Antonio Sánchez, nieto, hijo y sobrino de Algeciras, nos regala su música
IX ENCUENTRO INTERNACIONAL DE GUITARRA PACO DE LUCÍA
Familiares arropan al guitarrista en un concierto más que especial
Una masterclass para adentrarse o profundizar en la práctica del baile flamenco

Es verdad que en Algeciras el calificativo “especial” está muy manoseado, a veces sin su sentido, pero el concierto de Antonio Sánchez en la ciudad de su padre, de su abuelo y de sus tíos tenía todos los condimentos para calificarlo como especial. Por sus antecesores, por su infancia, por ser el primer disco, por otras muchas razones que serán reveladas en las siguientes líneas o puede que solo la compartan quienes le rodean en su círculo más íntimo.
Si al que suscribe le preguntaran en algún momento qué era lo que no se quería preguntar o responder ante esta presentación de Antonio Sánchez de su Kavara en Algeciras, lo más seguro es que no respondiera, pero si lo hiciera finalmente, a lo mejor diría que toda primera obra a la vista y juicio de todos es un gran momento para medir cuánto bueno o malo se ha aprendido en el camino de veinte años de ejercicio profesional. No olvidemos que el IX Encuentro Internacional de Guitarra Paco de Lucía no ha cruzado ni siquiera su ecuador, pero acaba de transitar por su velada más señalada desde el punto de vista musical y desde el punto de vista sentimental.
Antonio Sánchez, hijo de Antonio y Manuela, sobrino de Casilda, Paco, Ramón, María, Pepe, primo de José Mari, Maite, Ramón, Lucía… y así podríamos relacionar a muchos y muchas, ha presentado Kavara en la ciudad donde empezó todo y a la que él, como lo ha reconocido en una entrevista muy recomendable, quiere volver para quedarse aunque sea un tiempo sin definir ni fechar. El entrepiao seguro que lo sentía, como cualquiera de nosotros en sus circunstancias, y hasta puede que este periódico pueda dar fe más notable por nuestros vanos intentos de una entrevista muy deseada que no pudo ser. No todo es tan fácil como una fotografía. Seguro que un día del futuro será, sí. Pero esa tensión por la presentación del primer disco estaba en el ambiente. Antonio Sánchez está dando un paso adelante, él lo sabe, lo nota, y nosotros también.

Toda esa tensión fue difuminándose conforme iba hilando los primeros compases, él solo, como siempre hacía en los comienzos de sus conciertos con Paco, su tío, con el que si se buscan diferencias en este arranque, las palmeras de atrás estaban entonces más juntas, en aquellos conciertos que seguimos añorando. Sonaba a taranta, con falsetas de Siroco, que bien ¿verdad? No, solo es un juego, la guitarra suena en manos de Antonio Sánchez, y suena bien desde el principio. Y entonces grita Cortiña aquello de “aquel veiticinco de junio” que tanto nos recuerda a Camarón en el Romance del amargo, y él canta tan bien. Olé.
Y otro olé, que sigue y sigue por tangos, por rumbas, qué buena guitarra y qué grandes cantaores, que cantan bien las letras heredadas. Y ahora se suma el ritmo en la guitarra de Antonio, con las manos muy cerca, apenas un instante, que es donde está lo sublime, como lo escuchó de su mayor más admirable. Esto es flamenco grande.
Kavara, puede que para muchos lectores sea una revelación, es el nombre que utiliza Casilda Varela, primera mujer de Paco de Lucía, en una red social. También hay quienes nos llevan a la etimología turca, que traduce al castellano esa palabra como trineo. Sea como fuere, Kavara es el título de una producción que nace tras veinte años de ejercicio profesional en el que Antonio Sánchez ha aprendido de muchos de los mejores, ha meditado y ha trabajado como pocos. Se define como “un guerrillero del flamenco”, aunque por estos lares bien merece el calificativo de “currante humilde”. Lo suyo está labrado con muchas horas de trabajo, sabiendo escuchar mucho tiempo y opinar poco, lo que no le quita ni una pizca de la enorme personalidad que desarrolla en su arte. Cuando quiere lo cuenta con mucha claridad y sencillez, porque aprendió de Paco de Lucía, de Ramón de Algeciras, de José María Banderas, de José Mari Cañizares, de las falsetas de Ricardo Modrego, de los tablaos que recorrió, de los bailes y cantes que acompañó, de los músicos del gran septeto, de Román Vicenti, y del silencio, ese compañero siempre medible que sirve para marcar la sabiduría.
Es igual que esa diatriba sobre la importancia de la velocidad a la hora de tocar. En este punto valga una reflexión reciente que hace el autor de un libro de reciente publicación, David López Canales, que cuenta la historia de un japonés atraído hasta España por el flamenco, y que murió abandonado, sin dinero, en una de las calles de nuestro querido país. El autor establece conexión entre los códices samuráis y el flamenco, en las claves del uso de la catana y la guitarra, presididas ambas porque la velocidad se alcanza con la lentitud o en el uso diferente de las manos.
“Nadie sabe como toca hasta que graba un disco”. Es una opinión que comparte Antonio Sánchez con otros muchos flamencos que se han visto en el envite. Pues que quede en letra impresa, Antonio Sánchez toca muy bien, puede que con algunas maneras por pulir y por mejorar, siempre queda algo, pero lo ha demostrado en uno de sus escenarios más complicados y -ya puede corroborarlo- más agradecidos que tiene en su recorrido. Algeciras era y es su casa, como El Rinconcillo es parte de su patria, que es su infancia.

Toca rápido, sí, cuando es necesario y lo pide la composición, y toca muy rápido y con los dedos en su sitio. Pulsación, que gran pulsación dicen los que le siguen y la comparan, y no se equivocan, pero el flamenco que cautiva en sus manos, como de quienes le precedieron, se compone de otros muchos ingredientes.
“Más importante que los picaos, cerrar todos en el sitio, tocar todos en dinámica”….
Si, puede que volviera a pasar por su mente ese pensamiento, como cuando encaró los primeros conciertos junto a su idolatrado tío Paco de Lucía, viendo ahora en su concierto en Algeciras, en primera fila, a Casilda y a muchos miembros de su familia… “venga no te vengas abajo, tranquilo”. Y cuando miró pudo encontrar en los suyos y en el público el reflejo que vio en muchos escenarios del mundo en los ojos y en la actitud de Paco, esa paz que daba a los que le rodeaban.
El aura está en tí, y en los tuyos, porque lo tuvisteis más cerca que nadie. Que la paz sea con todos nosotros y con todas vosotras. Kavara es un disco de varios tributos, también a Parrita en la rumba que lo cierra, pero antes que llegar a ese final hay un recorrido que degustar. Eso está en el disco. Este concierto ha sido otra cosa, muy grande, con la propina de Zyryab.
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