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"Ya no soy el párroco de Pescadores. ¿Por qué?". Esa es la pregunta que se hace Andrés Avelino. Hace un mes escaso, sostiene, que se enteró por la prensa. Se levantó una mañana, llamaron a la puerta y había una multitud de vecinos del barrio diciéndole que habían leído que ya no era el cura. "Querían ir a hablar con el Obispo", asiente el padre Andrés, como se le conoce.
Una misiva del Obispo de Cádiz y Ceuta le avisó que ya no era el párroco, la jubilación le ha llegado coincidiendo con una época en la que está convaleciente. "Me dio un poco de pena y coraje", reconoce. Ahora está un compañero gaditano al que aprecia a cargo de la parroquia, Juan José Galvín, que también está al frente de la iglesia de El Saladillo y que ya llevaba sustituyéndole desde hace unos meses por enfermedad.
Más de 70 años tiene el templo de Pescadores y más de 40 llevaba ejerciendo de párroco Avelino, que nació hace 75 años en Robredo de Sobresierra (Burgos), un pueblecito de Castilla y León. Pasó una Navidad última agridulce. Negativa por motivos de enfermedad, pero muy agradecido sin embargo por ver a la gente con él. Le operaron de colon, de una hernia y de una caída. Ha recibido un tratamiento de quimioterapia y ya puede decir que va "dominando la enfermedad". Esta difícil situación le llevó a plantearse qué hacer.
Siempre ha sido considerado de forma especial. "Sé que soy un cura atípico, no sé decir la misa como se dice normalmente porque para mí no es una carretilla, sino que es una mesa en la que siempre decimos algo muy bonito. La gente me ayuda, la hacemos todos. Creo que Jesús nunca dijo la misa en el templo sino entre la gente y con la gente".
"Nunca me he puesto la sotana, ni para decir misa, pero no porque sea absurdo sino porque me siento uno más, he hecho una opción que me ha dado la Iglesia, el poder consagrar y hacer presencia de lo que no es una presencia física sino espiritual".
Se siente muy querido y eso le anima en el desánimo. Pero lamenta que ya no puede ofrecer nada a la gente. Una idea tiene clara, tiene que salir de "aquí, pero no del barrio y la gente, sino de la parroquia, porque tiene derecho el otro cura a ser como es y a vivirlo bien, porque es una buena persona". No obstante, considera que lo oportuno y esperado es que vengan un día un párroco nombrado sólo para el barrio.
Ya no puede estar en la parroquia, pero no tiene fecha límite y su vinculación emocional es muy fuerte con Pescadores. Sigue echando una mano y más ahora, en época estival. Hay misas los sábados por la tarde y los domingos por la mañana y, a veces, se encarga de una de las dos al estar Galvín de vacaciones.
Los jueves desde hace muchos años reúne a un grupo de personas en torno a una mesa redonda y, por ahora, lo sigue haciendo. "Siempre desde que ingresé en el Seminario mi pensamiento era no tener parroquia sino estar en el mundo obrero". Ha bautizado a niños en casas y ha hecho la vida con la gente. "A veces me dicen que si no vas a misa estás en pecado. Vemos la misa como una obligación y no como una necesidad vital de un diálogo".
El padre Andrés cree que ha conseguido ser cura como se lo planteó al entonces obispo de Cádiz y Ceuta, Antonio Añoveros, del "mundo obrero". "Como esta gente, -en referencia a Pescadores- todos son obreros, aquí estaba más a gusto que nada". Los llamados sacerdotes obreros son aquellos católicos que se acercaron a la gente, especialmente influyentes en la época franquista y realizaban trabajos de baja cualificación. Como ejemplo Avelino recuerda con añoranza y complicidad sus épocas de peón de albañil en Algeciras o de pescador tras formarse en la Comandancia de Marina.
La Santísima III fue su primer barco. Pescaba al arrastre, iban a una venta en Canarias y otra en Algeciras. Los vecinos del barrio algecireño en el que hoy habita entonces eran en su mayoría pescadores, de ahí el nombre. "Había una movida muy bonita en esta parroquia porque era un barrio muy unido cuando llegué. Si venía uno fracasado le tenía la puerta abierta el vecino, esto ha cambiado mucho ahora porque la juventud es de otra manera".
Su padre fue capitán y comandante de la Guardia Civil, de Burgos se fueron a Logroño, luego a Galicia, Ponferrada, León y de ahí a Medina Sidonia. Cuando llegó al sur le decían "señorito". Su familia era muy religiosa y ahí optó por ingresar en el seminario. Estuvo en Salamanca y se ordenó para el mundo obrero con la condición de no dejar de ser cura nunca.
Se quedó en Algeciras al considerar que era una zona con necesidades tras el cierre de la frontera con Gibraltar. Más tarde tomó conciencia junto a sus feligreses de la urgencia humana del drama de los migrantes que llegaban en pateras. "De una mesa de Eucaristía dijimos que Jesús también venía en las pateras que vienen y la reacción fue genial". Los cuatro que tenían coche emprendieron el camino a ayudar a los migrantes, así empezó la labor de la casa de acogida La Esperanza, un símbolo del trabajo social que ha defendido Avelino a lo largo de su vida.
Seguirá por supuesto con la lucha obrera, "digo obrero porque el obrero es quien se lo curra", matiza. No le tiembla el pulso a la hora de dar su opinión: "Una persona no puede ser sumisa nunca, el dinero corrompe". Considera de hecho que el templo es patrimonio de la Iglesia, "pero a veces pienso que nos hemos pasado con las catedrales". Hay muchos ciudadanos que han visto en él una mano amiga. "Cuando alguien se entera que eres cura te mira de otra manera, pero cuando ya tienes una amistad te mira como persona. Acerté en venir a Pescadores". Ha crecido con la gente. Las puertas de este barrio estaban abiertas y todos se conocían.
Se encuentra en una difícil tesitura, pero siempre estará implicado, aunque sus fuerzas se debiliten. "Ellos me sienten que les siento y nos sentimos".
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