Capilla del Cristo de la Alameda y Torre Almirante

MONUMENTOS Y EDIFICIOS HISTÓRICOS DE ALGECIRAS

El templo, junto al río de la Miel, fue uno de los referentes religiosos y monumentales de la ciudad de Algeciras en los siglos XVIII y XIX

La almenara quedó arruinada a principios del siglo XX por una explosión de la pólvora que almacenaba

Capilla del Santo Cristo de la Alameda. Grabado realizado en el año 1830 por P. Sainson, L. Leborne y V. Adam.
Capilla del Santo Cristo de la Alameda. Grabado realizado en el año 1830 por P. Sainson, L. Leborne y V. Adam.
Antonio Torremocha

09 de mayo 2020 - 06:00

En 1776 el presbítero Domingo Pérez obtuvo autorización para erigir una capilla junto al río de la Miel, al final de la calle de la Alameda, hoy Cayetano del Toro, en terrenos cedidos por el Ayuntamiento. Era aquélla la única zona de esparcimiento que poseía la ciudad en el siglo XVIII y paso obligado para los pescadores y marineros que tenían sus barcas y faluchos atracados en el curso bajo del citado río que se utilizaba por aquellos años como puerto.

Refiere M. Pérez Petinto que a la muerte de su fundador la heredó en propiedad José Morales Carrera, arcediano de Niebla. En este oratorio se veneraba una imagen de Cristo de la Piedad del que eran muy devotos los marineros y pescadores por considerarla muy milagrera. Acompañaban al Santo Cristo otras dos imágenes, la de la Virgen de los Dolores y la de San Juan Evangelista.

Las paredes de la ermita estaban cubiertas de exvotos, entre ellos sobresalía unas toscas pinturas que representaban escenas de naufragios (en referencia, sin duda, al hundimiento de las baterías flotantes de D’Arçon en el año 1782). Fue muy frecuentada durante el Gran Sitio de Gibraltar, entre 1779 y 1783, recibiendo abundantes limosnas de los soldados y oficiales que acudían a la pequeña iglesia para rezar. Pero finalizado el asedio de la colonia inglesa y firmada la paz, la capilla cayó en un estado de abandono que obligó a las autoridades eclesiásticas a cerrarla al culto y trasladar los enseres religiosos que poseía a la cercana capilla de San Antón.

Desde finales del siglo XIX sólo se abría al público cada Jueves Santo, pero sin sagrario. Fue asaltada en el año 1931, como otros templos de la ciudad, y sus enseres destrozados. Durante la II República se estableció en el edificio un almacén de vinos y, en la década de los ochenta del siglo pasado, pasó a convertirse en un taller de electricidad. Propiedad del Ayuntamiento desde los años noventa, fue restaurada en el 2002 y convertida en Museo de Arte Sacro, aunque en la actualidad permanece cerrado al público.

En primer término, el río de la Miel y la línea del ferrocarril con el puente de hierro. Detrás y a la derecha, la Capilla del Santo Cristo de la Alameda. La fotografía fue tomada hacia 1906.
En primer término, el río de la Miel y la línea del ferrocarril con el puente de hierro. Detrás y a la derecha, la Capilla del Santo Cristo de la Alameda. La fotografía fue tomada hacia 1906.

En origen, el edificio constaba de una sola nave de planta rectangular y cubierta a dos aguas, disponiendo de un habitáculo anejo que hacía la función de sacristía. Con el paso de los años se fue ampliando con otras dependencias como puede observarse en la postal que se adjunta del año 1906. La reforma más importante se realizó en 1806, cuando su propietaria obtuvo una nueva cesión de terrenos del Consistorio a las espaldas de la capilla en el que construyó almacenes y una vivienda.

Después de la reconstrucción de 2002, presenta una nave principal con otras dos menores, una a cada lado, que hacen de crucero. La situada al Este se cubre con una elegante cúpula que descansa sobre pechinas decoradas con elementos barrocos. La fachada principal es de una sola calle con dos cuerpos. El primero está ocupado por la puerta flanqueada por pilastras de orden dórico que sostienen una cornisa rematada por unas molduras de estilo barroco que encierran un óvalo. El segundo se corresponde con una espadaña con vano ciego en la actualidad, pero que tuvo campana en el pasado, rematada por tres merlones, el central terminado en una cruz.

