Diafragma 2.8
Paco Guerrero
De ropa 'tendía'
A lo largo de su vida Juan Ramón Jiménez tuvo muchos Plateros. Burros de color plata que le acompañaban y le llenaban de recuerdos y experiencias. Pero cuando se le compró la finca Fuentepiña, el poeta prefirió al burro (incluso antes que al caballo 'Almirante' de su juventud) para andar por el campo, y allí estaba su Platero.
Se celebra este año el centenario de la primera edición de Platero y yo en la Biblioteca de Juventud (Ediciones de la Lectura). Francisco Acebal pidió a Juan Ramón esos textos que había leído para una edición.
El poeta de Moguer en varias ocasiones se refirió a que no escribía para niños, a los niños hay que darles historias de seres y cosas reales tratados con sentimiento profundo, sencillo y claro. Y esquisito.
El niño puede leer los libros que el hombre lee. Escribió en el prologuillo. Platero y yo no es un libro para niños aunque les atraiga sin lugar a dudas.
Fuentepiña fue ese lugar idílico, el paisaje bucólico real donde reflejó en papel buena parte de su producción, donde ordenó los recuerdos y se alimentó de la naturaleza precisa y necesaria.
Hoy Fuentepiña muere en el descrédito. No se han hecho bien las cosas desde hace años y en 2014, cuando se cumple el centenario de la primera edición de Platero y yo, nos encontramos una propiedad abandonada a la suerte y con ausencia completa de cultura y de literatura.
Cuando leí el manifiesto para salvar Fuentepiña que la sociedad civil había presentado, descubrí una luz entre tanta oscuridad. Existe una posibilidad de reclamar socialmente que Fuentepiña debe ser atendido como se merece el poeta de Moguer. El manifiesto no ha servido en ningún momento para abrir heridas, ni para cuestionar ningún compromiso cultural. Solo leí en él la pureza de quien desea salvar un patrimonio importante.
Llevamos escuchando desde hace años que el asunto de Fuentepiña ya estaba solucionado. Incluso algún mandatario político lo ha comunicado en público, indicando los términos "asunto complejo". Y la complejidad se la buscan aquellos que miran la cultura por encima del hombro y a la literatura la utilizan para hacerse fotos y reportajes gráficos ante el pueblo.
Y el pueblo ha dicho basta. Fuentepiña requiere una solución urgente. Ojalá estas palabras queden mojadas sobre el rocío de Fuentepiña, eso será señal que se ha solucionado el problema.
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