Casas populares de Algeciras de los siglos XVIII y XIX (y II)
OBSERVATORIO DE LA TROCHA - NUESTRA ARQUITECTURA POPULAR
Las típicas viviendas de puerta, ventana y tejas árabes proliferaron en los sectores que se fueron urbanizando sobre huertas y restos de fortificaciones
Estos vestigios muestran cómo era la sociedad algecireña de hace doscientos años
Casas populares de Algeciras de los siglos XVIII y XIX (I)

En la acera oeste del Secano (calle Patriarca Doctor Pérez Rodríguez) de Algeciras, enfrente del desparecido patio del Loro, se levantaba una vivienda de una sola planta, con tejado cubierto con tejas vidriadas adornadas con dibujos geométricos en los que se combinaban los colores verde y blanco; era el famoso bar La Vinícola, que años después se convirtió en una autoescuela, con lo que se alteró su fisonomía original. En su fachada se abrían varias puertas y ventanas con arcos escarzanos. Se demolió a principios de este siglo y en su lugar se construyó un edificio de cuatro plantas, que, debido a su abandono, fue ocupado por indigentes. Hoy se encuentra clausurado. En la acera del lado este de la calle todavía se puede ver otra de estas casitas, la nº 7, actualmente en estado casi ruinoso.
En esta misma calle, en el tramo entre la calle Doctor Barraquer y hasta cerca de la urbanización Villa Palma se levantaba un largo edificio, con tejado a dos aguas de tejas árabes, que se dividía en varias viviendas, con vanos adintelados, reforzados con molduras planas. Las ventanas contaban con rejas de hierro forjado. A finales de los años sesenta, en la esquina con la calle Doctor Barraquer se demolió en parte con el fin de ensanchar esta calle y alinearla correctamente. Ya en el presente siglo quedó abandonada y fue ocupada por indigentes. Hace más o menos un año se demolió y ahora queda un extenso solar donde han crecido varios arbustos y matorrales.
En el centro de la ciudad podemos encontrar algunas de estas viviendas humildes y sencillas; así en la calle Bailén han sido restauradas dos de estas casas, los números 8 y 10. En una foto de principios del siglo XX, en el callejón del Rit (calle San Pedro y ahora Joaquín Costa) se encontraba en su esquina con la calle Tte. García de la Torre una casa de una sola planta, con tejado de tejas árabes y en cuya fachada se abrían vanos adintelados, cuyos dinteles y jambas estaban resaltados, por molduras planas. En ella existía una pequeña casa de comidas, que con el paso de los años fue demolida para construir un nuevo edificio de dos plantas, que sería el famoso hotel Rit, llamado originalmente Ritz, pero que tuvo que suprimirse la zeta final por denuncia del hotel Ritz de Madrid. Después, en los años veinte se le añadió otra planta más.

En el sector nordeste, durante el siglo XIX se fueron construyendo pequeñas manzanas ortogonales; eran viviendas del mismo estilo: puerta, ventana y tejados a dos aguas de tejas árabes. De estas casitas quedan dos en la calle Alférez Villalta Medina; una abandonada y deteriorada (nº 11), y otra habitada (nº 3), pero se le sustituyó el tejado de tejas por una azotea con pretil hace ya muchos años. La primera tiene una puerta y una ventana y la segunda una puerta, una ventana grande y otra pequeña. En la calle Sáez de Laguna encontramos otra, el nº 6, muy deteriorada, con una puerta y una ventana. Es un sector del centro urbano muy degradado, donde abundan los solares y las casas abandonadas.

