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Antonio Villarroel: “Alimentar al mundo de forma sostenible requiere innovación”

Entrevista al director general de Anove

Villarroel explica que las compañías obtentoras de semillas y plantas invierten en I+D el 20% de su facturación. “La tecnología necesaria para desarrollar una nueva variedad puede parecer sorprendente”

Antonio Villarroel en su despacho.
Antonio Villarroel en su despacho.
A. Estrella Yáñez

07 de marzo 2023 - 08:00

Mejorar los cultivos con los que se alimenta el mundo desde el primer paso, las semillas y plantones, es la misión y el objetivo de los obtentores vegetales. En España Anove es la asociación que agrupa a las compañías y centros públicos dedicados a la generación de valor añadido en el sector agroalimentario a través de la investigación, el desarrollo y la explotación de nuevas variedades vegetales.

–¿Qué parte de una cosecha se debe a la semilla que se ha empleado para obtenerla?

–La semilla es el origen de las plantas que producen la cosecha. La elección del tipo o variedad de semilla que utilicemos es fundamental, porque va a condicionar aspectos tan básicos como la mayor o menor producción; la calidad y características del producto obtenido; la resistencia a plagas y enfermedades; su adaptación a condiciones adversas, como la sequía o el calor; y otros aspectos como la facilidad de mecanización, transporte y almacenamiento, mejoras en la adaptación a procesos de transformación y uso, etcétera. Por ello, es esencial la utilización de una semilla de calidad garantizada. En la Unión Europea y muchos otros países existen regulaciones específicas que controlan y aseguran dicha calidad, en aspectos cruciales como la variedad, pureza, germinación, y ausencia de enfermedades y malas hierbas. A estas semillas se las denomina “semillas certificadas”.

–Me dijeron una vez que detrás de un tomate hay más tecnología que en un iPhone 4. ¿Es así?

–Efectivamente, la innovación y tecnología necesarias para desarrollar una nueva variedad de tomate, como de muchos otros cultivos, es inmensa, aunque pueda parecer sorprendente. Los datos de la Comisión Europea ponen de manifiesto que el porcentaje de inversión en I+D de las compañías obtentoras de semillas y plantas supera el 20% de su facturación, mayor proporcionalmente al que realizan otros sectores tecnológicos como el automóvil, farmacéutico, aeroespacial o las tecnologías de la información. Pero es que para poder desarrollar una nueva variedad que aporte valor a toda la cadena alimentaria, desde los agricultores hasta llegar a los consumidores, son necesarios muchos años de investigación, cruzamientos, selección, etc., y muchos recursos humanos y financieros. Es gracias a todo ese esfuerzo que, tomando el ejemplo del tomate, en España se ha logrado incrementar su productividad en más del 240% en los últimos 50 años, pasando de 25 toneladas por hectárea en 1970 a cerca de 90 toneladas por hectárea en la actualidad. Además, se han logrado variedades resistentes a muchas enfermedades y plagas.

Semillas y plantones

–¿Qué empresas se dedican a las semillas y plantones?

–En Anove (Asociación Nacional de Obtentores Vegetales), agrupamos a un total de 60 entidades dedicadas a la I+D+i en mejora vegetal, y las hay de muy diferentes perfiles: desde grandes compañías multinacionales hasta empresas pequeñas y familiares, pasando por centros públicos de investigación. Un aspecto que merece destacarse es la importancia de esta actividad en España, porque tenemos más de 65 centros de investigación repartidos por toda nuestra geografía, dedicados a la mejora en prácticamente todos los cultivos importantes para la agricultura española. Eso hace de nuestro país una potencia internacional, a niveles semejantes a los de Holanda, Francia o Alemania.

–¿A qué reto se enfrentan los obtentores?

–Uno de los hitos en nuestro sector tuvo lugar a mediados del siglo pasado, con lo que se conoce como “revolución verde”, y que, gracias a esos avances científicos, permitió duplicar la producción agroalimentaria mundial. Actualmente nos encontramos también ante una verdadera encrucijada, porque la población mundial sigue aumentando y sin embargo no tenemos más tierra cultivable disponible en el planeta. La cuestión es: ¿Cómo vamos a ser capaces de alimentar a una población que se prevé alcance los 10.000 millones de habitantes en 2050, de forma sostenible? La única respuesta a este desafío mayúsculo se halla en la innovación, en nuestra capacidad de desarrollar rápidamente nuevas variedades de semillas y plantas mejor adaptadas a las nuevas condiciones de una climatología cada vez menos predecible.

–¿Les supone algún freno las directrices de la CE?

–Pues afecta a los últimos avances en materia de edición genética, que van a revolucionar no sólo el tratamiento de muchas enfermedades, sino también la forma en que podemos desarrollar nuevas variedades de semillas y plantas. Por desgracia, la situación actual en la Unión Europea respecto de estas nuevas tecnologías es extremadamente restrictiva, al considerarlas como organismos genéticamente modificados y aplicarles una costosísima regulación que en la práctica las hace inviables, especialmente para las pymes. En este asunto nos estamos quedando solos, porque la gran mayoría de países del mundo están optando por regulaciones mucho más amigables, lo que en la práctica puede suponer un grave lastre para nuestra agricultura, al colocar a los productores europeos en desventaja respecto de sus competidores en otros países. Tenemos esperanzas, sin embargo, de que la situación pueda revisarse, y ahí la Presidencia española en el segundo semestre de 2023 puede jugar un papel fundamental. Nos alegra mucho que el Ministro Planas se haya pronunciado claramente de forma favorable, mencionando este asunto como una de sus prioridades.

La cesta de la compra

–¿Cree que el consumidor es consciente de la importancia del trabajo de los obtentores en su vida diaria, en su cesta de la compra habitual?

–Por desgracia, no. El consumidor acude al mercado y normalmente no se plantea el origen de los alimentos que consume, ni cómo es posible disfrutar hoy de una oferta inimaginable para nuestros antepasados en términos de variedad, calidad y precio. Pero creo que el problema no es exclusivo de nuestro sector, sino del conjunto de la agricultura, que desafortunadamente es poco visible y valorada por los consumidores, pese a que es gracias a ella que comemos cada día.

–¿Qué papel juega Andalucía en este sector?

–Andalucía cuenta con un gran potencial en innovación vegetal, con más de 20 centros de I+D+i ubicados en su territorio trabajando en muy diferentes cultivos. Podemos encontrar innovación en frutos rojos en Huelva; gran cultivo como el girasol en Sevilla o el cereal en Córdoba. Y Almería es sin duda alguna uno de los centros de investigación hortícola más importantes de todo el mundo.

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