La Rayuela
Lola Quero
Nadal ya no es de este tiempo
el mástil
UN informe del Defensor del Profesor, publicado esta misma semana, revela que los docentes españoles temen más a los padres que a los alumnos. Añade que la violencia escolar protagonizada por los jovencitos hacia sus profesores ha descendido levemente y que, por el contrario, ha aumentado la de sus progenitores. Estos, abunda el documento, cada vez desprecian más la labor docente y no ven a sus profesionales como expertos en pedagogía.
Y qué quieren que les diga. A mí esto no me coge por sorpresa, pues vivimos en un país o lo que quiera que sea esta España nuestra cuyo analfabetismo galopante y desprecio por la cultura es un mal endémico desde Viriato. Un veterano profesor, que recientemente ha hecho mutis por el foro después de 37 años en el tajo, me decía que su retiro ha sido voluntario. Que podría haber aguantado siete años más "pero cada vez soporto menos a los padres". Así que, firmó los papeles, y dijo ahí os quedáis. Que enseñe Matemáticas a vuestros hijos Zanani el de las tortas y a reclamar al maestro armero.
Es consciente mi colega de que toda generalización es odiosa, porque hay padres y padres, como también hay docentes buenos y aquellos a los que jamás se debería haber permitido practicar tan noble oficio. Pero, como siempre digo, que cada palo aguante su vela y que Satanás reconozca a los suyos.
Pero es evidente que la enseñanza ha degenerado en este país hasta alcanzar cotas tan vergonzosas, que somos el hazmerreir de Europa gracias a la nefasta política educativa que nuestros gobernantes han ido desarrollando en los últimos veinte años.
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