Diana Navarro: "Lo del chándal no lo inventó Rosalía, sino Rocío Jurado"

DIANA NAVARRO | CANTANTE

La intérprete actuará el 14 de marzo en el Cartuja Center Cite dentro del concierto 'Mujeres cantan a María Jiménez'

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La artista Diana Navarro (Málaga, 1978 ).
La artista Diana Navarro (Málaga, 1978 ). / M. G.
Cristina Cueto

11 de marzo 2024 - 06:00

La artista Diana Navarro (Málaga, 1978 ) es una firme defensora de los géneros tradicionales. Esos que nos definen y que marcan nuestras raíces. Desde la zarzuela a la saeta. Lejos de ser una abanderada de la pureza, la artista busca enganchar a las nuevas generaciones mezclando las letras cañís –que grandes como Marifé de Triana o Concha Piquer defendieron– con ritmos más urbanos. El próximo 14 de marzo se subirá al escenario sevillano del Cartuja Center –junto a un amplio cartel de compañeras– en el concierto Mujeres cantan a María Jiménez.

–¿Cómo está evolucionando la copla?

–Muy positivamente. La cruzada personal que empezaron Carlos Cano y Martirio para reivindicar que la copla era cultura de nuestro país, la asumí como mía y es mi cruzada personal. Por eso, siempre hago copla de manera clásica y la fusiono con otros estilos para intentar que le resulte atractiva al público más joven o al que nunca la haya escuchado. Cada vez hay más jóvenes que se dan cuenta de que la copa es la memoria sonora de sus abuelas y el mensaje que tenían para expresar su libertad. Une generaciones. En mis conciertos veo a gente de todas las edades.

–¿Y cómo se puede acercar a las nuevas generaciones a un género tan de raíz?

–Hice un experimento en 2019 con la canción Encrucijada que era una copla de Marifé de Triana. En esa época mis sobrinos escuchaban trap y reguetón a todas horas. La música me encantaba, pero las letras me parecían un horror. Me vino la idea de hacer una copla con una base de trap. Me inspiré en Mala Rodríguez o en Beatriz Luengo y funcionó muchísimo.

–Ha expresado que la copla es un género que llega para siempre o que horroriza. ¿Por qué estos extremos?

–Porque la interpretación es muy importante. Como sucede con la ópera o con la saeta, el emisor –y cómo cuenta la historia– tiene un peso enorme. Muchas coplas pueden quedar un poco sobreactuadas, porque el intérprete no puede profundizar en ellas. Es primordial tratar los géneros con mucho respeto y aprendizaje para que perduren. Independientemente de las capacidades vocales.

"La copla es la memoria sonora de nuestras abuelas, el mensaje que tenían para expresar su libertad"

–Se ha especializado en estilos tan autóctonos como la saeta o la zarzuela. ¿Cree que los géneros de raíz están experimentando un nuevo renacer?

–Totalmente. Hay un movimiento precioso por parte de artistas –pero también de periodistas– que reivindican el ir a la tradición. Es muy bonito. Más aún teniendo en cuenta que la música es de todos. Es verdad que hay que respetar lo clásico, porque se aprende de ahí, pero no nos podemos encasillar. Se puede hacer fusión con respeto y cambiando los títulos para no mezclar, por ejemplo, neocopla o variaciones inspiradas en el flamenco. Me parece fantástico que la gente se suba a este carro, siempre y cuando lo hagan desde el respeto y no por una moda. En la tradición va la sangre y la lucha de nuestros mayores.

–En alguna ocasión ha afirmado que su estilo pertenece a la neocopla flamenca sinfoelectrónica.

–Sí, son palabras que me gusta inventarme para definir mi estilo. El término de folklórica se usó en un tono despectivo para las cantantes de la época, pero a mí me parece un orgullo porque es la música de nuestra raíz. Me encanta seguir investigando y fusionando. En mis conciertos llevo el ordenador como un elemento más de la transmisión que propongo musicalmente.

–¿Qué cree que nos queda del espíritu de las folklóricas?

–Sobre todo la estética. Una buena folklórica que se precie debe tener sus buenas gafas de sol, chándal, taconcito y abrigo de pieles –sea sintético o no–. Esa estética es maravillosa. Eran mujeres que habían pasado hambre, que perseguían sus sueños y que, por desgracia, es –y sigue siendo– muy importante el tanto tienes, tanto vales. La apariencia te daba una seguridad y un status importante. Las folklóricas tenían esa identidad que yo he heredado. Lo del chándal no se lo inventó Rosalía, sino Rocío Jurado y Lola Flores.

–¿Cómo se fraguó su participación en la obra En tierra extraña?

–Eso fue un sueño gracias a las redes sociales. El director, Juan Carlos Rubio, me escribió por Instagram y me lo propuso. No creo que haya mejor manera de debutar como actriz. Hemos hecho 200 funciones y me nominaron como Mejor Actriz en los Premios Max. Después hice el disco De la Piqué a la Navarro. Coplas del siglo XX en el siglo XXI y seguimos de gira hasta 2025. Esta obra sólo me ha dado felicidad y la sigo prolongando.

–En otra ocasión rindió tributo a Manuel de Falla. Lo suyo va de cantar a los grandes.

–Es que lo de Falla es muy grande. Y además María Lejárraga, que fue la verdadera escritora de El amor brujo, pero no podía firmarla. Sentí que esta historia la había escrito para mí. Soy una cantante del siglo pasado que se ha reencarnado en Diana Navarro. Todas las artistas andaluzas tenemos que hacer Manuel de Falla.

–Y ahora se aventura a homenajear a María Jiménez.

–María era punto y aparte. Reivindicó la libertad y fue una de esas mujeres poderosas que te dan energía para seguir adelante en la música. Una heroína. Participar en este concierto, que irá en beneficio de su Fundación, es redondo. Mujeres cantan a María Jiménez es un acierto y me lo estoy preparando con muchas ganas de sentirme un poco ella en el escenario.

–¿Qué cantará?

–Con golpes de pecho. Es una versión de una ranchera que he elegido porque tiene mucha similitud con la copla y creo que la podré hacer muy bien a mi manera.

–¿Tuvo oportunidad de conocerla?

–Pues sí. En 1998 trabajé en un programa llamado Aquí se discute de Canal Sur. Interpreté mi copla y se debatía si estaba viviendo un buen momento o no. Ella se levantó y me dijo: si tú no triunfas, en este país no hay justicia. A mí me llegó al corazón porque buscaba ese reconocimiento. Después, en 2006, me entrevistó en su programa Bienaventurados ya como Diana Navarro y fue muy bonito. Era una mujer muy cercana que siempre estaba pendiente de los artistas.

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