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Gibraltar, hasta donde hemos llegado

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Lo de proporcionar “bienestar” favoreciendo la emigración es una dejación y una falacia intolerable

La filosofía sin fundamentos conduce al planteamiento de necedades, pero los necios lo ignoran

Varias personas acceden a Gibraltar para trabajar. / Vanessa Pérez
Alberto Pérez De Vargas

09 de junio 2024 - 02:00

Un día de estos, el último viernes del último mes, tuvimos los socios de Forum 2000 una larga reunión con Federico Trillo. Forum es un viejo grupo constituido en sociedad, cuyos miembros desde hace tres décadas nos reunimos una vez al mes, en torno a una mesa bien servida de viandas, en una sala reservada del Hotel Wellington de Madrid para hablar con el autor de la publicación de un libro o de algún asunto –generalmente de actualidad– previamente acordado por la junta directiva, invitando a quien consideramos que puede añadir luz sobre el tema elegido.

Como invitados, acudieron en su día personalidades relacionadas con Algeciras y su comarca, como el gran guitarrista flamenco José María Bandera o Carlos Pérez Tenorio, uno de los reconocidos expertos en hostelería de marca y en estrategia y logística empresarial en ese ámbito de negocio tan importante para la economía española.

En cuanto a Trillo, es un jurista de poco más de 70 años, nacido en Cartagena, letrado del Consejo de Estado, jurídico de la Armada, que fue presidente del Congreso de los Diputados entre 1996 y 2000 y ministro de Defensa en los siguientes cuatro años bajo la presidencia de José María Aznar.

En el encuentro se trataba de reflexionar sobre el poder que se ejerce desde posiciones diversas y bajo formas muy diferentes, la seducción entre ellas. Trillo estudió Derecho en la Universidad de Salamanca y se doctoró en la Complutense con una tesis titulada El poder político en los dramas de Shakespeare, que publicaría en formato divulgativo. Pero además la trayectoria política del invitado inducía a detenerse en numerosos e interesantes aspectos. Embajador en Londres durante un lustro, entre 2012 y 2017, éramos unos cuantos, Fernando Segú, Sergio González y yo, sobre todo, los interesados en que surgiera Gibraltar en el debate. Ángel Liberal, estratega de la Armada, que sitúo en primerísima línea entre los profundos conocedores de la realidad de la colonia militar británica, me había enviado un mensaje en el que me aseguraba que Trillo era uno de los mejores jefes que ha tenido en su vida.

Reunión de Aznar con Trillo, entonces ministro de Defensa / MANUEL H. DE LEÓN - EFE

Fernando Segú es periodista y formó parte de la portavocía del Gobierno presidido por Adolfo Suárez. Antes fue uno de los primeros destacados por el Ministerio de Información en la “proximidad” política de Gibraltar y cubrió como periodista el cierre de la verja en 1969. Sergio González dirigió Radio Algeciras a lo largo de casi veinte años, desde su incorporación a la cadena SER en los últimos años sesenta, por lo que vivió activamente los momentos más significativos tanto de la Transición en el Campo de Gibraltar como en el proceso de desarrollo industrial, comercial y portuario que se desencadenó coincidiendo con el cierre de la Verja. Es preciso que se sepa que al cierre, todos, absolutamente todos los trabajadores españoles colocados en la colonia, muy mayoritariamente en el arsenal militar, recibieron -a elegir- una importante indemnización o un destino laboral en España o en el extranjero. En este último caso, fue de gran ayuda el alto cargo que en ese momento desempeñaba en el Instituto Español de Emigración Ángel Silva Cernuda, que entre 1947 y 1956 fue alcalde de Algeciras.

La intervención de Federico Trillo en Forum 2000.

Estuvimos todos de acuerdo, particularmente Trillo, en las torpezas cometidas por los últimos gobiernos de España en la política relacionada con el contencioso. España ha perdido la oportunidad que las circunstancias derivadas de la salida del Reino Unido de la Unión Europea le han puesto en bandeja. Gibraltar, como “territorio británico” –a decir de los yanitos– debiera haber quedado en ese “territorio” con esos problemas que arrastra como colonia que es y que suponen su incapacidad para decidir sobre su propio futuro, condición sine qua non de la democracia.

