Más bien, todo lo contrario. Es coser y cantar. Es fácil, simple, muy sencillo. La única verja que impide la entrada a la obra se halla derribada, a los pies de los viandantes. Y, a partir de dicho punto, tan sólo hace faltar bajar una pequeña rampa para encontrarse dentro del nuevo edificio. Ningún impedimento físico, ningún impedimento humano.
Este lugar debía convertirse en el centro de operaciones de las fuerzas de seguridad algecireñas. Así lo vendieron las autoridades locales (Ayuntamiento), provinciales (Diputación) y regionales (Junta), financiadoras de este proyecto (tal y como reza allí un cartel publicitario). Pero, ese objetivo, parece todavía demasiado distante. La obra de la Jefatura en San José Artesano se encuentra totalmente abandonada. En el recinto no trabaja ningún operario y el aspecto que presenta la parcela -y, por supuesto, también el interior del inmueble- comienza a ser intensamente desolador.
Inmensas salas anegadas por el agua (acumulada allí desde las últimas lluvias), restos de material de obra, extintores usados, maleza, carretillas, tuberías rotas y arrancadas de cuajo, ropa, tiendas de campaña, mantas y hasta un osito de peluche. Éste es parte del inventario que allí se encuentra, tanto en el exterior del enclave como en el interior. En total, un espacio de más de 5.600 metros cuadrados -repartidos en dos plantas y un semisótano-, donde se acumula cada vez más basura. Y todo esto a oscuras (tan sólo algunos rayos de sol se cuelan en el edificio), sin una sola luz que ilumine las grandes habitaciones. Evidentemente, de noche el inmueble se vuelve impenetrable para el ojo humano.
Una oscuridad que aprovechan accidentales okupas para pernoctar allí. Las pruebas sobreviven a su paso. En la zona exterior se apilan pantalones, camisetas y ropa interior. Y dos tiendas de campaña permanecen ocultas entre la maleza. Junto a estos utensilios se observan los restos de una pequeña hoguera.
Básicamente, el olvido se ha apoderado de la futura Jefatura. El paso y trabajo de los obreros tan sólo se intuye por la presencia de ladrillos apilados, carretillas destrozadas y paredes a medio levantar. Y, fuera, una oxidada grúa de enormes dimensiones reta al viento y a la meteorología. "¡Échale fotos! Un día va a caerse y matar a alguien", insta al periodista un vecino de la zona, mientras pasea por la calle colindante con un carrito de bebé.
Los primeros trabajos comenzaron a finales de 2007, con el adecentamiento de la parcela y el posterior inicio de las obras. Eso sí, las promesas empezaron mucho antes. En 2005 el entonces alcalde, Tomás Herrera, anunciaba la ubicación de la nueve sede policial en San José Artesano y aseguraba que la primera piedra se colocaría antes del segundo trimestre de 2006. A partir de ese momento, los retrasos adquirieron ya todo el protagonismo. Hasta septiembre de 2007 el primer edil no presentó oficialmente la iniciativa; subrayando que tendría un plazo de ejecución de 18 meses. Es decir, los efectivos de la Policía Local podrían disfrutar de la instalación en 2009.
Nueva fecha incumplida. Los paros en la construcción -por problemas con la adjudicataria- se repitieron en ese ejercicio y los representantes municipales hablaban de un nuevo plazo cada vez que se les preguntaba al respecto de esta inversión, de más 3 millones de euros (más 450.000 aprobados por el pleno en forma de expediente de modificación del crédito concedido para la obra). Ahora, pasados los años, vencidas las prórrogas; nadie se atreve a hablar de fechas, ya no se fija un horizonte. Mientras, cada día que transcurre, la Jefatura presenta un aspecto más sucio, más deteriorado, más olvidado y más embarrado. Nadie quiere mojarse los pies en este charco.
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