"El narco blanquea a través de empresas, muchas domiciliadas en Gibraltar o Dubai"
Entrevista | Macarena Arroyo, fiscal Antidroga del Campo de Gibraltar
Responsable de la lucha contra el tráfico de estupefacientes, advierte que las redes criminales utilizan las criptomonedas para dar apariencia legal a sus ingresos ilícitos
Reclama más medios humanos y materiales y una reforma legislativa que permita agilizar la instrucción de las diligencias
Algeciras/Macarena Arroyo (Jaén, 1979) tuvo desde joven muy clara su vocación por el Derecho y su deseo de convertirse en fiscal. Tras aprobar las oposiciones, pasó por varios destinos antes de decidirse por “una plaza de trinchera” como Algeciras, primero como fiscal de apoyo en Antidrogas y desde finales de 2017 como jefa de ese área. Con fama de trabajadora y estricta, corre a diario y es una lectora incansable que devora a pares las novelas de suspense de Juan Gómez Jurado. La entrevista tiene lugar en su despacho, un espacio ordenado y luminoso no especialmente amplio.
-¿Satisfecha con la labor que se está haciendo?
-Mucho, mucho.
-Ponga un porcentaje a esa satisfacción.
-A ver, como soy muy exigente siempre digo que tenemos que seguir, que tenemos que hacer mucho más. Vamos a ponerlo en un 80%, porque si llegamos al 100% nos relajamos. Eso en cuanto al trabajo que estamos haciendo en esta Fiscalía, no solo la Antidroga, sino la del conjunto de los compañeros, que hacen una labor brillante; si me refiero a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, le digo que un 100%.
-Si le pregunto por los medios materiales y humanos, me dirá que son insuficientes.
-Sí, lo que siempre se ha hablado. Se necesitan medios para agilizar los procedimientos, ordenadores más potentes, impresoras... Y medios humanos, por supuesto. Es lo que venimos reivindicando en todas las reuniones y en todas las actuaciones. Aunque resulte repetitivo decirlo, se ha creado un cuello de botella. De ahí ese 20% de insatisfacción del que hablaba antes, que se está convirtiendo en frustración.
-¿Por qué?
-Porque esa importante labor que están realizando las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, esas detenciones a gran escala, esos macroprocedimientos contra el narcotráfico, si los jueces y fiscales no tenemos el soporte y la ayuda de carácter personal, no conseguimos nada: superamos los tiempos previstos, estas personas que están en prisión tienen que ser puestas en libertad provisional antes de que haya juicio, muchas veces no están cuando se les llama para la vista oral... Y ahí empieza el retraso y la frustración. Es necesario un refuerzo en las plantillas de jueces, de fiscales y de funcionarios.
-También es preciso algún cambio normativo, por ejemplo de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
-Sí. En la mesa está el anteproyecto de la nueva ley, que intenta adaptar el modelo español al europeo, en el cual la figura del fiscal adquiere un papel importantísimo.
-Porque asume la investigación.
-Efectivamente. ¿Qué pasa? El Consejo Fiscal se reunió con la Fiscalía General y se lanzó un memorándum respecto a ese anteproyecto. No nos quejamos, pero para hacer real ese anteproyecto es necesario reforzar el sistema con todos los medios habidos y por haber. Es preciso dotar de más miembros a la plantilla fiscal porque, si no se hace, la nueva ley será inviable. En realidad, en el ámbito de la Fiscalía Antidroga, la relación con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado es muy estrecha, de tal forma que casi estamos asumiendo el papel del fiscal instructor, pero eso hay que formalizarlo legalmente. Nosotros asesoramos a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, las vamos orientando y reconduciendo, pero esa función todavía la tiene el juez.
-¿Se puede hacer algo más en relación a los plazos de instrucción? Hay casos que se prolongan años sin que acaben de ver el final.
-Yo no soy amante de los plazos.
-¿Qué quiere decir?
-Nosotros trabajamos rápido siempre y cuando tengamos esos medios a los que me refería antes. Uno de los problemas existentes es la multitud de recursos que hacen que una causa se convierta en eterna. No hablo de limitar los derechos de las personas a su legítima defensa, pero deberíamos establecer una serie de límites a esos recursos que provocan dilaciones y retrasos en los procedimientos. Eso provoca que hechos que se produjeron en 2010 aún no hayan sido juzgados en 2021. Habría que unificar los procedimientos en la forma de trabajar de la Fiscalía y las defensas para agilizar los procedimientos.
-Un ejemplo.
