Paisaje urbano
Eduardo Osborne
Una celebración sospechosa
Campo Chico
Algeciras/Bien que se trata de anunciar la publicación de un libro y de hacer una reseña de su contenido, no debo ocultar que hay motivaciones adicionales que no sólo tienen que ver con mi proximidad al autor, sino también con nuestra común vinculación con Algeciras y vivencias en una realidad social y política muy diferente a la que ahora vivimos. Juan José del Águila Torres nació en Torremolinos, en una familia que después de estancias en Ronda y en Río Martín –zona costera de Tetuán– recaló en Algeciras, donde su padre, farmacéutico, abrió una farmacia de la que hoy es titular uno de sus hermanos, frente al céntrico ambulatorio de lo que los veteranos del lugar llamábamos El Calvario. Otro de sus hermanos, Miguel Ángel, fotógrafo, nos ha dejado un magnífico legado de imágenes, que nos permiten recordar paisajes urbanos ya desaparecidos o modificados.
Cuando la familia Del Águila llega a Algeciras, Juan José tenía 13 años. Pero todos sus estudios se desarrollarían en Granada, primero en el internado del Colegio del Sacro-Monte y después en la Facultad de Derecho. Por avatares asociados a su militancia política, después de pasar por la Universidad de Madrid –donde estudió también Sociología– se licenció en Derecho en la de Valencia. En la década de los años sesenta, los movimientos estudiantiles agitaron los campus universitarios de las principales universidades de Europa y América. Si bien organizaciones y partidos de izquierda desempeñaban un papel esencial, la inspiración residía en motivaciones revolucionarias y antisistema, que no se limitaban al mundo capitalista. En España, la vieja Federación Universitaria Escolar (FUE) de los años veinte, fundada para dar réplica a la Asociación de Estudiantes Católicos (AEC), se fragmentaría, ya en los treinta, durante la Segunda República, en pequeñas asociaciones y partidos de izquierda y republicanos. Nace entonces el Sindicato Español Universitario (SEU), que se convertiría, al finalizar la guerra, en 1939, en un sindicato único de su ámbito en el contexto de los sindicatos verticales de la época.
Réplicas y contrarréplicas de naturaleza política, que desaparecen en 1939 y dejan todo el sitio al SEU. Hasta avanzados los años cincuenta no aparecen los primeros brotes de contestación política, que popularizan nombres que luego tendrían un papel destacado en la oposición al régimen y en la transición hacia la democracia. El Partido Comunista de España (PCE) se mantiene vigoroso en la clandestinidad y reúne en torno a él a lo más granado de la oposición. Francia es su refugio y la URSS su alma máter. En 1961 nace la Federación Universitaria Democrática Española (FUDE), esencialmente promovida y sustentada por el PCE. Muy pronto, Juan José del Águila, en 1963, apenas cumplidos los veinte años y coincidiendo con su llegada a Madrid, se afilia tanto a la FUDE como al PCE. Poco antes, en el verano de 1961, protagonizaría en Algeciras lo que tal vez sería el bautismo de fuego de su larga y densa trayectoria política. Con algunos otros conocidos militantes y simpatizantes del PCE, lidera una sonora protesta contra la subida de precios en los cines, unos cuantos céntricos y muy concurridos en aquellos tiempos, que termina en detención y consecuente consejo de guerra, como se llamaban los juicios de ese tenor. Junto a su padre, se sienta en el banquillo y mientras su progenitor es condenado a dos meses y un día de prisión, él resulta absuelto.
Como estudiante comprometido con sus ideas, como ciudadano y como abogado laboralista sería difícil encontrar a alguien como Juan José tan familiarizado con la realidad jurídico-política de los años sesenta y setenta. Su nombre se asocia con frecuencia a conflictos relacionados con delitos de opinión, muy frecuentes en aquellos sus primeros años de ejercicio profesional. En 1989 accedió a la Magistratura por el cuarto turno “de juristas de reconocida competencia”. Siempre en juzgados de lo social, ejerció en Sevilla hasta que en el 2000 se trasladó a Madrid, donde su jubilaría en 2012. Su tesis doctoral, leída en la Universidad de Sevilla en noviembre de 1997, se tituló: El Tribunal de Orden Público –TOP–, trece años de represión política. Unos años después y fruto del trabajo de documentación e investigación que fraguó en esa memoria con la que obtuvo el título de doctor, Del Águila publicó (octubre, 2001) en Editorial Planeta: El TOP, La represión de la Libertad, 1963 a 1977. El libro se presentó en Madrid en el Colegio de Abogados, el día 27 de noviembre siguiente, en un acto en el que intervinieron María Emilia Casas, catedrática, magistrada en ese momento del Tribunal Constitucional, del que sería presidente y cuyo nombre suena ahora para presidir el Consejo General del Poder Judicial, y Luis Martí Mingarro, ilustre jurista, catedrático y académico, que en aquel momento presidía el Colegio.
