Segundo asedio castellano de Algeciras (1309-1310)
ALGECIRAS MUSULMANA Y CRISTIANA (SS. VIII-XIV)
El 30 de julio del año 1309 el rey Fernando IV puso sitio a la ciudad mientras que Jaime II hacía lo propio con Almería

Algeciras/Con la entronización de Abu Tabit ‘Amir en 1307, como sultán de Fez, se inició una nueva etapa de las relaciones entre el Magreb y la Península Ibérica caracterizada por el abandono magrebí del suelo peninsular y la supremacía granadina que, aprovechando el repliegue meriní, se anexionará Ceuta y recuperará los territorios de la antigua cora algecireña.
Cuatro años antes, en 1303 el sultán de Granada, Muhammad III, había firmado un acuerdo de paz con el rey Fernando IV de Castilla por tres años. Los meriníes se retiraron, como se ha referido, a sus posesiones del Magreb, asediados por numerosos problemas internos, y Granada recuperó la ciudad de Algeciras instalando en ella una guarnición andalusí. El sultán nazarí pondría el punto de mira de sus objetivos en el Norte de África, donde Ceuta, centro mercantil de primer orden, se había alejado de la órbita de Fez y se aparecía como una fruta madura para los intereses expansivos de los nazaríes.
Después de ganarse la obediencia de la guarnición de la ciudad norteafricana, los granadinos enviaron desde Algeciras una escuadra formada por ciento veinte navíos y se apoderaron de Ceuta el 13 de mayo del año 1306 con la connivencia de su alcaide. Los nazaríes habían cumplido el sueño de Muhammad I de dominar las dos orillas del Estrecho. Al año siguiente fue asesinado el emir meriní Abu Ya‘qub Yusuf y entronizado su nieto Abu Tabit ‘Amir, cuyo reinado fue breve, pues murió en el año 1308. Sin embargo, el dominio de ambas orillas del Estrecho por los nazaríes, sobre todo de Ceuta, no podía ser aceptado por los otros reinos y emiratos que intervenían en la zona. Granada se verá acosada en todos los frentes: aragoneses y meriníes firmarán un pacto por el que el rey de Aragón ofrecía ayuda naval para que los norteafricanos recuperaran Ceuta a cambio de recibir las riquezas acumuladas en la ciudad y determinados privilegios comerciales; castellanos y aragoneses sellarían un acuerdo en Alcalá de Henares en diciembre de 1308 con el objetivo de conquistar el reino de Granada. Dicha conquista se iniciaría con el sitio de Algeciras, que sería cercada por Castilla, y de Almería, empresa que correría a cargo de Aragón.
El 30 de julio del año 1309 el rey Fernando IV puso sitio a Algeciras, mientras que Jaime II hacía lo propio con Almería. El sitio se alargó durante todo el verano de aquel año y al llegar el mes de septiembre, tuvo noticias el rey castellano de que la vecina fortaleza de Gibraltar se hallaba mal defendida, enviando a don Juan Núñez, a don Alonso Pérez de Guzmán y al arzobispo de Sevilla a cercar la plaza. Sin gran esfuerzo los castellanos lograron rendir la fortaleza de Gibraltar. El sitio de Algeciras continuó, aunque no sin dificultades en el bando cristiano, donde la falta de vituallas y las desavenencias de algunos nobles con el rey, restaba eficacia a una campaña que necesitaba, sobre todo, coordinación entre las diferentes fuerzas intervinientes.
