"Jesús Quintero es todo un encantador de serpientes"
Entrevista | Jesús Melgar, periodista
Reportero precoz, ha ejercido con brillantez en la prensa escrita, la radio y la televisión
El próximo 14 de enero tendrá lugar la ceremonia de su nombramiento como Hijo Adoptivo de Algeciras junto al cura Pedro Mancilla, párroco de La Piñera
Melgar (Estación de San Roque, 1956) ha aprovechado como pocos la pandemia y ha escrito dos libros casi del tirón, ‘Trucos cocineros para náufragos hogareños’, un amplio glosario de consejos de cocina para inexpertos y/o despistados, y una biografía sobre Jesús Quintero a la que está dando los últimos pespuntes.
-Juan José Téllez le describió como “un algecireño de la Estación de San Roque”. De hecho, en la solapa de su libro de cocina figura como nacido en Algeciras.
- Mi infancia son recuerdos de la calle Sevilla, frente a la calle Libertad, barrio de San Isidro, Panadería La Estrella. Pero eso no impide que recuerde con cariño mi nacimiento en la calle Río, número 2, de la estación de San Roque.
-¿Sus conocimientos culinarios fueron aprendidos estando cerca de las cacerolas de su madre?
-A las faldas de mi madre y de mi abuela Rosario. Con un huevo y agua te hacían el misterio glorioso de un gazpachuelo antológico.
-Usted no torea de salón, es de los que se arriman a los fogones y habla con conocimiento de causa.
-Así es, usted lo ha dicho sabiamente. A los fogones, basta que te arrimes con afición y amor y lo demás se te da por añadidura.
-Impresiona su consejo de poner un clavo de acero en el aceite hirviendo para evitar que se queme demasiado. La cocina es pura química.
-Misterios de la naturaleza. A veces, inexplicables, pero ciertos como la vida misma. ¿Cómo puede un simple corcho de botella enternecer la carne más dura? La alquimia de la vieja cocina.
-¿Su especialidad culinaria?
-Después de diez años cocinando casi a diario, muy torpe tendría que ser para no dominar algunas cacerolas. Pero me trabajo los arroces, la pasta, algunas frituras (boquerones rellenos, por ejemplo) y el cuchareo en general.
-¿Cómo se cocina una buena entrevista, como las que hizo a Gadafi o Edén Pastora?
-Preparando una documentación exhaustiva, repasando la actualidad del personaje y procurar llevarlo a tu terreno, con suavidad, pero con decisión.
-¿El mejor cocinero?
-Me gustan muchos: Robin Food, Gipsy, Arguiñano es muy didáctico, Dabiz Muñoz es atrevido y resuelto. Pero los borrachuelos de mi abuela… no son fáciles de superar.
-Usted no perdona un buen puro para la sobremesa. ¿De dónde le viene la afición?
-De mis viajes habaneros a Pinar del Río, donde tengo algunos amigos tabaqueros que me iniciaron.
-A Jesús Quintero, más que el Loco, debería llamársele el Genio de la colina. Usted fue subdirector de su programa.
-Sí, primero en RNE y luego en la SER. Fueron unos años muy intensos, de aprendizaje continuo y trabajos muy fecundos.
-Nadie se resistió a ser entrevistado por él. ¿O hubo alguien que dio nones?
-Sí, tuvimos algunas asignaturas pendientes, especialmente a nivel internacional, como el Papa o Fidel Castro.
-Quintero. Qué voz, qué mirada, qué silencios.
-¡Y qué intuición! Todo un encantador de serpientes.
-¿Qué joyas intuye que alberga el archivo del Loco?
-Algunas exclusivas: por ejemplo, los diferentes sonidos de cada una de las caídas de agua del Generalife. O un especial en el cementerio de San Fernando en Sevilla con la decadencia de Muerte en Venecia o el entierro de Ocaña, el pintor ácrata, la entrevista postrera a Rafi Escobedo en el penal del Dueso…
-Quintero fue mánager de Paco de Lucía: “Todo el mundo dice que soy muy bueno, pero yo estoy tieso, a ver cómo arreglamos esto”, dice el Loco que le dijo el genio de la guitarra.
-Y lo llevó al Teatro Real, comenzó a popularizar su Entre dos aguas en los musicales de TVE y su cotización comenzó a subir como la espuma.
-El Loco, como usted, hablan andaluz perfecto sin perder las esencias.
-Tenga en cuenta que son muchos años ya de práctica, je,je… Y siempre hay que defender las raíces. Sin ellas, nada somos.
-Dice Quintero que "la entrevista es conducir al otro gentilmente a lo que es". Usted, ¿cómo se ha visto en esta?
-Gentilmente tratado, como siempre, en esta casa. Cuente con mi agradecimiento como yo con su complicidad. Muchas gracias, querido Javier.
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