Wicked | Crítica
Antes de que Dorothy llegara a Oz: la historia de Bruja Mala
leopoldo abadía. autor de best-sellers sobre la crisis
Leopoldo Abadía (Zaragoza, 1933) regresa a las tertulias y a las televisiones con un libro nuevo bajo el brazo, La economía en 365 preguntas (Espasa).
-¿En qué medida el estado de bienestar ha malacostumbrado al ciudadano?
-Vaya, cómo empezamos, ja, ja. Hay que tener clara una cosa: el estado de bienestar no es gratis. Y ese malacostumbramiento puede venir de pensar lo contrario y de que se tiene derecho a todo sin límite. Pero esos derechos implican unos gastos que se pagan en los Presupuestos Generales del Estado. Gastos que se compensan con unos ingresos que proceden de los impuestos. El problema viene en el momento en que hay menos dinero... Y hay quien dice: yo tenía derecho a una jubilación. Sí, pero es que no hay dinero. Y el ciudadano le pregunta al político por qué no hay dinero: ¿no será que se lo han gastado en tonterías? ¿Qué hay de aquella línea aérea que no servía para nada? El estado de bienestar me gusta mucho pero cuesta dinero, y entonces hay que exigir a los gobernantes que gasten de una manera racional.
-¿Cuándo podremos decir que hemos salido de esta situación?
-La salida de la crisis es un tema de largo recorrido. Estamos en un muy buen camino, pero esto no quiere decir que lo que falta no sea duro. En 2011 teníamos un déficit de 91.000 millones: somos una familia que había gastado 91.000 millones más de los que había ingresado, que es mucho. Y en el Tratado de Maastricht nos comprometimos a no tener un déficit mayor de 30.000 millones. De 2011 a 2012 bajamos 20.000 millones, que es una burrada y explica lo mal que lo hemos pasado en este tiempo, con subida de impuestos y recortes. Tenemos que bajar a 30.000 y nos han dado cuatro años. En 2017 el déficit tiene que estar equilibrado. Nos queda una época no tan dura como la que hemos pasado pero complicada. Tenemos una deuda equiparable casi al Producto Interior Bruto y algún día habrá que pensar en devolver esto, aunque hay quien piensa que lo que hay que hacer es endeudarse más, lo que nos lleva a más intereses, más déficit y más impuestos. ¿Cómo estamos pagando ahora la deuda? A base de más créditos. Eso se puede ir aguantando un tiempo pero algún día habrá que pensar en ir más allá. Tenemos por tanto dos frentes, de los cuales el más urgente es el déficit. Y esto nos lleva al tema de la austeridad, que para mí significa gastar con la cabeza. Y una cosa en la que hay que pensar es que si papá se ha comprado un Lamborghini y nos está diciendo que no hay dinero para comer, habrá que preguntarle qué pasa con el Lamborghini. Voy a exagerar: yo viajo mucho y no hay pueblo en España que no tenga un auditorio hecho por Moneo o Calatrava... Y hay unos aeropuertos que yo he visto por ahí... Y claro, luego no hay dinero para otras cosas. La austeridad me gusta, pero ojo, el burro a fuerza de no comer está cada vez más ágil pero un día se muere. Hay que combinar la austeridad con el crecimiento. Y aquí hay que saberse una cifra: la del número de desempleados según la Encuesta de Población Activa. Cuando haya dos trimestres seguidos en que esa cifra baje sustancialmente podremos decir que la cosa va bien. El empleo lo crean las empresas, y el crecimiento tiene que ir por la vía de las empresas. Yo creo que todo lo que se haga por ellas es poco. Y para ayudarlas, los bancos tienen que hacer de bancos. Tienen una responsabilidad muy importante.
-Conjeturemos. ¿Estaríamos en otra situación si, cuando asomó la crisis, el Gobierno de Rodríguez Zapatero hubiera reaccionado con mayor determinación?
-No lo sé... Ahora Solbes ha dicho algunas cosas a ese respecto, Parece ser que no había crisis porque estábamos en época de elecciones... Si yo veo que mi familia lo va a pasar mal, tengo que tomar medidas hoy. No puedo decir que aquí no pasa nada. Si el Gobierno de entonces lo vio y no actuó, pues muy mal hecho. Ahora Solbes dice que advirtió a Zapatero y le envió un informe, Zapatero dice que no recibió el informe... Que se aclaren.
