Francisco Linares

La magia de Zapatero

St. Rémy

06 de julio 2010 - 01:00

QUIÉN no ha visto alguna vez a uno de esos boxeadores mediocres, fanfarrones, que después de haber recibido una paliza en un combate, al sonar la campana del último asalto, levanta los brazos, se golpea, como un simio, el pecho y grita que él es el que ha ganado? Pues esa es la imagen que se me vino a la cabeza, cuando la semana pasada, nada más conocerse el fallo del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña, vi a la vicepresidenta primera del Gobierno, con una sonrisa de oreja a oreja, comparecer ante la prensa y decir que la sentencia había sido un triunfo del Gobierno y "una derrota en toda regla del PP". Levantó lo brazos, situó a la altura de la boca los micrófonos y, sin golpearse el pecho porque ella no tiene nada que ver con los grandes monos, proclamó su victoria. El problema es que, al igual que le pasa al jactancioso boxeador, la gloria de la que disfrutó la señora Fernández de la Vega fue muy efímera, duró unas pocas horas, hasta que todos los nacionalistas e incluso su propio compañero de partido, el presidente de la Generalidad Catalana, Sr. Montilla, expresaron su indignación por los recortes que para el Estatuto significaba la indicada sentencia, anunciando movilizaciones y manifestaciones. Y los triunfos se tornaron en un absoluto fracaso, porque han conseguido tener descontentos a los nacionalistas y a los que no lo son. Y tras el ridículo de la señora vicepresidenta, aparece en escena el malabarista Zapatero y aprovechando la enorme confianza que inspira y el alto grado de sinceridad del que normalmente hace gala, en Madrid dice una cosa y a Montilla le dice la contraria.

Primero dijo que "el fallo garantiza el máximo autogobierno que Cataluña ha tenido en su historia dentro de la España constitucional". Cuando Montilla y los nacionalistas ponen el grito en el cielo, saca otro conejo de la chistera y dice que el Gobierno impulsará una reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial para evitar que Cataluña se quede sin Consejo Autonómico de Justicia. O sea que hemos pasado de que la sentencia consagra el máximo autogobierno de Cataluña a decir que hay que cambiar las leyes para que se permita lo que el Tribunal Constitucional ha denegado. Primero una cosa y luego la contraria, según le interese y según sea el interlocutor. Es un verdadero hombre de principios.

De todas formas, no hagan caso ni de una afirmación, ni de la otra, es todo magia, ilusión, simple quimera, puro engaño. Nos dice que para que Cataluña tenga su Consejo de Justicia va a reformar la Ley Orgánica del Poder Judicial y unos se preocupan y otros se ponen muy contentos y él sonriendo con su varita mágica. El truco es que si modifica la Ley Orgánica del Poder Judicial para dotar a Cataluña de un Consejo de Justicia, esa modificación también será inconstitucional y por tanto también será anulada. Porque el problema que tenía el Estatuto al crear dicho Consejo, no es que incumplía esa Ley Orgánica es que era contrario a la Constitución.

Es la magia de Zapatero. Son las mentiras de nuestro presidente.

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