La espadaña sirve de apoyo a sendas volutas siguiendo el modelo de las iglesias jesuíticas. La Capilla del Santo Cristo de la Alameda, hoy propiedad municipal, fue uno de los referentes religiosos y monumentales de la ciudad de Algeciras en los siglos XVIII y XIX.

Torre del Almirante

Se halla situada en la conocida como Punta Almirante, cabo que se localiza en el litoral norte de Algeciras y desde el que se domina la gran ensenada del Rinconcillo y la costa cercana al antiguo cementerio de la ciudad y desde el que se tiene una amplia perspectiva de Gibraltar y de las aguas que lo rodean.

La Torre del Almirante, tal como hoy se halla formando parte del Paseo de Cornisa.
La Torre del Almirante, tal como hoy se halla formando parte del Paseo de Cornisa.

Es de sección circular y fábrica de mampostería constituida por sillarejos y lajas unidas con argamasa rica en cal. Se apoya sobre una zapata del mismo material. De la edificación sólo se conserva la parte inferior maciza de unos cuatro metros de altura más el zócalo.

Se la denomina Torre del Almirante, aunque también aparece en documentos antiguos con el nombre de la Almiranta y, en ocasiones, con el apelativo de Torre de la Infanta. Lo que ha llegado hasta nuestros días son los restos del edificio que se erigió en el siglo XVII como parte de un plan de defensa del litoral meridional contra los ataques de los corsarios berberiscos que aún amenazaban las costas del mediodía.

Sin embargo, debió existir otra torre en ese mismo lugar de fábrica musulmana, al menos desde principios el siglo XIV, pues es mencionada en la Crónica de Alfonso XI. Es probable que fuera la residencia del Almirante Mayor de Castilla, don Egidio Bocanegra, que estaba al mando de la escuadra castellano-genovesa durante el cerco de Algeciras de 1342 a 1344, de ahí su nombre.

Aquella torre, siguiendo los cánones de las torres almenaras medievales, debía ser de planta cuadrada. Se desconoce cuándo se arruinó esta almenara, pero es probable que fuera abandonada hacia 1379 al mismo tiempo que Muhammad V de Granada mandaba destruir Algeciras. Tuvo que ser reconstruida en algún momento del siglo XVI, pues en 1583 era el punto de partida del recorrido de los dos atajadores que tenía nombrado el concejo de Gibraltar en esa fecha.

En 1608, Cristóbal de Rojas la representa en un mapa que trazó de la Bahía. Sus dimensiones eran seis metros de diámetro por doce de altura. De acuerdo con el dibujo del alzado elaborado por el ingeniero Jacobo García en 1902 se preveía construir un patín adosado al muro para hacer llegar una escalera hasta la puerta que estaba elevaba unos cuatro metros sobre el nivel del suelo y a la que, hasta esa fecha, se accedería mediante una escala de cuerdas. Sobre la puerta, en el pretil, se ve un matacán que tenía la misión de defender el citado ingreso. Sus tres torreros quedaron reducidos a uno en 1667. En el transcurso de las guerras del siglo XVIII contra Inglaterra para la recuperación de Gibraltar, a sus pies se estableció una batería provisional de artillería.

En 1775 se adosó a la torre una barraca para que se estableciera el cuerpo de guardia que estaba compuesto por un sargento de infantería y ocho hombres. En 1796, Ramón de Villalonga dice de esta torre que “es capaz de 8 hombres y un sargento de infantería. El cuerpo de guardia que se halla a la inmediación de dicha torre debe guarnecerse con un oficial, un cabo y 8 hombres, debiéndose construir en este punto una batería provisional de 4 cañones de a 24.”

Consta que en el año 1865, habiendo acabado su función de vigilancia costera, se utilizó como almacén de pólvora con su correspondiente cuerpo de guardia. Durante el breve enfrentamiento armado con los Estados Unidos en 1898, Punta Almirante fue artillada en previsión de un improbable ataque enemigo.

A principios del siglo XX explotó el depósito de pólvora que en ella se custodiaba quedando arruinada y en el estado en que hoy se halla. Hace algunos años la Autoridad Portuaria de la bahía de Algeciras procedió a construir el conocido como Paseo de Cornisa que, bordeando el acantilado llega desde la antigua playa de los Ladrillos hasta la vieja Torre del Almirante.

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