Almanzor, el del pico
Campo Chico
Las legumbres abulenses de El Barco derivan su nombre del Pico Almanzor de la Sierra de Gredos
En Algeciras, toda la banda izquierda de la Corporación, ha mostrado gran interés por Almanzor
A raíz de una entrega anterior, en la que hablaba de nuestro paisano, conocido como Almanzor (el victorioso) −glorioso para la España islámica, que agotó sus reductos después de casi ochocientos años de estancia, y para los nostálgicos de Al Andalus− muchos amigos y lectores me han hecho llegar sus observaciones y sugerencias. Un compañero de universidad, el profesor Benjamín Hernández merece ser mencionado entre ellos, por su originalidad: me hizo llegar un kilo de garbanzos cuya marca es "Pico Almanzor" o, simplemente –como se los conoce en la zona y más allá− "Almanzor". También hay lentejas y judías con ese nombre de marca. Son, nada menos que de El Barco de Ávila, un lugar bendecido por Dios para estos frutos de la tierra. Tanto es así que es parada obligada para los turistas y viajeros que quieren llevarse a casa legumbres de una calidad excepcional. Sin entrar en detalles y aislando este hecho, nada más que por esto, si el paisano Abu Amir (pronúnciese ignorando la segunda A: "abumir") fuera coetáneo nuestro, seguro que habría merecido, por lo menos, recibir la insignia de la ciudad de Algeciras en el Salón de Plenos.
Sin embargo, el mismísimo alcalde que ha creado ese modo de distinción –el de imponer la insignia en el salón de plenos− es el que dio la orden, en el año 2013, de quitar de en medio la monumental estatua que un ayuntamiento anterior (andalucista) había colocado en la parte alta de las ruinas meriníes, en el verano de 2002. En esas fechas hubo también una emisión de sello y matasello conmemorativos. Se cumplían mil años de la muerte (natural) en Medinaceli (Soria), la noche del 27 al 28 del año 392 de la Hégira (9 al 10 de agosto de 1002), del hayib andalusí, que había nacido en Turrush o Torrox (no confundir, como hacen no pocos, con la localidad malagueña cercana a Nerja), asentamiento que sitúan los expertos a orillas del río Guadiaro, aproximadamente donde hoy está Torreguadiaro, en la Cora o provincia de Al-Yazira. Almanzor fue el más poderoso entre los poderosos de Al-Andalus, a lo largo de algo más de dos décadas (981-1002), las que precedieron a su muerte. El pobre proceder de sacar de contexto figuras y comportamientos, no se limita a destruir obras de arte –como han hecho con la impresionante vidriera del viejo ayuntamiento de San Roque− o a tratar de silenciar etapas de la Historia, sino que incluso se recoge en la maraña estratégica de los partidos.
Me advertía mi compañero, el profesor Nicasio Salvador, un filólogo medievalista que tengo el privilegio de tener como amigo, que en tiempos de Fernando III de Castilla y León (c. 1002-1252), adelantado de la Reconquista, conquistador, entre otros, de los reinos andalusíes de Jaén, Córdoba y Sevilla; era costumbre cocer a los enemigos capturados, en un gran perol, y que el rey Fernando no se privó de hacerlo. Sin embargo fue santo según los criterios empleados en su época para tal consideración. No, no es razonable, no tiene sentido, utilizar prismas de una época para hacer estimaciones o juicios de valor de lo que es de otra, con frecuencia distante en tiempo y formas. Almanzor fue un personaje muy relevante, interpretaciones y juicios desenfocados (o no) aparte.
Las legumbres abulenses de El Barco derivan su nombre del Pico Almanzor de la Sierra de Gredos, formación rocosa de singular belleza situada casi exactamente en la misma longitud que Torreguadiaro. Asi que si trazáramos una vertical en un mapa plano, desde el pico, la línea pasaría por el pueblo sanroqueño. No sé si es casualidad o tuvo que ver con la inspiración del nombre, pero así es y así lo cuento. Una de las protuberancias del pico es llamada Cuerno del Almanzor. A propósito de su muerte, es pura leyenda que fuera derrotado; murió de muerte natural estando por esas tierras cristianas, segando vidas y arrasando pueblos y haciendas, y fue enterrado en la histórica ciudad de Medinaceli, si bien nadie sabe allí dónde están sus restos. Nos lo confirmó hace unos días el alcalde, Felipe Trillo; le dijo a mi amigo Vidal Pérez Herrero que están en ello, que andan buscándolos.
A falta del monumento de Algeciras, sólo hay una estatua de Almanzor en España. Está en Catalañazor (Soria), en donde dice la leyenda que "perdió el tambor", aunque no sólo no perdió nada sino que ni allí ni en ninguna parte jamás fue derrotado. Hay no pocas calles en España dedicadas a Almanzor, incluso en Algeciras (donde también hubo un cine), a espaldas del parque. Sería difícil encontrar un calificativo que no haya sido aplicado a nuestro paisano; desde "El Cid del Islam" hasta "la bestia", pasando por todo lo que pueda dar la imaginación para bien y para mal. De lo que no cabe duda es de su crueldad y de su desprecio por sus enemigos y por todo aquel que se interpusiera en cualquiera de sus variados caminos. En Algeciras, toda la banda izquierda de la Corporación, ha mostrado gran interés por la estatua y la figura de Almanzor. No sé si tiene que ver con ello el haber sido, entre sus numerosas habilidades guerreras y sanguinarias, azote de los cristianos, pero no lo creo. El caso es que desde hace unos años y de modo intermitente, se han puesto a darle la lata a la concejal delegada de Cultura, Pilar Pintor, preguntándole por la estatua y exigiendo se respete la historia y el patrimonio artístico de Algeciras. No sea que vaya a ocurrir como ha ocurrido y está ocurriendo con las estatuas de Franco y los numerosos detalles arquitectónicos y artísticos en general, de ese período de la parte cristina de nuestra historia.
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