-Cuando se detiene a una persona suele decir aquello de “yo lo que quiero es que se demuestre que soy inocente”. Esa posibilidad la tiene en el acto de la vista oral porque el juez instructor no determina si es inocente o no, sino que lo hará la sala o el juzgado de lo Penal correspondiente. La idea es llegar cuanto antes a esa vista oral y para eso es importante limitar la presentación de escritos, de recursos contra autos, diligencias, providencias...
-Decía que no es amante de los plazos.
-Sí, porque la última modificación que se hizo del famoso artículo 324 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal fijaba un plazo máximo de instrucción de seis meses, con la posibilidad de prorrogarlo hasta 18 meses en los casos de complejidad de la causa. Bien, esa reforma se modificó dando un plazo máximo de doce meses, aunque por la pandemia hubo una instrucción por la que se puso a cero el contador entre el 29 de julio de 2020 al 29 de julio de 2021. Hay casos que están prácticamente finalizados y otros que requieren más tiempo, pero supeditarlos a un plazo es muy peligroso. No es que nosotros queramos alargar los procedimientos, sino que hay trámites que se dilatan mucho en el tiempo.
-¿Por ejemplo?
-Las comisiones rogatorias a terceros países para que faciliten información y que suelen tardar cinco, seis o siete meses.
-Hay abogados especializados en recurrir cada paso que se da en un juzgado.
-Síííí. Se pueden solicitar diligencias por parte de los letrados, el juez las deniega, el letrado recurre en reforma, se vuelven a denegar, se recurre en apelación ante la Audiencia... Claro, están en su derecho, pero conlleva un retraso considerable en los procedimientos. Un ejemplo, se piden diligencias difíciles de practicar, como pruebas de ADN, de salinidad...
-¿De salinidad?
-Sí, se piden mucho. Los abogados pretender demostrar así que sus clientes no han estado a pie de playa, que no han tocado el agua y que, por tanto, no estaban descargando los fardos. Se analiza la ropa, pero hay que llevarla a un laboratorio. Eso retrasa eternamente los procedimientos. También se piden pruebas caligráficas o de voz sobre las intervenciones telefónicas.
-Usted me corrige si me equivoco, pero durante mucho tiempo existió la sensación de que el tráfico de hachís era una actividad marginal, pero el tiempo ha demostrado que hay grandes organizaciones criminales que no escatiman recursos.
-Es así, son organizaciones perfectamente estructuradas y jerarquizadas donde cada miembro desempeña un papel perfectamente definido. Ese es otro de los problemas que tenemos, que los procedimientos por organización criminal no son ágiles. Tenemos organizaciones criminales instauradas en el Campo de Gibraltar y en la Costa del Sol que son investigadas mediante el procedimiento de sumario, lo cual complica todo por su complejidad.
-¿Cómo funciona esa jerarquía en los grupos criminales?
-Hay un jefe con sus lugartenientes correspondientes. Cada cual tiene encomendada una función, en tierra, agua, logística... Se han constituido en cooperativas.
-¿Qué significa eso?
-Significa que hay grupos criminales que se están uniendo a otros para echarse una mano entre sí y conseguir que sus alijos entren en territorio nacional: hay subcontratas, de tal forma que unos grupos contratan a otros para determinadas funciones.
-Unos roban los todoterrenos, otros suministran la gasolina...
-Claro. En esa logística se incluye el avituallamiento de gasolina, de víveres e, incluso, embarcaciones; otras se encargan de la sustracción de vehículos en Cataluña, Valencia, Madrid... Otra parte se encarga de las guarderías donde esconder la droga, que muchas veces las hemos encontrado en la zona de Toledo, Albacete, Córdoba, Jaén... Tienen un ámbito casi nacional con el fin de eludir la acción que se ejerce sobre ellos en el Campo de Gibraltar. Estas organizaciones recurren mucho a otras radicadas en Galicia, para comprar las embarcaciones en astilleros clandestinos y se ha visto a personas del Campo de Gibraltar en narcolanchas en la zona de Valencia, Alicante o Barcelona. Están abriendo el abanico por todo el litoral mediterráneo de la península.
-¿Existen dos ramas del narcotráfico, una dedicada al hachís y otra a la cocaína a través del Puerto de Algeciras?
-Sí. Uno de los elementos más característicos del narcotráfico en el Campo de Gibraltar y, particularmente, de Algeciras, es la confluencia de la proximidad de Marruecos, de donde procede el hachís y cuyo trasiego es continuo, y el Puerto de Algeciras, el cuarto de Europa y uno de los de mayor entrada de cocaína. Tenemos dos frentes abiertos muy importantes.
-¿Guardan relación las organizaciones dedicadas a una y otra droga?