Ningún medio –los principales estaban invitados– publicó reseña alguna de la presentación. En los primeros meses de 2002 volvió a presentarse el libro en una decena de ciudades importantes. Y en marzo de ese año la editorial decidió “saldar por falta de espacio” los ejemplares que quedaban almacenados.
El Tribunal de Orden Público (TOP) fue creado en diciembre de 1963. Se trataba de un tribunal especial para juzgar delitos de opinión y conductas, en un ambiente político limitado a la única ideología permitida, si es que de tal puede hablarse; es decir, de la que de acuerdo con los principios del Movimiento Nacional suponía un comportamiento conforme a las leyes vigentes. Juan José del Águila posee un blog muy conocido y copiosamente citado (justiciaydictadura.com) donde el lector puede encontrar una información exhaustiva sobre el autor, sobre el TOP y sobre lo que en su visión de los acontecimientos, debe ser conocido sobre la práctica jurídica en el ámbito de los movimientos sindicales, laborales y políticos de los años de gobiernos presididos por el general Franco.
En la entrada del apartado dedicado al TOP y al JOP (Juzgado de Orden Público) dice lo siguiente: "El JOP instruía los sumarios y el TOP celebraba los juicios y dictaba las sentencias, que mayoritariamente fueron condenatorias. Fue el último de los muchos tribunales especiales represivos".
El libro El TOP. La represión de la libertad (1963-1977) (Madrid 2020) es una reedición revisada y ampliada del libro publicado por Planeta en 2001. Lo edita la Fundación Abogados de Atocha y el Ministerio de la Presidencia. Su origen es la tesis doctoral del autor y su contenido una documentada aproximación a los hechos a los que el título se refiere. Si bien el TOP es el centro de la cuestión, el relato se extiende hasta una realidad que el autor vivió en primera persona y de la que fue actor en escena y espectador en el patio de butacas del que procedía. No se trata de estar o no de acuerdo con su posicionamiento ideológico, puesto de manifiesto en todo caso de modo fehaciente, sino de aproximarse a lo que sucedió en un tiempo pasado que debiéramos evitar en el futuro.
El autor se ha “dejado querer” por destacadas personalidades de la sociedad española, no necesariamente políticamente afines, y ha recogido en un apartado de “textos institucionales” la opinión de personas acreditadas por su cargo.
En el prólogo, María Emilia Casas Baamonde dice que en sus dos ediciones se trata "no sólo de un libro jurídico sino también del libro de un jurista que desgrana cuidadosa y exhaustivamente los instrumentos jurídicos de regulación y actuación del TOP". Tiene especial interés, entre sus bastante más de quinientas páginas, el capítulo dedicado al dirigente comunista Julián Grimau, cuyo caso ocupó, dentro de un orden y con las limitaciones informativas de entonces, la primera plana de los medios en el curso 1962/63, desde que fuera detenido el 7 de noviembre de 1962 hasta que, condenado a muerte, fuera fusilado el 20 de abril siguiente.
Con independencia de la controversia que envolvió su vida y sus acciones, Grimau sería juzgado por hechos acaecidos durante la Guerra Civil (1936-1939). Para el autor, el juicio de Grimau aceleró la creación del TOP, que desaparecería en 1977. En uno de los capítulos, el 8, se hace un análisis cuantitativo y un recorrido sociológico alrededor de los procesados, abogados defensores, procuradores y servidores del TOP. Y en los tres últimos apéndices se publica una relación nominal de todos ellos.
También te puede interesar
Paisaje urbano
Eduardo Osborne
Una celebración sospechosa
Crónica personal
Pilar Cernuda
No nos merecemos esto
En tránsito
Eduardo Jordá
Duendes traviesos
Confabulario
Manuel Gregorio González
Koons en la alhambra
Lo último