APAS advierte de graves agresiones al arte rupestre en La Línea y Tarifa
La asociación notifica a la Guardia Civil la aparición de pintadas en el Barranco de las Arcas y el Extremo Sur Destaca el hallazgo de nuevas manifestaciones en la Cueva de la Cierva
Nuevos hallazgos y nuevos daños. Este es el día a día al que se enfrenta la Asociación para la Protección del Arte Sureño (APAS). En las últimas semanas el colectivo ha constatado graves daños en la cuevas del Barranco del Arca en Tarifa y en la del Extremo Sur en La Línea, apuntando que realmente "no son fruto de un vandalismo consciente, sino del desconocimiento en el que malvive esta herencia del pasado". A ello se le suma, curiosamente, el descubrimiento de importantes manifestaciones rupestres en Alcalá de los Gazules, en la denominada Cueva de la Cierva.
Desde APAS sostienen que este hallazgo abre nuevas líneas de investigación que aumentan el gran potencial de este rico patrimonio rupestre. Pero mientras esto ocurre y fruto de la nula implicación de la diferentes administraciones públicas, se suceden agresiones derivadas de la falta de acercamiento de este fenómeno a la sociedad.
El último caso de daños a este arte se ha producido en el camino de acceso a la cumbre de la sierra de Bartolomé, la cual es recorrida por senderistas habitualmente con vistas a la ensenada de Bolonia. La cueva se encuentra a pie de sendero, entre los sectores conocidos por los escaladores como Arapiles y el Mosaico. Este segundo por el característico cuarteado de la arenisca cuenta en su interior con vías de escalada que aprovechan los desplomes que ofrece el abrigo, que deja características manchas de magnesio a lo largo de la vía.
Esta situación, que el colectivo denuncia que "ya por sí misma es incompatible con la preservación del arte rupestre", es debida al "desconocimiento por parte de la población del significado del Arte Sureño". Con esta presión humana, la poca visibilidad de los paneles pintados -interpretados como arados y campos cultivados- y la falta de señalización que advierta la presencia de la cueva prehistórica, APAS reconoce que "era de esperar que llegaran nuevos daños, en esta ocasión en forma de hogueras y multitud de grafitis hechos con carboncillos".
Algo parecido ha ocurrido en el Extremo Sur, única estación rupestre localizada hoy día en La Línea. "Los numerosos grafitis de los excursionistas casi hacen desaparecer las pinturas". Desde APAS se ha llevado a cabo la notificación de las agresiones al Servicio de protección de la naturaleza de la Guardia Civil (Seprona), pero insisten en que son las diferentes administraciones públicas las que deben dotar a estos yacimientos de una mínima infraestructura que permita señalizar los enclaves más vulnerables y disponer de centros de interpretación desde donde canalizar, por un lado el creciente interés de determinados colectivos por este fenómeno, a la par que se conciencia a la sociedad mediante campañas de sensibilización.
La asociación señala que sólo se conserva una ínfima parte del inigualable patrimonio rupestre y natural que existió. El primer daño se debe a los avatares del tiempo y el impacto del aprovechamiento forestal o el senderismo irresponsable; el segundo a la simplificación del ecosistema por el monocultivo del alcornocal y su envejecimiento prematuro; además de una sobredimensionada carga cinegética que impide la regeneración natural de los alcornocales que dan cobijo al arte rupestre del sur de Cádiz.
"Sin esa labor de las administraciones, asociaciones como APAS solo podremos, como hacemos ahora, llevar un registro del ritmo al que desaparece la huella prehistórica de nuestro territorio a causa de la ignorancia".
APAS precisó que considera al Arte Sureño como uno de los fenómenos más relevantes de la prehistoria andaluza por la antigüedad y originalidad de sus manifestaciones, al mismo tiempo que uno de los más frágiles por lo superficial y lo "volátil" de sus soportes en arenisca que tanto dependen de la calidad ambiental de su entorno. "Esta magnífica huella cultural que atesoran las sierras del Estrecho, tiene todos los ingredientes de los grandes patrimonios desconocidos y abandonados, viviendo en esa dualidad permanente donde se suceden relevantes descubrimientos pero también agresiones irreparables".
En cuanto al hallazgo, la asociación explica que la Cueva de la Cierva, descubierta en 2016 por Rafael Sánchez Carrión, vecino de Conil, es un abrigo de grandes proporciones que ofrece un magnifico dominio sobre las amplias vegas y ricos bujeos que forma el río Barbate. Ha servido de dilatado refugio durante el siglo XX. Aunque se haya perdido la capa original que estuvo pintada, se conservan "veladuras" de algunos ciervos del estilo antiguo presente en el Tajo de las Figuras, atribuibles al periodo epipaleolítico (13.000 a 10.000 a. C), fácilmente reconocibles por sus cuerpos triangulares ejecutados con tintas planas, los característicos acabados redondeados, los llamativos cuellos alargados y los finos detalles de pincel como las orejas apuntadas.
Esta similitud con el Tajo de las Figuras, según APAS, hace "que nos encontremos ante un descubrimiento de trascendental importancia", ya que permite adscribir esta nueva localización a esta original fase pictórica del Arte Sureño presente en el Complejo del Tajo de las Figuras, enclave donde hasta ahora se encontraba exclusivamente representada, por lo que las manifestaciones del Tajo de las Figuras habían sido tradicionalmente catalogadas como un caso aislado y excepcional dentro del arte rupestre postpaleolítico peninsular. Además la cueva pertenece a otro término municipal distinto, permitiendo imaginar que este arte estuvo bien representado en el entorno de la Janda y sierras del Estrecho.
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