Paco Guerrero
De vínculos
Periodos de gota fría, sequías, heladas, granizo, rachas de viento fuerte… el sector de la agricultura se ha acostumbrado a vivir pendiente del hombre del tiempo para intentar proteger sus cultivos de las inclemencias meteorológicas que cada año azotan el campo. Y además de forma extrema y con asiduidad, dadas las consecuencias del cambio climático.
De hecho, según datos de Agroseguro, la siniestralidad en el campo el año pasado superó los 640 millones de euros solo en España. Además, la intensa actividad tormentosa o la borrasca Gloria ya han provocado daños en este sector superiores a 540 millones este 2020, de acuerdo a las últimas estimaciones de la patronal de seguros agrarios.
No sorprende, por tanto, que todo ello haya dado lugar al pago de 2.000 millones de euros en indemnizaciones en los últimos tres años solo en nuestro país; ayudas que muchas veces no llegan a los pequeños agricultores pues, a diferencia de los grandes latifundistas o terratenientes, no cuentan con mecanismos financieros para protegerse.
Y es que a día de hoy en el mundo asegurador, por ejemplo, existen enormes reticencias a cubrir los riesgos asociados a factores tan imprevisibles como la variabilidad del clima. Esto hace que multitud de agricultores y negocios vinculados a esta actividad no cuenten con otra alternativa que asumir enormes pérdidas cuando uno de estos fenómenos sacude sus cosechas.
Pero, más allá de estos fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes, el aumento de las temperaturas, el riesgo de incendios o la extinción de determinadas especies también preocupan a un sector que siente desprotegidas sus producciones, sus tierras ganaderas y, en general, buena parte de su negocio que, no olvidemos, constituye el garante de la alimentación. Por tanto, se hacen necesarias herramientas financieras útiles, que contribuyan a reducir el riesgo de escasez de producción de alimentos y, al mismo tiempo, supongan nuevas oportunidades para aumentar la productividad.
Y ahí, tal y como se debatirá en el Space & Industrial Virtual Summit -el máximo encuentro anual sobre el sector espacial que se celebra estos días en Sevilla- parece que la innovación satelital y la tecnología comienzan a ponerse de su parte. Y es que ya existen compañías tecnológicas que están ayudando a poner en marcha los denominados como “seguros paramétricos”, sistemas predictivos ante las inclemencias meteorológicas, que calculan las indemnizaciones en función del comportamiento de una o más variables que se miden de forma muy eficiente a través de imágenes satelitales, múltiples conjuntos de datos y tecnologías de inteligencia artificial.
Se trata de una nueva solución para las aseguradoras que incluye métodos de monitorización poco costosos, que reducen los costes administrativos al no necesitar inspecciones ni peritajes de las zonas afectadas. Y es que este tipo de seguros, a diferencia de los tradicionales que requieren una evaluación de las pérdidas individuales sobre el terreno, se basan en un mecanismo de activación que utiliza una metodología predefinida en función de variables exógenas.
Al mismo tiempo, aumenta las posibilidades para pequeños agricultores que a menudo no tienen siquiera posibilidad de acceder a los seguros tradicionales para proteger sus cosechas. Además, ofrecen enormes facilidades de contratación y de reclamación, dado que los parámetros que definen el seguro se basan en la probabilidad del hecho y la creación de índices objetivos y verosímiles.
De esta forma, si llegara por ejemplo una DANA que provocara pérdidas en las cosechas, este innovador sistema calcularía automáticamente las reclamaciones potenciales y prepararía la información relevante para que se pudieran llevar a cabo de manera eficiente. También estaría preparado para recibir pruebas complementarias para la calificación del siniestro y estaría conectado a un gestor de pagos para que el cliente recibiera de forma inmediata la compensación estipulada.
Precisamente, Fregata Space es una de estas compañías volcadas en ofrecer este tipo de herramienta que aporta confianza tanto a aseguradoras como a clientes finales. ¿Y cómo lo hace? Primero, a través de tecnologías Big Data y Machine Learning que analizan el histórico de variables que influyen en el siniestro para crear modelos predictivos utilizando diferentes fuentes de información.
Después, modela los escenarios para elegir los mejores parámetros del seguro y crea un modelo definitivo para maximizar el beneficio tanto a los asegurados como a la aseguradora. Finalmente, ofrece los seguros a los clientes mediante una plataforma online de gestión de la información.
De esta forma, esta compañía analiza exhaustiva y pormenorizadamente la observación terrestre que llega desde los satélites y diferentes fuentes de información para después, mediante algoritmos, crear modelos matemáticos que ayuden a resolver problemas del mundo real. Así, el sector espacial y la tecnología punta se pone al servicio del sector asegurador y, en este caso, la agricultura, para bien de millones de personas que viven de sus activos físicos, expuestos a diferentes riesgos climáticos.
Sin embargo, tan cierto es que los seguros paramétricos están empezando a tener salida en España como que aún no son tan demandados como en países en vías de desarrollo. O que unos fenómenos meteorológicos, como las erupciones volcánicas, son más fáciles de predecir que otros, como los temblores sísmicos.
No obstante, la tecnología se erige una vez más como solución inteligente. Porque ya no es cuestión de sacar la bola de cristal para predecir el futuro, la realidad supera a la ficción y ya es posible utilizar los satélites para proteger nuestros cultivos desde el espacio.
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