Sin ningún miedo a las drogas

Médicos de Urgencias del hospital Punta Europa alertan sobre las consecuencias que padecen los jóvenes por el consumo habitual y sin control · Denuncian el desconocimiento sobre sexualidad

Imagen de un joven dando una calada a un porro.
Imagen de un joven dando una calada a un porro.
David Lendínez / Algeciras

24 de noviembre 2008 - 01:00

Los médicos del servicio de Urgencias del hospital Punta Europa llevan advirtiendo en los últimos años que los menores hace tiempo que le han perdido el miedo a las drogas y que de la sexualidad andan algo perdidos. Cada dos por tres se encuentran arritmias cardíacas, problemas psicóticos, trastornos psiquiátricos y hasta de personalidad derivados del consumo de drogas. Fue el momento en el que decidieron que tenían que hacer algo. Fue el germen de las primeras jornadas educativas sobre drogas y salud sexual que tratan de ordenar conocimientos en los escolares y en sus padres. Han arrancado en el colegio de la Inmaculada.

Es una manera de poner un basta a un problema oculto de la sociedad. "Los jóvenes lo ven como algo habitual. No ven los porros como una droga. Hay una cierta permisividad", apunta la facultativa en Medicina Familiar y Comunitaria, Patricia Jarillo. Ella y su compañera Rocío Gil coordinan estas charlas. Explica que las consecuencias de las drogas ya no son anecdóticas o puntuales cuando llegan los fines de semana o la Nochevieja. "Este verano ha sido cada guardia que yo he tenido, bien por alcohol o drogas mezcladas". En verano un adolescente acabó con un infarto y no hace poco otro perdió la vida. Había ingerido alcohol y drogas. Entró a las ocho de la mañana por la puerta del hospital, pero fue demasiado tarde. Eso es lo que más frustra a los facultativos. Piensan para sí que el final hubiera sido distinto si hubiera tomado menos o si hubiera llegado antes.

Los especialistas se están encontrando con otro problema: las novedosas sustancias estupefacientes. "Hace poco me vino uno que no sabía lo que se había fumado y tenía una arritmia bestial. Tanto que con los fármacos habituales no se podía revertir. Se están tomando drogas que nuestro triaje habitual no lo detecta. Estamos frente a sustancias que no sabemos lo que son".

Las charlas tratan de poner un punto de cordura en la mente del adolescente, que sabe pero que no parece comprender. "Tienen mucha información, pero no tienen estructurados los conceptos. Parece que los adolescentes saben de todo y no saben o lo que saben no saben manejarlo. Queremos informar y que sepan por ejemplo que el alcohol afecta más en la mujer que en el hombre, que manejen conceptos como el de tolerancia y que con las drogas tengan un poquito de miedo. No lo tienen porque lo ven como algo habitual. La idea es que aprendan a beber, que no hagan piques porque es que llegan totalmente desplomados".

A los médicos que han decidido tomar partido (Patricia Jarillo, Rocío Gil, Elías Simón, Eva García, Enrique Bellido, José Antonio Martín-Arroyo, Jorge García, Eva Contreras y Jara Rodríguez) les extraña la manera en que han cambiado las cosas en demasiado poco tiempo. "A mí las drogas me daban pánico y no hace tanto que dejé esa edad". El salto cuantitativo lo ha generado el incremento del consumo del cannabis y de la cocaína. Eso si es cocaína, porque en muchas ocasiones la dosis es mínima y el resto es a saber qué. Dicen que incluso ellos lo pasan mal. Se encuentran a pacientes con ojos desorbitados e incluso con un semblante violento. "Y lo he visto un miércoles. Hemos tenido que llamar al psiquiatra para decir que hay un brote psicótico. Da miedo. Es un grave problema y los padres no saben de la misa la mitad".

Eso en cuanto a drogas, la sexualidad es otro mundo. A Jarillo le sorprende por ejemplo que las adolescentes no sientan ningún complejo a la hora de solicitar la píldora del día después. Todo lo contrario que a los adultos. "Lo usan como un método anticonceptivo cuando no lo es. Hemos tenido que poner a niñas en Asuntos Sociales y llamar a sus padres en reiteradas ocasiones. Tampoco tienen conocimiento".

Fue a partir de mayo de 2001 cuando la Junta de Andalucía decidó suministrar de manera gratuita esta píldora. "Ahí empezó nuestro problema, no por dispensarla, sino porque ellos (por las menores) han visto el cielo abierto. Nos preguntan sobre sus consecuencias a largo plazo si se toma de manera continuada. No sabemos lo que pasará, sí sabemos que son hormonas y que producen trastornos en su ciclo menstrual. Queremos informar que no son abortivas". La diferencia con las drogas es que una menor de 16 años puede acudir a un centro de salud, solicitar la pastilla y los padres puede que ni se enteren. También pone el grito en el cielo con los numerosas interrupciones voluntarias de embarazo, antes de las veinte semanas de gestación, que se practican. Se acuerda una niña de 15 años que ya acumula dos. Tras las jornadas, realizarán un estudio para analizar. "Si de 400 concienciamos a 4 yo ya me doy por satisfecha".

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