-Son organizaciones distintas, no tienden a mezclarse, son mundos totalmente distintos. Hay excepciones, pero quien trafica con hachís no suele dedicarse a la cocaína. Se da un hecho importante y es que los fiscales Antidroga de Algeciras formamos parte de la red de fiscales Antidroga de Iberoamérica. Unos y otros tratamos de aunar fuerzas para comunicarnos en el ámbito de la cocaína.
-Pero está entrando cocaína en narcolancha y hachís en camiones que llegan en ferris a través del Puerto de Algeciras.
-Sí, eso no lo podemos olvidar. El hachís entra en camiones y en narcolanchas, también en motos de agua, que pueden cargar entre 100 y 150 kilos, e, incluso, por drones en pequeñas cantidades. El problema que estamos teniendo con la cocaína es que hay en exceso de ella en los países productores a causa de la pandemia y está entrando en Europa previo paso por Marruecos. Y es verdad que las organizaciones que tienen la infraestructura para traficar con hachís la utilizan a veces para transportar cocaína desde Marruecos. Hemos intervenido una narcolancha en Huelva con 1.200 kilos de cocaína y 700 kilos en una casa en Estepona, un alijo que había llegado por la misma vía. Por el momento son hechos concretos, pero se ha dado, sí.
-Se está trabajando mucho la investigación en torno al patrimonio de los narcotraficantes y el blanqueo de capitales. Supongo que el papel que juega a ese respecto la Oficina de Recuperación y Gestión de Activos (ORGA) del narcotráfico está siendo clave.
-Tanto la Guardia Civil como Policía Nacional han partido de la premisa de investigar el patrimonio de los narcotraficantes. Hay que atacar los bienes que ha obtenido como consecuencia del tráfico de estupefacientes. Y la ORGA nos ha dado un empujón porque a efectos de la localización de activos de personas físicas y de sociedades es un elemento importante.
-¿Cómo blanquea el narco sus ganancias? Tengo la impresión de que lo primero que hace el pequeño narcotraficante es comprarse un coche de lujo y una casa fastuosa, pero entiendo que el grande emplea métodos más sofisticados.
-El narco grande blanquea el dinero con mucha elegancia y es difícil llegar a él. Constituye empresas fuera del territorio nacional a través de las cuales compran bienes inmuebles. Se han detectado muchas sociedades de este tipo en Gibraltar, lo cual nos impide mucho acceder a ese patrimonio, y también mucho en Dubai. En España blanquean a través de sociedades domiciliadas en Madrid, Barcelona...
-Entiendo que el narcotraficante hace sus transacciones con dinero físico.
-Sí, sí, sí. Ellos realizan las transacciones con dinero en metálico.
-¿Y así llega el dinero a Gibraltar y Dubai?
-Para introducir el dinero en el circuito legal se constituye un entramado societario a través de personas expertas en blanqueo de capitales. También se compran casas, objetos de decoración y vehículos que están a la vista, por así decirlo y sin quitarle importancia, pero las grandes cantidades se blanquean a través de sociedades en las que el dinero se va ingresando por diversas vías dificultando la trazabilidad, lo cual complica las investigaciones.
-¿Y las criptomonedas?
-También se está dando mucho el blanqueo a través de monedas virtuales. Las organizaciones criminales están a la orden del día blanqueando sus ingresos por esa vía.
-Para entendernos. ¿Un narcotraficante o un testaferro entra en Gibraltar con el coche lleno de billetes en un doble fondo, se dirige a un banco o a un despacho, lo ingresa y se lo convierten en bitcoins o en acciones de una empresa?
-Sí, sí. Se ha detectado el uso de coches caleteados, con dobles fondos, donde transportan un millón o millón y medio de euros en metálico. Y ese dinero llega a manos de una persona que se encarga de blanquearlo.
-Así es.
-En ese caso, el dinero era transportado semanalmente hasta Madrid y allí había un despacho que se encargaba de su blanqueo.
-Sí, sí, sí.
-En el caso de Gibraltar, decía hace un momento que hay trabas para investigar. ¿Existe colaboración por parte de sus autoridades en la lucha contra el narcotráfico?
