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El Hotel Reina Cristina de Algeciras, el más selecto de España (I)

Estampas de la historia del Campo de Gibraltar

Numerosas personalidades se hospedaron en el primer siglo de existencia de un lugar estratégico que fue un nido de espías durante la Segunda Guerra Mundial

El arquitecto escocés Guillermo Thompson, que ya trabajaba para la Compañía del Ferrocarril, fue el encargado de dirigir las obras entre 1898 y 1901

Vista del hotel y de sus jardines. Fotografía tomada entre 1901 y 1902, a poco de haberse inaugurado el establecimiento.

La llegada del ferrocarril a Algeciras en el año 1892 de la mano de la compañía inglesa The Algeciras-Gibraltar Railway Company Limited (luego Compañía del Ferrocarril de Bobadilla a Algeciras) representó, como refiere acertadamente Emilio Santacana, la revalorización de los terrenos -hasta esa fecha constituidos por baldíos, algunas huertas y un tejar- situados al sur del río de la Miel en la zona conocida como Villa Vieja o Campo del Sur, aunque desde mediados del siglo XIX se tiene constancia de la adquisición de terrenos en ese lugar por algunos comerciantes gibraltareños.

Al mismo tiempo que se estaba construyendo la línea del ferrocarril, la pujante sociedad británica y su ramificación en su colonia de Gibraltar, comenzaron a invertir en torno a ese núcleo de actividad comercial y de tránsito de viajeros que era el muelle de Madera (construido por la compañía inglesa del ferrocarril en el año 1892) y la estación término establecida en su cabecera. Villas de recreo y hoteles fueron surgiendo por iniciativa de empresarios y comerciantes ingleses y gibraltareños en la meseta situada sobre la recoleta playa del Chorruelo.

La Compañía del Ferrocarril, entendiendo que los viajeros que llegaban en el tren o esperaban emprender viaje en él, así como los turistas que pudieran estar interesados en visitar la vecina ciudad de Ronda, necesitaban un establecimiento de lujo donde poder hospedarse, creó The Iberian and Mediterranean Hotels Company Limited con la idea de construir dos hoteles, uno en Algeciras, que se llamaría Reina Cristina, en honor de la reina regente de España, y otro en Ronda, que se denominaría Reina Victoria (edificado en el año 1906) en honor de Victoria Eugenia de Battenberg, esposa del rey Alfonso XIII desde mayo del citado año.

El lugar elegido en Algeciras fue la meseta cubierta de huertas, chozas y el tejar al sur del río de la Miel, un lugar elevado desde el que se tenía una magnífica vista de la Bahía, de la Isla Verde y del peñón de Gibraltar, al mismo tiempo que se hallaba a no mucha distancia del muelle de Madera de la Compañía y de la Estación del Ferrocarril. Cerca del solar previsto para el hotel, sobre el barranco que daba a la playa, se hallaba la parcela en la que en 1888 había edificado Luis Antonio Lombard una casa de recreo. La compañía creada por Alexander Henderson para edificar los hoteles adquirió en 1897 a Guillermo Jaime Smith Corlett, comerciante gibraltareño y vicecónsul del Reino Unido, unos siete mil metros cuadrados de terrenos en la parte meridional de la meseta, espacio que iba a ocupar el hotel. El proyecto le fue encargado a Thomas Edward Collcutt, un prestigioso arquitecto inglés, buen conocedor de España, con mucha experiencia en la construcción de instalaciones hoteleras. Sin embargo, en opinión de Ana María Aranda, no hay constancia de que Collcut llegara a viajar hasta Algeciras. El encargado de dirigir in situ las obras fue el arquitecto escocés Guillermo Thompson que ya trabajaba para la Compañía del Ferrocarril y que, años después, sería director del hotel.

Los trabajos de construcción dieron comienzo en 1898 y el edificio fue inaugurado el 27 de mayo de 1901. El Imparcial, en su edición del día 29 de mayo de ese año, publicó la noticia de tan relevante evento con estas palabras: Anoche (la noticia está enviada el día 28 por la mañana) se verificó la inauguración del nuevo hotel Reina Cristina, edificado sobre las ruinas del antiguo Algeciras, terreno que ha quedado convertido en delicioso jardín. El director gerente, don Ignacio Lersundi, recibió galantemente a los invitados, entre los que figuraban el comandante general, señor Buza; el general gobernador de Gibraltar, Mr. Withe; el diputado provincial, don Pedro Muñoz; el alcalde, don. Manuel Sanguineti; el comandante de marina y otras autoridades de Gibraltar y varios representantes de la prensa. Después de visitar el hotel, los invitados fueron obsequiados con un banquete, en el que se pronunciaron calurosos brindis y se vitoreó a los monarcas de España e Inglaterra.