No obstante, peor era la situación de los nazaríes que, sin poder recurrir a su tradicional aliado norteafricano, aún dolido por el asunto de Ceuta, se enfrentaba en solitario a sendas fuerzas navales y terrestres que, de un sólo golpe, podían arrebatarle dos de los principales puertos del reino: Algeciras y Almería. Por una carta enviada por el Vizconde de Castellnou a Jaime II sabemos que uno de los defensores de Algeciras se había pasado al campo cristiano y había comunicado al rey que en la ciudad no había cosa alguna de comer, “sino solamente pan, ni aceite, ni higos, ni manteca, ni atún salado del que solía haber mucho, pero que por causa de vuestras galeras no habían podido pescar.” Pero, como en ocasiones anteriores, volvió a surgir la capacidad diplomática nazarí en los momentos más desesperados: en el otoño de 1309 –una vez perdida la plaza de Gibraltar–, el rey de Granada llegó a un acuerdo con el sultán meriní por el que le cedía Algeciras y Ronda con los castillos de ellas dependientes a cambio de su ayuda frente a los castellanos. El emir Abu l-Rabi‘ envió dinero, armas y un ejército a al-Andalus con el que los musulmanes se hallaban en condiciones de igualdad con respecto a castellanos y aragoneses.
En el campo cristiano, en cambio, las cosas habían empeorado. Al llegar el invierno, a la escasez de provisiones se había unido la marcha del cerco de don Juan Manuel con sus mesnadas y de otros nobles con las suyas, entre ellos el infante don Juan llamado el de Tarifa, por unas diferencias con el rey que les debía el dinero prometido para el pago de los soldados. El historiador Giménez Soler dice lo siguiente de la actitud de don Juan Manuel en el cerco de Algeciras: “No fue don Juan Manuel de los más entusiastas de la guerra y entró en ella, casi puede afirmarse con seguridad, con intenciones malsanas y decidido, de acuerdo con el Infante don Juan, su primo, a impedir a toda costa que diese honra al rey don Fernando y provecho al reino”.
Aunque esta cobarde acción provocó las protestas del rey Jaime II de Aragón, que estaba sobre Almería, quien intentó persuadir a los desertores aunque no logró que regresaran con sus tropas al sitio de Algeciras. Sin embargo, el rey Fernando IV, que contaba con el apoyo de su hermano el infante don Pedro, de don Juan Núñez de Lara y de don Diego López V de Haro, persistió en su intento de tomar Algeciras. Para empeorar más la situación, el campo cristiano sufrió lluvias torrenciales e inundaciones que afectaron al campamento castellano situado en la vega del río de la Miel. También fueron destruidas por las avenidas del río algunas de las construcciones levantadas para el asedio e inundadas e inutilizadas las cavas y fosos construidos en los meses de verano. Ante este panorama, Fernando IV aceptó aliviado la propuesta del rey de Granada de que levantara el cerco a cambio de recibir las villas de Bedmar y Quesada y cincuenta mil doblas. Por segunda vez, Algeciras resistía el asedio de un rey castellano.
El período que abarca el reinado del sultán meriní Abu Sa‘id ‘Utmán (1310-1331) se caracteriza por la reorientación de la política exterior norteafricana hacia el Magreb y el abandono de sus aspiraciones en la Península Ibérica, renuncia provocada, sobre todo, por la situación de inestabilidad interna y de rebeldía que sufría el sultanato de Fez y por los enfrentamientos con sus vecinos los ‘Abd al-Wadíes de Tremecén.
Abu Sa‘id renunció a intervenir en al-Andalus ocupado en la guerra contra Tremecén. Pero, en el año 1326, respondiendo a la petición de ayuda solicitada por el sultán de Granada Muhammad IV, envió tropas al otro lado del Estrecho. Un año más tarde, el sultán nazarí entregó Ronda y Marbella a los meriníes y, en 1328, Algeciras, ciudad que permanecería bajo soberanía norteafricana hasta que Alfonso XI la conquiste en el mes de marzo de 1344.
También te puede interesar
Lo último

Tribuna Económica
Fernando Faces
El problema de EEUU es la deuda: una bomba de relojería
La tribuna
Vocación médica
El parqué
El Íbex lidera en Europa

Crónica personal
Pilar Cernuda
Sánchez, en modo ‘elecciones’
Contenido ofrecido por villarrasa