Diafragma 2.8
Paco Guerrero
De realidad
El pasado lunes fui convocado en Madrid a una reunión por el ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, José Manuel Albares, junto a una representación del tejido social, económico y empresarial del Campo de Gibraltar para tratar el estado de la negociación sobre Gibraltar. Unas horas antes, el ministro se había reunido con alcaldes de la comarca y representantes de la Junta de Andalucía y la Mancomunidad de Municipios. El mero hecho de tener lugar esos encuentros es enormemente positivo. Nada que objetar a la iniciativa, que pretendía no sólo trasladar a los convocados información sobre las negociaciones, sino también escuchar a los representantes de la sociedad campogibraltareña. Ahora bien, la primera cuestión que me surge es sobre el hecho de solicitar a algo más de veinte personas desplazarse a Madrid. Mi humilde reflexión es que tal vez hubiera estado bien que el ministro se desplazase al Campo de Gibraltar para mantener estas reuniones y tuviera la oportunidad de conocer mejor el territorio afectado por el tratado que se negocia. Si hubiera sido así le habría aconsejado venir en tren. La experiencia ahorraría tiempo del debate. De la reunión en Madrid salí con tres ideas claras.
Primera. El ministro se encuentra muy entusiasmado con la oportunidad de cerrar una negociación que podría ser un hito histórico en la evolución de las controversias sobre Gibraltar. A pesar de las muchas dificultades todavía existentes, él es extremadamente optimista y encuentra en la oportunidad de acordar un marco de movilidad de personas y de mercancías con la desaparición de la Verja/frontera junto el uso mejorado del aeropuerto una oportunidad única de despegue para la zona.
Segunda. La negociación se desarrolla sin coordinación con el resto del Gobierno. No hay un planteamiento estratégico que de forma global aborde los desafíos y retos de la posible aplicación del tratado en el Campo de Gibraltar y su enorme vulnerabilidad derivada de serias deficiencias en su modelo de desarrollo. No se han planteado ni estudiado seriamente los posibles adversos negativos del tratado en el territorio en ámbitos como el portuario, distorsiones de fiscalidad, etc. En definitiva, la prosperidad a compartir sólo vendría del lado sur de la Verja.
Tercera. A la iniciativa de negociación entre la UE y el RU, España no ha contemplado la oportunidad de aprovechar los cauces abiertos de negociación y la buena sintonía entre las partes para prever un marco institucionalizado y permanente entre España, RU y Gibraltar de tratamiento de cuestiones transfronterizas que inevitablemente van a surgir. Como la experiencia demuestra, sin marcos normalizados de gestión (como hubo con el Foro de Diálogo) se terminan envenenando las relaciones transfronterizas.
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