El periódico El Liberal, un día antes, daba la noticia y añadía que el consejo de administración del hotel estaba formado por Mr. J. W. Todd y por Mr. Alexander Henderson. Manuel Fernández Mota recoge un interesante párrafo del Diario de Sesiones de las Corte del 26 de diciembre de 1905 en relación con el lujoso hotel que tendría un especial protagonismo durante la celebración de la Conferencia Internacional sobre Marruecos de 1906. En él se hospedó la mayor parte de las delegaciones de las naciones asistentes y sus jardines, pasillos y comedor sirvieron de improvisados lugares de debate, como puede apreciarse en algunas de las fotografías conservadas. En el citado Diario de Sesiones se dice: Allí se levanta el soberbio hotel María Cristina, el mejor y más caro de España, donde el más modesto hospedaje cuesta una libra esterlina, con su precioso parque, su confort puramente británico, sus espléndidas vistas a la bahía de Algeciras y al Estrecho, sus carreteras que semejan alamedas, lugar hoy tan de moda como las estaciones invernales de Egipto, y tan solicitado en este tiempo por la aristocracia inglesa, que en pocos años ha sido preciso construir otro edificio igual al primitivo (se refiere a la ampliación realizada en 1903 de 60 a 100 habitaciones), y aún hoy se proyecta levantar uno nuevo de análogas dimensiones, para el próximo invierno.

El día 17 de febrero de 1906 las sesiones de la Conferencia se suspendieron hasta el día 3 de marzo. El mismo día del aplazamiento los embajadores se reunieron en el salón-comedor del hotel para degustar una suculenta comida cuyo menú se ha conservado. Los plenipotenciarios tomaron, de entrada, Hors d‘Oeuvres, es decir, entremeses; a continuación Omelette aux Rognons (tortilla de riñones); le siguió Caneton aux Navets (ánade o pato con nabos), para seguir con Filet Grilleée Maître d‘Hotel (filete asado al estilo del maître), Pommes Nouvelles Rissolées (patatas nuevas doradas) y Viande Froid à la Gelée Americaine (carne fría a la gelatina americana). Para terminar se sirvieron postres. Durante la Conferencia de Algeciras ―escribe la revista el Nuevo Mundo el 17 de enero de 1930 en un artículo referente al pasado incendio del hotel (del que se tratará en el siguiente artículo)―, fue lugar señalado de reunión, acogedor y hospitalario, la mansión señorial del magnífico Hotel Reina Cristina, el primer gran hotel que se alzara en España y por cuyos amenos y agradables ámbitos se conjuró en coloquios diplomáticos la tan temida ruptura (se refiere el autor a la ruptura del equilibrio europeos con la Conferencia de Algeciras que sentaría las bases, según el autor del artículo, de la Primera Guerra Mundial).

El Hotel Reina Cristina, desde su inauguración, se había convertido en referencia para el turismo internacional, estando considerado como uno de los más lujosos y exclusivos de España. Sin embargo, su conexión con la aristocracia inglesa y con la alta burguesía asentada en la vecina colonia de Gibraltar fue siempre uno de sus principales acicates. Los oficiales de la guarnición británica de Gibraltar y los ricos comerciantes e industriales de la Roca, que llegaron a considerar la zona de la Villa Vieja como una prolongación de la colonia, asistían todos los sábados a los bailes de gala que organizaba el hotel.

En el año 1925 tuvo lugar una reunión de alto nivel en los salones del Hotel Reina Cristina. Se trataba de la entrevista mantenida por el mariscal Pétain y el general Miguel Primo de Rivera en la que se acordó la colaboración franco-española que puso fin a los movimientos de rebeldía en el Protectorado encabezados por Abdekrim, colaboración que se materializó el 8 de septiembre de aquel mismo año con el desembarco de Alhucemas. En su primer siglo de existencia, en el Hotel Reina Cristina se hospedaron numerosas personalidades, como el rey Alfonso XIII en 1931; los príncipes de España Juan Carlos de Borbón y su esposa doña Sofía en 1968; el presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt; Mohamed V de Marruecos; Idris de Libia; Sir Arthur Conan Doyle; los citados Pétain y Primo de Rivera; Casares Quiroga, siendo Ministro de la Gobernación, en 1933; Charles De Gaulle en 1945; Winston Churchill; Federico García Lorca; Orson Welles; Ava Gardner y el torero Rafael “El Gallo”, entre otros.

En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial el hotel fue un nido de espías alemanes del Abwehr (Servicios de Inteligencia Militar del Reich) que trabajaban en colaboración con el servicio de inteligencia español y los falangistas de la zona. Desde las habitaciones altas del edificio, de donde se gozaba de excelentes vistas de la Bahía y del Peñón, los germanos vigilaban los movimientos de buques aliados en los entornos de Gibraltar y del Estrecho, tomando fotografías que revelaban en improvisados estudios montados en los cuartos de baños para luego enviarlas a la central del Abwehr en Madrid.

Tras la muerte de Alexander Henderson y de Guillermo Thompson, quedó como director del hotel el hijo de este último, Alva Thompson, ocupando el cargo hasta su fallecimiento en 1933. Desde 1936 a 1959 estuvo al frente del establecimiento el austriaco Juan Harold Lieb. En 1963 los herederos de Sir Alexander Henderson vendieron el hotel a la compañía Trust House International.

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