Un 7% de los algecireños habla dariya, la variante del árabe sin codificación escrita
Día Mundial de la Lengua Árabe
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Este lunes, 18 de diciembre, se celebra el Día Mundial de la Lengua Árabe. Se cumplen, además, cincuenta años desde que la Asamblea General de Naciones Unidas declarara el árabe como lengua oficial de la ONU. Sin embargo, ningún ciudadano del mundo tiene el árabe como lengua materna ni se comunica oralmente en este idioma: los cuatrocientos millones de habitantes que suman el conjunto de los países de origen o tradición árabe usan diversas variantes del árabe como lengua vehicular; para ellos, el árabe es una lengua en desuso que aprenden en colegios, madrasas y universidades, fundamental para acceder a toda información escrita, desde El Corán hasta la prensa diaria.
Los ciudadanos de cualquiera de los veintidós países de la Liga Árabe que no han recibido educación básica apenas entienden el árabe (eso que llaman árabe fusha o árabe culto): hablan alguna de sus cientos de variantes lingüísticas, mal llamados dialectos, y no pueden escribirlo.
El dariya y, en menor medida, el hassanía, son las lenguas vernáculas de Marruecos. Difieren notablemente del árabe (tanto como el español o el francés del latín) y no tienen codificación oficial, razón por la que, cada vez más, sus hablantes recurren a una transcripción no oficial con caracteres latinos. El reciente sorpasso de las comunicaciones a través de mensajes de texto (WhatsApp, Telegram…) frente a las de voz ha generado el desarrollo de una nueva codificación escrita: los jóvenes lo llaman “arabizi” y no es otra cosa que la transcripción al alfabeto latino de las diferentes variantes lingüísticas del árabe; variantes que carecían de escritura.
En España no existen censos oficiales de araboparlantes, pero sí de extranjeros, clasificados en los padrones municipales por nacionalidad. Los marroquíes empadronados en Algeciras son 6.300 (la cifra exacta cambia a diario). Todos ellos se comunican entre sí y en sus hogares en variantes del árabe, fundamentalmente el dariya, con los modismos y acentos de Tánger, Tetuán o Ceuta.
Partiendo de que en España un tercio de los migrantes de origen marroquí ya obtuvieron en algún momento de sus vidas la nacionalidad española, puede establecerse que, en Algeciras, hay otros 3.000 araboparlantes más, además de los censados (aquellos, de origen marroquí, que ya no figuran en el padrón municipal como extranjeros porque se naturalizaron españoles por arraigo, matrimonio, etc.). Por tanto, sumarían unos 9.000 los vecinos hablando dariya, lo que supone el 7% del total de los habitantes de Algeciras, que son 122.000 en números redondos. Ese porcentaje duplica con creces el de ciudadanos marroquíes (o de origen marroquí) que viven en toda España con respecto al de la población española total.
Resulta revelador comparar este 7% de hablantes de dariya en Algeciras con el 42% de los ceutíes que se comunican cotidianamente en esa lengua; concretamente en su habla particular de Ceuta. Tanto en esa ciudad vecina como en Melilla ya se registran propuestas políticas para la protección de las variantes del árabe propias e, incluso, existen movimientos que pugnan por que esas lenguas sean declaradas cooficiales junto al español. Algunos de los promotores de estas propuestas alegan que el euskera es lengua cooficial en el País Vasco con solo un 12,6% de ciudadanos que la utilicen.
Escribir variantes del árabe con caracteres latinos, como ya hacen en redes sociales y aplicaciones de mensajería numerosos jóvenes que se comunican oralmente en dariya, no es tan novedoso en la historia. La lengua maltesa, oficial en la Unión Europea, es también una lengua derivada del árabe cuya codificación escrita se lleva a cabo con caracteres latinos, de manera oficial, desde 1920.
Es lógico deducir que los jóvenes de origen marroquí que no han recibido educación escolar en Marruecos no conozcan suficientemente ni el árabe (el culto o fusha) ni su alfabeto, a pesar de los esfuerzos que hacen muchas familias y algunas mezquitas locales: en la mayor y más antigua de ellas, la Huda, se ofrecen cada tarde clases de árabe y Corán a cientos de niños nacidos de familias migrantes. Lo hacen porque el árabe es la lengua sagrada del islam, en la que está escrito el Corán y en la que debe ser leído. Pero ese árabe es también necesario para leer la prensa marroquí (o egipcia, por ejemplo) y para que sea posible la comunicación, al menos a niveles cultos, entre ciudadanos letrados de los distintos países árabes.
Como era de esperar, la presencia de migrantes de origen marroquí en España ha dado lugar a un nuevo habla que combina en la misma unidad lingüistica de comunicación palabras árabes y españolas: sucede, a juicio de los expertos, por un insuficiente conocimiento del dariya por parte de muchos jóvenes de origen marroquí, lo que les lleva a intercalar continuamente en su comunicación oral palabras propias del español.
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