También a partir de 1845 se fue urbanizando el sector suroeste, que hasta entonces estuvo ocupado por huertas y por la alameda vieja. De las típicas casas de puerta, ventana y tejado de tejas árabes ya quedan muy pocos ejemplos. En la calle Cayetano del Toro solo queda una con una ventana enrejada y una puerta con una moldura plana, ambas adinteladas, cubierta de un tejado de tejas árabes, es la nº 6, y otra, la número 10, que difiere de esta al tener arcos escarzanos en sus vanos y cubrirse con una azotea con pretil; se encuentra abandonada.
Las mencionadas viviendas asientan sus cimientos sobre los restos de la barbacana de las fortificaciones medievales. En la calle García Cabezas permanece una vivienda, hoy día abandonada, con una puerta en el centro y dos ventanas enrejadas a cada lado, con dinteles y jambas resaltados por unas molduras planas.
Las que había en la calle Segismundo Moret han desaparecido como las que se hallaban en otras calles de la zona. En la calle Cristo, esquina con la de Duque de Almodóvar, podemos ver aún otra casa con tejado de tejas árabes y varios vanos adintelados y resaltados con molduras planas y enrejados. En esta vivienda hubo hasta hace unos años una de las barberías más antigua de Algeciras. En la calle Tarifa quedan dos, una es una pequeña casita, con los vanos tapiados junto a la antigua posada nueva, hoy en ruinas, y la otra, cuya fachada está muy modificada; pero que mantiene el tejado de tejas árabes, sede del afamado bar La Casita.

Semejantes a estas casitas ya descritas también se encontraban otras en las calles Carteya y de Emilio Burgos (antes Marqués de la Ensenada), ya desaparecidas.
Aunque no son de la misma tipología exactamente, me referiré a otras casas de una sola planta. Entre las calles Tarifa. E. Santacana y de las Huertas se levantaba una casa con varios vanos, unos adintelados y otros con arcos escarzanos, resaltados por molduras planas, cubierta por el consabido tejado de tejas árabes; allí estuvo el bar La Cabeza del Toro hace muchos años. En su puerta solía ponerse un vendedor de burgaíllos. Se derribó en los años noventa y en su lugar se construyó un edificio de cuatro plantas.

En la calle de las Huertas se encuentra aún una casita del siglo XIX, ya arruinada, en su esquina con el callejón Catana (nº 28); posee vanos con arcos escarzanos, con molduras planas. La casa nº 13 de esta calle, demolida en 2006, y presumiblemente del siglo XVIII, mostraba cierta categoría arquitectónica, pues sus cinco vanos, uno central más ancho que daba acceso al gran patio-corral del interior, y otros dos a cada lado, se hallaban decorados por unos entablamentos del tipo de placa, con finas baquetillas y coronados por una delgada cornisa de sección escalonada; sus jambas y dinteles mostraban unas molduras planas. Los dos balconcillos de la izquierda tenían antepechos de rejas. En la derecha se encontraba una conocida librería de libros antiguos, tebeos y postales antiguas.
Al demoler la citada vivienda y la contigua, se hallaron importantes restos de casas de la época almohade, siglo XII; en concreto, se encontraron unos zócalos y suelos decorados con dibujos de motivos geométricos, de color rojo. Se rescataron varios lienzos del zócalo y hoy día se guardan en el almacén del museo, a la espera de que algún día se expongan en el Museo Municipal, tras su restauración.
Para finalizar este comentario y análisis de las viviendas populares de los siglos XVIII y XIX, comentaré dos casas de semejante estilo: Una se hallaba en la calle Duque de Almodóvar, esquina a la calle Cristo, y la otra aún se mantiene en la esquina de la plaza Joaquín Ibáñez y la avenida Agustín Bálsamo. Ambas se cubrían con una azotea con pretil y sus vanos presentan arcos escarzanos y molduras de sección escalonada. La primera tenía balconcillos con antepechos de rejas; fue demolida hace varios años y ahora en su lugar hay un solar con una tapia. La segunda tiene cortadas las molduras en las jambas de dos de sus vanos del lado que mira hacia la avenida de Agustín Bálsamo.

Como conclusión, he de indicar que estas casas que he analizado a lo largo de este trabajo carecen de valor arquitectónico y artístico; no obstante, poseen un gran interés sociológico y etnográfico, ya que nos muestran cómo era la sociedad del pueblo llano de Algeciras de hace doscientos años, una población socioeconómicamente bastante deprimida.
Por otra parte, al realizar este trabajo de campo, he podido comprobar el tremendo nivel de degradación urbana que presenta nuestra ciudad en algunos sectores de su casco antiguo: El barrio de la Caridad, el sector nordeste entre las calles Alfonso XI y Baluarte, algunas calles del barrio de San Isidro y en algún tramo del antiguo Secano. Es preciso hallar una solución para acabar con esta pésima imagen de la ciudad.
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