El parqué
Caídas ligeras
FERIA TAURINA DE ALGECIRAS 2023
Era Ferrera un gato. Un verdadero gato escalando por los tendidos de Las Palomas hasta alcanzar la meseta de toriles donde el maestro Francisco Ruiz Miguel retransmitía la corrida para Canal Sur Radio. Los dos toreros se fundieron en un abrazo y, con la misma, el extremeño se escurrió de nuevo hasta el centro del ruedo, como un ladrón que acaba de desvalijar un piso y escapa por la ventana sin dejar rastro.
No dudó. El cuarto toro de Victorino Martín, una pintura llamada Veronés, ya había cantado sus extraordinarias cualidades en los dos primeros tercios. Y no defraudó. Antonio Ferrera se echó la pañosa a la izquierda en el mismo centro del anillo y se puso a torear, ¡de qué manera! Un tratado sobre el temple, y ni un toque, todo suavidad. Veronés hacía surcos en la arena con el hocico a cada pase.
El público, que aún remataba la merienda, dejó los avíos a un lado. Ferrera es un torero distinto, con unas dosis de genialidad y locura que le hacen improvisar constantemente. También es un espada muy vivo, muy curtido, que conoce, como la palma de su mano, las distancias y los terrenos de cada encaste. Lo mismo que le ocurría a Ruiz Miguel cuando estaba en activo.
Cuando el extremeño cogió la espada de matar y regresó a la boca de riego, donde aguardaba el noble Veronés con la boca cerrada, la gente empezó a pedir el indulto para el de Victorino. Una solicitud excesiva, quizá, para una plaza de segunda categoría, sobre todo porque, en esos casos, existe el premio de la vuelta al ruedo. La presidencia hizo las consultas pertinentes por teléfono, mientras el agente de policía que había a su espalda le pedía a Ferrera que envainara la tizona.
Ruiz Miguel, que auguraba el triunfal desenlace, se deslizaba mientras tanto hasta el callejón. Acertó. A Veronés, la presidencia le concedió el pañuelo naranja que garantiza su regreso a la finca y una vida como semental, y Ferrera cortó las dos orejas y el rabo simbólicos. En la apoteósica vuelta al ruedo, se fundió en un abrazo con Ruiz Miguel quien, en esta festividad de San Juan, ha vuelto a pisar el albero de Las Palomas. El ganadero y el mayoral también acompañaron al diestro durante el triunfo.
La alegría y el triunfalismo prosiguieron con el quinto, otro ejemplar de bandera, por nombre Mindango. ¡Vaya temporada lleva Victorino! ¡Qué rosario de toros bravos! Manuel Escribano lo recibió a porta gayola y después, como cada tarde que el de Gerena hace el paseíllo, se dejó la piel. Sin embargo, tuvo un día aciago con la espada y a Mindango, que era igual de bravo que Veronés, lo pasaportó de dos pinchazos y un descabello. A pesar de ello, el personal, que venía calentito con el lío de Ferrera, también pidió las dos orejas que cayeron del palco más por arte de magia que por justicia. Para Mindango, vuelta al ruedo en el arrastre.
Miguel Ángel Pacheco es un joven de La Línea de la Concepción que ha tomado la firme determinación de ser matador de toros y vivir de ello. Al precio que sea. Por si no fuera lo bastante duro el reto que se ha puesto por delante, tiene en contra al empresario de su pueblo, Curro Duarte, que no lo anuncia en El Arenal ni a tiros. Entre tanto, se gana la vida como puede, entrenando en El Pinar del Rey a pleno sol y trabajando para una empresa de mudanzas.
En Las Palomas se ha jugado el tipo ante el lote más complicado. El tercer Victorino, muy encastado, cazaba moscas con el pitón derecho y mosquitas con el izquierdo. Si el linense, que se puso, tragó y aguantó, se ha librado de la cornada ha sido porque Dios y los rezos de su abuela, con la que está muy unido, le han salvado. Merece más y mejores oportunidades en el futuro.
Las autoridades desalojaron al público de Las Palomas con prisas porque a las doce se lanzaban los fuegos artificiales de fin de feria. Un reguero de pólvora por doquier.
Plaza de toros de Las Palomas. Cuarto y último festejo del abono. Media plaza. Volvió a soplar el levante.
Toros de Victorino Martín, muy bien presentados y extraordinarios de comportamiento. Antonio Ferrera indultó al 4º, de nombre Veronés, nº 21, cinqueño, negro entrepelado, de 535 kilos. El 5º, Mindango, nº 15, de 492 kilos, fue premiado con la vuelta al ruedo. Ovacionados en el arrastre 1º, 3º y 5º.
Antonio Ferrera, de grana y oro, oreja y dos orejas y rabo simbólicos; Manuel Escribano, de gris pizarra y oro, ovación tras aviso y dos orejas tras aviso; Miguel Ángel Pacheco, de blanco y plata, oreja y oreja tras aviso.
Escribano y Pacheco debutaban este sábado en Las Palomas e hicieron el paseíllo desmonterados. El torero de La Línea brindó el 6º toro al empresario Carmelo García.
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