Ferrera, Chacón, López Simón y el mayoral de Victorino cierran la feria a hombros
FERIA TAURINA DE ALGECIRAS 2022
Antonio Ferrera, Octavio Chachón y Alberto López Simón han desorejado a sus últimos toros de Victorino Martín en una corrida que ha rozado el apoteosis
El temple exquisito, la mano muerta, la cintura acompañando, embrocado, el garbo. Poder y suavidad al mismo tiempo. No sólo maneja tiempos y alturas, Antonio Ferrera es un maestro en la puesta en escena. Un creador sincero y preciso. Y desde este sábado, también es el triunfador, junto a Octavio Chacón y López Simón, de la feria taurina de Algeciras, después de que todos hayan salido a hombros por tres faenas diametralmente distintas. El mayoral de Victorino Martín también les ha acompañado en volandas por la Puerta Grande.
Tras la tradicional merienda, salió al ruedo el cuarto, de nombre Estudioso, un toro de preciosas hechuras; un verdadero taco. Tomó bien el primer puyazo aunque, como el resto de la corrida, no tragó más que un envite al caballo (¿qué habrá pasado con aquellas corridas de Victorino que se recordaban por su lucha en varas?). Las cuadrillas estaban enamoradas de Estudioso desde la mañana. Y no fallaron. El de Victorino fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre por su casta.
Ferrera lo mató de una personal estocada que ya ha hecho suya, caminando a paso corto hasta echarse encima de los pitones de Estudioso, que vendió cara su vida a pesar de quedar la espada arriba. Cuando asomaron los dos pañuelos en el palco presidencial, la sonrisa del torero cosido y curtido a cornadas brilló en Las Palomas. Incluso se había echado el viento.
A continuación, asomó por toriles el encastado Boliviano, al que Octavio Chacón tardó varias series en cogerle el aire. No era empresa fácil. El de Victorino fue incierto desde salida hasta que ganó en brío. La faena, a media altura, fue de alto voltaje. Tragó mucho el espada gaditano con un adversario duro y con tralla. Su apoderado, Antonio Cava, puro nervio, se comía las tablas del callejón cuando su torero echaba mano de la espada. Chacón entró con fe y dejó una estocada entera, algo baja, pero que le permitió cortar las dos orejas. Falta le hacían a este torero afincado en El Bosque, cuya trayectoria es un rosario con las corridas más duras de la cabaña brava.
No terminaron ahí las emociones. Parece que la feria se estaba guardando el plato fuerte cuando el reloj de arena ya casi se había vaciado. El sexto Victorino, de imponente trapío, también fue premiado con la vuelta al ruedo. Macatero se llamaba y le tocó en el sorteo a Alberto López Simón, quien este sábado se anunciaba por primera vez con la legendaria divisa. Al recibirlo de capa, el espada de Barajas tropezó y cayó a la arena, quedando a merced de Macatero, que se le echó encima. Que aquel accidente no acabara en cornada se debe a un milagro.
Llevaron las cuadrillas a López Simón a la enfermería para comprobar que el pitón no había calado en la carne, volviendo a salir el diestro al ruedo sin chaquetilla, chaleco ni zapatillas. Brindó el torero a un público rendido por el reciente sobresalto antes de ejecutar una faena entregada y meritoria, intuitiva casi. Como la de un novillero que desconoce del todo el oficio. Volaron las dos orejas, algo excesivas por el pinchazo previo a la estocada. Que tenga cuidado López Simón, torero últimamente olvidado en los carteles, porque podría postularse a entrar con más frecuencia en el circuito de las corridas duras a partir de ahora. Triunfar con los cárdenos este sábado implicaría ese caro peaje que Ferrera y Chacón tan bien conocen.
Victorino Martín ha traído a Algeciras una corrida que, independientemente del buen juego que han dado los tres últimos toros -a los primeros les faltó casta y emoción-, tenía la presentación de una plaza de segunda categoría, incluso un punto por encima, algo que el aficionado ha sabido reconocer ovacionando a todos los ejemplares de salida. Con algo más de pujanza, Estudioso habría sido un toro de bandera.
Las últimas corridas de feria siempre tienen un golpe de tristeza. En Madrid, después de treinta tardes de toros, al final, hasta los caballos de picar se notan más resabiados, más vapuleados. En Zaragoza, allá por el mes de octubre, los vestidos de los toreros, fulgurantes en los festejos de primavera, parecen perder parte de su brillo tras la dureza de la temporada. Este sábado se ha celebrado la última corrida de la feria taurina de Algeciras con esa melancolía natural, salvo para una persona: Carmelo García, el empresario.
Tres pinchazos en taquilla son demasiados para cualquier bolsillo. Las Palomas no es la única plaza en la que en el último mes se ha visto más cemento que público. En Granada, Castellón, León o Burgos, por citar algunas ferias, las entradas también han sido muy pobres. La cacareada “nueva normalidad” tiene poco de normal, al menos, en el sector taurino, y muy especialmente en las ferias de segunda y tercera categoría. O se toman medidas o, en un futuro próximo, más de una plaza acabará echando el cierre.
Ficha del festejo
Plaza de toros de Las Palomas. Media entrada. Toros de Victorino Martín, todos ovacionados de salida, 4º y 6º premiados con la vuelta al ruedo en el arrastre. Antonio Ferrera, de verde y oro, ovación y dos orejas tras aviso; Octavio Chacón, de blanco y plata, ovación y dos orejas; Alberto López Simón, de nazareno y azabache, ovación y dos orejas.
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