-¿Y el Gobierno de Rajoy ha tomado las medidas adecuadas?
-Sí. Pero en España ni mandaba Zapatero antes ni manda Rajoy ahora: manda doña Angela Merkel, gracias a Dios... Lo que quiero decir es que, por suerte, estamos en Europa, y Europa nos obliga. Rajoy dice: "El déficit será...", y mira a Bruselas, que le apunta: "El siete". Y es lo que él dice. Mandan ellos, y eso pasa porque quisimos ser europeos, que es algo que tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Mi ilusión es ir hacia unos Estados Unidos de Europa, pero igual no lo veo. Hemos asimilado el euro, los presupuestos se aprueban en Bruselas, estamos hablando de la unión bancaria, Almunia dice que las recomendaciones de los comisarios son obligaciones... Estamos en Europa. Ahora se dice que hemos cedido soberanía: la cedimos hace cincuenta años, hombre.
-¿Es partidario de mantener el IVA cultural en el 21%?
-No. Pero los ingresos estaban muy bajos y los gastos muy altos y la conclusión fue: todo impuesto que se pueda subir, se sube. Tampoco me gustan otras cosas como que se recorte a los médicos. Por eso, exijamos a nuestros gobernantes un comportamiento responsable.
-¿Y de las subvenciones públicas a la industria del cine?
-Tampoco. ¿Por qué no le dan subvención a una tienda de ahí enfrente o a El Corte Inglés? El que quiera hacer una película, que la haga, y si es muy buena igual gana el Oscar y se forra. A mí todo lo que se refiera a subvenciones en principio no me gusta, aunque en algunos casos puede haber matices. En fin, si me subvencionan mi libro igual retiro todo lo dicho, ja, ja.
-¿El gran problema social de España es la educación?
-Es un problema gordísimo. Hay que hacer una revolución educativa. Cada ministro que llega hace una reforma, pero se hacen exclusivamente sobre conocimientos: ahora hay que saber más Geografía y menos no se qué, hay que saber la Historia como la redacte yo y no como la redactes tú porque cada uno es de su pueblo, y cuando vengas a mi pueblo te harás un lío tremendo porque el bueno, en mi pueblo es malo. Pero la educación debe tener como gran objetivo sacar personas de bien, como Dios manda, gente honrada, noble y leal, que mira a la cara y no se le ocurre meter la mano en la caja ajena. Eso es lo que hay que formar. Y eso es cosa de los padres: el colegio y la Universidad colaboran. Por otra parte, hay que tener en cuenta que ahora nuestro mercado es el mundo, que ahora nuestros barrios se llaman Shanghai, Idaho, Nueva York. Y para manejarnos en ese contexto tenemos que saber inglés hasta el punto de pensar en inglés. En Holanda, los taxistas hablan inglés de maravilla. Aquí, los presidentes del Gobierno... hacen lo que pueden.
-¿Vivimos en una democracia exclusivamente formal?
-Fernando Trías de Bes dice que vivimos en una partitocracia y es verdad. Los partidos lo han hecho muy mal, no piensan en la patria sino en sí mismos. Se reúnen para hablar de sus cosas entre sí y se aplauden todos. Esto no es democracia, hay algo que falla...
-No es eso, no es eso, que decía Ortega...
-Sí, quizá es lo menos malo que puede haber, quizá es que no se ha inventado otra cosa. Y estamos hablando del funcionamiento normal, si entramos en la corrupción... Los partidos tienen que funcionar de otra manera.
-¿Hace falta una reforma integral de las administraciones públicas?
-Sí, es clarísimo. España tiene una superficie de 500.000 kilómetros cuadrados; Texas, de 700.000. En ese trocito tenemos diecisiete nacioncitas. El modelo autonómico nos ha ido muy bien, sirvió para pasar de una situación a otra, pero han pasado 35 años. A la Constitución hay que echarle una ojeada. Hay que meterse a fondo en el funcionamiento de las administraciones: la central, las autonómicas, los ayuntamientos, las diputaciones y el Cabildo Insular, que nunca he sabido lo que es... Aquí sobra gente.
-¿Sobran políticos?
-Cientos. O miles. Hay gente que tiene que irse a la calle. Yo prefiero pagarle el paro dos años que un sueldo falso toda la vida.
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