-A ver, la situación ha surgido a raíz del Brexit, que nos ha complicado todo en materia de comunicación. Antes, cuando Reino Unido y Gibraltar estaban en la UE, la comunicación era mucho más inmediata, con una relación mucho más directa teniendo en cuenta las órdenes europeas de investigación. El problema ahora es que Reino Unido, con Gibraltar, es un tercer estado, ajeno a la UE. Eso complica mucho los trámites y la forma de proceder. Sí podemos decir que a nivel policial hay una colaboración bastante importante y buena, pero a nivel judicial y fiscal, no es que estén mal, pero hay unos requisitos muy complejos para poder tramitar actuaciones, concretamente en lo que se refiere a investigaciones que llevamos en el Campo de Gibraltar. Tenemos que trabajar con comisiones rogatorias que deben tramitarse a través del Ministerio de Justicia, que se dirige a su ministerio, desde allí deben reenviarlo a su ministro de enlace, este lo manda a Gibraltar... Donde antes había una línea recta, ahora solo hay curvas.
-Las relaciones cara a cara con los jueces y fiscales de Gibraltar, ¿bien?
-Sí, sí. Hay unas relaciones muy buenas. De hecho, la coordinación en el ámbito internacional la lleva aquí Alfredo Blanes y en Cádiz Javier Gilabert. También Rosana Morán, que está en la Fiscalía de Cooperación. No hay problemas, hay reuniones y se intenta unificar criterios, pero la puesta en práctica de todo ello es ahora mucho más compleja.
-¿Se ha dado la circunstancia de que, cuando ha culminado ese proceso, ha pasado tanto tiempo que se ha puesto en alerta a los narcotraficantes y se ha desbarato alguna operación?
-No, tenga en cuenta que esas comisiones rogatorias son secretas y que las organizaciones criminales no llegan a alcanzar eso. El problema es que hay procedimientos que podríamos haber resuelto en dos meses y se alargan a diez o un año. Se consigue, pero a base de insistencia y de mucho más trabajo.
-¿Las autoridades de Gibraltar podrían hacer algo más para evitar que el blanqueo de capitales fuera tan aparentemente fácil en su territorio?
-Ahí me pierdo, depende de su legislación, pero en lo que se refiere a la cooperación policial, judicial y fiscal no hay problema alguno. Ellos tienen su forma de proceder y de trabajar. Gibraltar se considera un paraíso fiscal porque es una zona que no transmite determinada información, tienen sus propios baremos.
Juzgados mixtos
-¿Qué situación se vive en juzgados mixtos como los de La Línea y San Roque?
-De saturación absoluta.
-Para echarse a temblar, ¿no?
-Sí. El papel que están desempeñando en La Línea y San Roque los jueces y fiscales, junto con los funcionarios judiciales, es encomiable. Sufren una saturación y un colapso tremendo. La jurisdicción mixta incluye las causas penales y civiles. En la penal no solo hay droga, sino otros muchos tipos delictivos. Los jueces y fiscales están cambiando continuamente de chip, porque lo mismo tienen que enfrentarse a un tema de drogas que a un robo, un asunto por una guardia y custodia de menores, de lindes, de urbanismo... Y, a su vez, asumir guardias que no siempre son sencillas, con un par de asuntos urgentes, porque en algunas te pueden caer muchos detenidos. Los jueces y fiscales de esos juzgados están llevando a cabo una labor brillante, descomunal.
-De ahí que haya tanta rotación de jueces y fiscales en esas plazas. En cuanto pueden, piden el traslado.
-Claro. Cuando llega un juez o un fiscal a esos juzgados y ve ese volumen de trabajo... Es inabarcable. De ahí viene también la frustración que generan los procedimientos que no avanzan, que van lentos. No puedes con todo a la vez. No pueden tomar declaración a investigados, testigos, menores, hacer periciales... Son seres humanos.
-¿Y sus jefes y los responsables políticos qué les dicen ante esto? Me refiero al Ministerio de Justicia, la Consejería de Justicia, la Fiscalía General del Estado...
-Por lo que se refiere a la Fiscalía tenemos un refuerzo muy, muy importante. Las reivindicaciones que hacen el fiscal jefe de Algeciras, la fiscal autonómica, el fiscal especial Antidroga o la Fiscalía General van encaminadas a pedir refuerzos de plantilla y ahí sí nos sentimos respaldados. Trabajando muchísimo, pero respaldados. La Fiscalía General del Estado está continuamente exigiendo el aumento de plantillas, especialmente en el Campo de Gibraltar como zona de especial singularidad.
-En esa estrategia fue nombrado Javier Zaragoza como fiscal Antidroga de apoyo, que renunció al poco tiempo. ¿No tenía encaje en el organigrama?
-Cuando se inició el Plan Carteia de lucha contra el narcotráfico en el Campo de Gibraltar, se reforzó la Fiscalía Antidroga con el nombramiento de Ana Villagómez como fiscal jefe de ámbito andaluz y en la Fiscalía especial Antidroga está José Ramón Noreña, que nos coordina y que está día a día conmigo y con Ana. La idea era que Javier reforzase esa estructura, pero falló la forma en que se determinó. No podemos saltarnos la tramitación legal en los nombramientos.
