Tiroteos en La Bajadilla, "guerra abierta" por el control de la droga en el corazón de Algeciras
Sucesos
Los vecinos claman por más presencia policial a raíz de los enfrentamientos del viernes y sábado
Nuevo tiroteo en La Bajadilla, segundo incidente en la barriada en menos de 24 horas
Herida una mujer durante un tiroteo que se salda con cuatro detenidos en La Bajadilla
La Bajadilla, la barriada más poblada de Algeciras con un censo de unos 20.000 vecinos, se despereza el domingo después de dos días de reyertas y disparos al aire, de una mujer herida por esquirlas de bala y de cuatro detenidos. Nada nuevo bajo un sol otoñal que calienta la espalda a los residentes que bajan a por churros o a tomar café a las puertas del bar La Bahía, más conocido como El Torrente.
La bonita panadería Canela y trigo funciona a pleno rendimiento a media mañana. Comentan las dependientas que la próxima semana empezarán a hornear los panetones, a pesar de que aún restan más de dos meses para la Navidad. Aunque es día de precepto, la iglesia de Santa María Micaela permanece a esa hora cerrada a cal y canto.
Una vecina que friega los escalones de su casa confiesa que lleva varias noches sin salir, ni siquiera para tirar la basura. "No se le ocurra ir a pie a las calles altas. Pensarán que es usted policía", advierte. Durante la tarde del sábado, cuatro hombres de origen magrebí, algunos de ellos encapuchados, recorrieron la zona alta del barrio portando armas de fuego cortas y largas, un machete y una escopeta.
La noche anterior, sobre las once del viernes, una mujer resultó herida por las esquirlas de un disparo durante un tiroteo que se saldó con cuatro hombres detenidos, dos de ellos hermanos, también magrebíes. La Policía ha abierto una investigación para esclarecer la relación entre ambos altercados, que podrían estar relacionados con el narcotráfico.
Vivir con miedo
La Bajadilla cambia calle Gerona arriba, atravesada por las calles Teruel, Huesca y San Luis, las más conflictivas. Son todas vías sucias, degradadas y abandonadas a su suerte. De difícil acceso también, con tramos de escaleras y callejones sin salida. En Francia, lo llamarían ZUS, una "zona urbana sensible". En el país vecino, también en Reino Unido y Bélgica, conocen bien las consecuencias provocadas por el paro, el trapicheo de drogas y el desarraigo social, el perfecto caldo de cultivo de vagos y delincuentes.
Hay partes de la banlieue que ya se consideran ciudades perdidas para las fuerzas de la ley y el orden. La Bajadilla, antiguo barrio de gente trabajadora, corre el riesgo de convertirse en una no-go zone, el eufemismo moderno de los guetos.
"Estamos olvidados en estas calles", lamenta un vecino desde el anonimato. "Ni los barrenderos se atreven a pasar. Hay ratas y cucarachas por doquier", añade. Describe que se ha convertido en costumbre "estar en tu casa viendo la tele tranquilamente y empezar a escuchar tiros, palos, gritos, coches a toda velocidad y peleas". "Uno se queda dentro para evitar problemas", explica, "pero hay mucha gente aquí que vive con miedo, gente honrada que está asustada".
Presencia policial e invitación al alcalde
En casos así, los residentes llaman a la Policía. "Acuden rápido, pero los delincuentes, en cuanto escuchan las sirenas, salen corriendo y se esconden. No sirve de nada", declara este testigo, que echa en falta más presencial policial, "que patrullen a pie, por parejas, incluso que instalen una comisaría aquí, una policía de distrito. Es la única solución que encuentro. Esto se les está yendo de las manos", augura.
Cuenta hasta cuatro puntos de venta de droga por las calles altas de La Bajadilla, "los supermercaditos", los llama. "Los clanes de la droga están matándose vivos, entre jóvenes gitanos y magrebíes". Una guerra abierta. Y apunta este vecino: "Veo a los policías dando vueltas por la Plaza Alta, con sus motos y flamantes uniformes, patrullando justamente donde no tienen que estar", denuncia este algecireño, que ha puesto en venta su casa para mudarse a otra zona.
"Nadie quiere comprármela. No me dan nada por esta vivienda. Para irme, tendría que hipotecarme hasta los huesos", asegura. "Yo invito al señor alcalde a que venga una tarde a tomar café a mi casa. Y, si tiene valor, que duerma también", ofrece este vecino de La Bajadilla.
Juan Corbacho, también residente en el barrio y presidente de la asociación de vecinos La Cañá, el nombre de la avenida principal, aclara que la convivencia es buena y que "no todos los días se producen tiroteos". Sin embargo, admite que, en el último año, los incidentes han aumentado por "gente que viene de fuera".
Una vecina de la calle Teruel se ha sentado en los escalones de su casa a tomar el fresco. La acompaña un gatazo siamés, con collar y de pelo impoluto. Al advertir la presencia de extraños, el animal sale corriendo hacia un callejón. "Se llama Pepe García", explica la señora mientras señala la cola del felino que huye.
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