En cuanto a los trabajadores españoles –considerados de segunda clase en la colonia– cuando menos debieran de haber tenido la misma oferta que tuvieron cuando el cierre de la Verja en pleno franquismo, denostado donde los hubiere. El actual Gobierno de España se refugia en su propia incapacidad para enfrentarse al reto que supone la masa laboral dependiente y a los negocios, oscuros en su mayoría, que muchas empresas españolas mantienen con la colonia; detalle, este último, evitado como, igualmente, cualquier referencia a la legión de paniaguados que a modo de una quinta columna mantienen los gerifaltes de Convent Place al norte de la verja; es decir, en lo que ellos llaman Corea del Norte.

Fachada de Covent Place

La figura del ministro Albares no ayuda a su ya evidente disposición a entretener al personal con argumentos dialécticos vacíos de contenido; a marear la perdiz, como se dice en estos casos. Parece que habla de broma desde un escenario de circo contemplado por espectadores bobos, que no pueden creerse lo que dice más que si están con él en ello o si conviene a sus propias miserias o egoísmos interesados e inconfesables. Humo blanco, inexpresivo, se desprende de sus continuos brindis al sol y de sus interminables evasivas. Bueno está que los diplomáticos sean discretos, pero no que la discreción se torne burla flagrante dirigida al personal de a pie.

Los alcaldes del Campo de Gibraltar y la Junta de Andalucía son tenidos por el ministro por meros elementos contemplativos, mientras el Reino Unido se deja acompañar, bien que como ositos de peluche para decorar la escena, de Picardo, García (Joseph) o similares. Ensaye el lector una búsqueda en internet desde cualquier navegador, escribiendo simplemente las tres expresiones: “ministro Albares”, “negociación” y “Gibraltar”. Aproximadamente 15.500 respuestas arroja el registro del buscador Bing de Microsoft. Todas noticias de los “encuentros”, declaraciones y pareceres y todas con el mismo resultado: el vacío. Nada que difieran en lo fundamental de unas a otras ni nada que suponga alguna idea clara sobre un arreglo imposible; porque imposible es lo inviable. Sobre contradicciones e incompatibilidades no es posible construir nada consistente.

Cuenta la prensa que en su reciente encuentro, entre otros, con el alcalde de La Línea, Juan Franco, el ministro Albares aseguró, refiriéndose a los habitantes del entorno español de la colonia, que “el bienestar de sus ciudadanos guía su (nuestro) trabajo para lograr un buen acuerdo para todos en la zona”. Ya les habría proporcionado más bienestar a esos ciudadanos que todo el que les pueda llegar de sus elucubraciones fantásticas y del ritmo y boato de sus inútiles entrevistas, el reparto entre ellos del dinero que nos está costando el histriónico proceso. Si de verdad fuera el bienestar de los ciudadanos lo que guiara la voluntad del ministro, estaría tratando de evitar que tuvieran que entrar en Gibraltar para, recibiendo un trato de trabajadores de segunda, ganarse un sustento que su país no es capaz de proporcionarles. La supuesta defensa del supuesto “bienestar” es una dejación monumental, la de favorecer la emigración para garantizar el trabajo.

"El sueño de la razón produce monstruos" grabado de Goya

En 1799, Francisco de Goya incluyó en su serie Los caprichos un aguafuerte titulado El sueño de la razón produce monstruos, una alegoría de la razón dormida, de la razón perdida que genera una atmósfera llena de monstruosas realidades. Seguramente se inspiró en la filosofía del influyente pensador prusiano Immanuel Kant, que nació hace casi exactamente trescientos años, en 1724, en Königsberg, donde vivió y ejerció como profesor de filosofía y murió en 1804. Esta ciudad, rusa desde 1945, rebautizada con el nombre de Kaliningrado, es una referencia en la historia de la Matemática, porque un célebre problema resuelto por Leonhard Euler, uno de los matemáticos más brillantes de todos los tiempos, se planteó sobre sus siete puentes urbanos construidos para salvar el río Pregolia. Se trataba de encontrar un recorrido que partiendo y llegando al mismo punto atravesara una sola vez cada uno de los puentes. El problema provocó el nacimiento de una de las grandes ramas de la Matemática actual, la Topología, un modo de observar las esencias de la Geometría que ha repercutido en su modalidad algebraica con gran fuerza en la Física moderna.

Königsberg (Merian-Erben, 1652)

Kant, al que se atribuye aquello de "atrévete a pensar", fue el filosofo de la razón; la filosofía sin fundamentos conduce al planteamiento de un número inimaginable de necedades, decía. Claro que tal cosa pasa desapercibida a los necios.

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