-Entiendo que la intención era buena, pero falló la ejecución.
-La verdad es que José Ramón Noreña ya hace esas funciones. Quizá habría que reforzar la estructura aquí, en el Campo de Gibraltar. Esta es una Fiscalía Antidroga delegada y quizá debería tener otro rango, con más compañeros.
-El narcotráfico, más allá de esta vertiente policial, fiscal y judicial, tiene otra que es la social, con un terrible impacto.
-Totalmente, ahí también debemos luchar. Esto es una lucha en todos y desde todos los ámbitos, el policial, el judicial y fiscal y el social. No podemos luchar con desigualdad de condiciones, sin las mismas armas, para que se entienda. Las organizaciones criminales tienen muchísimos más medios y capacidad para operar que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y que los jueces y fiscales para investigar. En el ámbito social también se nota esa desigualdad: es muy difícil decirle a un chaval de 18 años que se tiene que dedicar a trabajar de lunes a viernes, por un sueldo muy modesto, cuando la organización criminal de turno le da 500 euros por ser un simple punto para avisar durante media hora si sale la Guardia Civil o la Policía Nacional, mil euros si eres paquetero en la playa o 15.000 si haces un viaje como piloto de una narcolancha. Es muy difícil luchar contra eso.
-Y más cuando esa actividad pasa de generación en generación.
-Efectivamente, el trabajo pasa de padres a hijos. Ellos lo tienen instaurado así, el narcotráfico es su trabajo. Lo ideal sería potenciar desde abajo y desde un principio mensajes claros: la droga mata, el consumo de hachís y de otras sustancias con THC a largo plazo provoca daños psíquicos importantes, desde paranoias a depresiones, pasando por esquizofrenia. Hay que eliminar la sensación de tolerancia del hachís. "Como mi abuelo y mi padres traficaban, pues yo también", te lo dicen así. Y que el hachís no es como la cocaína... Pues no. Son generaciones de personas que las vamos a perder.
-¿Con el panorama que ha dibujado, le recomendaría a un fiscal que acaba de aprobar las oposiciones que viniese a trabajar al Campo de Gibraltar?
-Le cuento mi experiencia: mi primer destino fue Zafra, un destino supertranquilo del que guardo muy grato recuerdo. El segundo fue Cáceres.
-También muy tranquilo.
-Muy tranquilo y grato también. Extremadura es la gran desconocida y a mis compañeros de Extremadura los quiero a rabiar. Cuando decidí venirme al Campo de Gibraltar, todo el mundo me preguntaba por qué lo hacía. Lo normal es que tu primer destino sea un lugar de trinchera y que, a medida que vas cumpliendo años, te vayas a fiscalías mucho más tranquilas. Yo lo hice al revés. El compañero que venga al Campo de Gibraltar va a ver de todo, debe ser muy versátil porque va a tener mucha diversidad y muchísimo trabajo todos los días. Eso sí, hay mucha unión entre los compañeros. El mensaje que transmitiría es que se animen. Este es un destino en el que se trabaja mucho y muy duro, pero también es muy gratificante, engancha.
-¿Le tienta la política?
-El político debe ser una persona con carácter fuerte para saber aceptar las críticas... ¡Y el problema que tengo es que no me gustan las críticas! (Risas) Por ahí no voy entrar, de la misma forma que tampoco me considero buena jefa, no tengo vocación de liderazgo, creo.
-Bueno, a la hora de investigar, usted coordina un equipo de personas, de agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
-Sí, eso sí. Pero en las investigaciones que realizamos somos todos uno. No tiene que haber un jefe, ni un segundo, ni un tercero. A diferencia del juez, al que le rodea cierta soledad, los fiscales tenemos un respaldo bastante importante. Yo tengo cuatro pilares en los que apoyo, que son el fiscal jefe de Algeciras, la fiscal Antidroga a escala autonómica, el fiscal Antidroga a nivel español y el fiscal general del Estado. Estoy entre algodones y eso es muy importante a la hora de desarrollar mi trabajo. Y el equipo de fiscales Antidroga en el Campo de Gibraltar lo formamos tres compañeros, Francisco Ruiz Alcalá, Alfredo Blanes y yo. Eso me da la fuerza para el día a día, porque en realidad somos uno. El apoyo entre los tres es importantísimo, trabajamos como una piña. Pero, volviendo a su pregunta: no sé mandar, prefiero hacer.
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