Capucine y su 'Tara Tari' ya están aquí
aventuras y un mensaje La asociación Watever investiga para desarrollar un material técnico creado con yute de Bangladesh
El puerto linense de Alcaidesa acoge en su varadero un pesquero con casco de fibra de yute y a su soñadora regatista. Juntos viven la aventura de navegar a vela desde Marsella hasta Miami
Llegó al puerto deportivo de Alcaidesa, en La Línea de la Concepción, en plena Semana Santa y desde entonces impresiona con su relato a todo el que la escucha. Capucine Trochet es de esas personas que uno se llevaría a casa para charlar tranquilamente y que explique las causas que le empujaron a embarcarse en un pequeño pesquero típico de Bangladesh de apenas nueve metros de eslora y dos de manga para surcar totalmente sola los mares que separan Marsella de Miami. Tara Tari se llama su barco, y su aventura, todo un ejemplo de que con muy poco también se pueden cumplir los sueños.
Capucine y su pequeño yate han llegado al Estrecho de Gibraltar después de cinco meses de viaje que tienen un objetivo: comprobar si la fibra de yute de Bangladesh con la que está fabricado el casco es tan fuerte como para apostar por este material como fibra técnica. Acompañada de lo justo para sobrevivir, mucho ánimo, cartas náuticas de papel, comida deshidratada y unos cuantos libros entre los que está el navegante francés Bernard Moitessier, El Alquimista de Paulo Coelho y otras aventuras de montaña -para cambiar de aires-, esta periodista de 30 años de Bretaña ha llegado al Estrecho de Gibraltar en la segunda etapa de la ruta del Tara Tari.
"Yo pensaba hacer la Mini Transat, que es una regata transatlántica con pequeños barcos, pero tuve problemas de salud y no me fue posible", contó Capucine. En ese tiempo llegó a La Ciotat, en Marsella, su amigo Corentin Chatelperron con el barco procedente de Bangladesh. Aquel aventurero debía volver para continuar con el proyecto del yute que promueve la asociación Watever, una vez comprobada la dureza del material, y encomendó el cuidado del pesquero a Capucine, que se comprometió a repararlo.
El trabajo le sirvió de terapia para recuperarse de una enfermedad en las articulaciones que aún hoy sigue siendo muy dolorosa y que entonces le impedía moverse con facilidad. "Pasé tres meses trabajando día y noche para que el barco pudiese navegar otra vez -contó la francesa en un perfecto español-, y decidí salir también de La Ciotat para continuar la ruta del Tara Tari".
"Queremos ir lo más lejos posible para seguir viendo cómo reacciona y cómo envejece el yute. También porque al navegar así, con una filosofía especial, sin electrónica, sin instrumentos, nada, permite mostrar a la gente que es posible cumplir sueños sin tener mucho dinero. Lo que estoy haciendo no es fácil, pero es mi sueño. Es una aventura", declaró la periodista.
El barco está en el varadero del puerto deportivo de Alcaidesa en La Línea, donde ella, poco a poco, está reparando una vía de agua provocada por la corrosión en algunas de las piezas metálicas que tiene el barco que provienen de mercantes ya jubilados. Dentro del casco está su casa y todas sus pertenencias, sus libros, su despensa, una pequeña bombona con la que calentar el agua que hidrata la comida y las herramientas. Todo está atado con cuerdas para evitar que el vaivén de las olas desordenen su vida.
La travesía no ha sido fácil, aunque no pierde la sonrisa al contar su hazaña particular en un Mediterráneo muy duro en invierno. Ha parado en cinco puertos desde que comenzó la travesía, que se frenó nada más partir en Marsella por un temporal. "La gente me decía: "nunca llegarás con ese barco" porque el Golfo de León es muy duro, pero me fui y en unos seis ó siete días ya estaba en Barcelona, sin parar, costeando", explicó Capucine, que rió al traducir el nombre del barco. "Tara Tari es el nombre del taller en Bangladesh y lo divertido es que significa rápido. Pero no es rápido porque vaya rápido, mi interpretación siempre es "Rápido, Tara Tari, que viene una tormenta, muévete", bromeó la francesa, que afirmó tenerle mucho cariño al bote. "La aventura la estoy viviendo aquí, es mi casa, mis amigos. Si tengo ganas de hablar pues le cuento cosas y luego pienso que si alguien me ve, dirá que estoy loca".
En Barcelona estuvo en Port Vell con su amiga Anna Corbella, la primera mujer española que dio la vuelta al mundo sin escalas. "De allí me intenté marchar pero me pilló una tormenta y tuve que volver. La primera tormenta es muy dura". Poco más tarde continuó hasta pasar el Delta del Ebro, Valencia, Alicante y el puerto almeriense de Garrucha hasta La Línea. "Bueno, hice un trozo por carretera porque intenté pasar seis veces el Cabo de Gata y no lo conseguí. Hay que saber cuándo una cosa se convierte en peligro y eso lo tengo bien claro".
Cada vez que llega a puerto, escribe a su familia explicando que está bien, actualiza su blog (whereistaratari.blogspot.com.es) y descansa, porque a bordo cuenta que sólo puede dormir en periodos de 10 minutos, para no perder la atención de barcos, temporales, boyas y piscifactorías que suele encontrar en su derrota.
Tiene previsto continuar su ruta a principios de la próxima semana. Desde Tarifa cruzará el Estrecho con el objetivo de alcanzar Canarias y luego Cabo Verde. Probablemente el próximo invierno se lance a cruzar el Atlántico hasta las Antillas francesas y Miami, el final de una ruta que emociona, motiva e interesa a quienes la conocen de siempre, a los amigos que hizo en el hospital durante su convalecencia y a los que ha encontrado en los distintos puertos de su ruta, que ya están entre sus seguidores.
"Lo mío no es nada impresionante a nivel deportivo, pero hacen falta aventuras para soñar y por eso creo que es importante que este pequeño barco siga navegando con este mensaje", contó Capucine, que siempre tuvo el sueño de navegar sola. "Para nosotros en Francia, este sitio, el Estrecho de Gibraltar es como una leyenda. Porque es duro para navegar y y además es el cambio al Atlántico. Estoy muy agradecida, la gente es muy buena con mi barco y conmigo y eso es muy importante, es lo más importante". Habrá que seguir su ruta.
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