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Jorge Próspero de Verboom, padre de la Algeciras moderna

PERSONAJES HISTÓRICOS DEL CAMPO DE GIBRALTAR

Además de la repoblación de la ciudad, proyectó o propuso la erección de fortificaciones en la bahía, como la Línea de Contravalación de Gibraltar, la Batería de San Antonio y los fuertes de San García y la Isla Verde

Retrato al óleo de Jorge Próspero de Verboom que se expone en la Sala de Banderas de la Academia de Ingenieros (Palacio del Marqués de Villafranca, Madrid). / E.S.
Antonio Torremocha

12 de diciembre 2020 - 05:00

Había nacido en Amberes (Flandes) en el año 1665. Sucedió a su padre en el cargo que ostentaba de Ingeniero Mayor de los Países Bajos a la muerte de este en 1692. El rey Felipe V reclamó su presencia en la Corte en 1709, en plena Guerra de Sucesión Española, y, al año siguiente, le encargó que organizara el Cuerpo de Ingenieros Militares Españoles, nombrándolo, el 13 de enero de 1710, Ingeniero General “de todos los Reales Ejércitos, Plazas y Fortificaciones”.

Participó en la batalla de Almenar, formando parte de las tropas borbónicas, en la que fue herido y hecho prisionero por los austracistas, permaneciendo preso en Viena hasta el año 1712. Tras firmarse el Tratado de Utrech, en 1713, vuelve a España. Entre 1721 y 1727 proyectó importantes obras de fortificación, entre ellas la mejora de las defensas de Ceuta y la erección de fuertes y baterías en el litoral de la bahía de Algeciras para hacer frente a la presencia inglesa en Gibraltar, así como la restauración urbana de Algeciras y su proyecto de fortificación a “la moderna”, que nunca se acometió.

Plano de la resurgida Algeciras levantado por Verboom en enero de 1724. Véanse las pocas chozas y viviendas que, sin orden urbanístico, conformaban la nueva Algeciras en esa fecha. (Archivo General de Simancas).

Verboom visitó la resurgida Algeciras en el verano de 1721, cuando arribó al fondeadero de la Isla Verde para hacer aguada en el río de la Miel después de una visita de inspección a Ceuta con el fin de preparar los planos defensivos de la ciudad norteafricana. Cuando fondeó frente a las ruinas medievales de la ciudad, que estaban emergentes, quedó sorprendido por las cualidades poliorcéticas de aquellos monumentales vestigios -como dejó recogido en sus cartas y futuros proyectos-. Pensó que si los ingleses habían logrado tomar la ciudad fortificada de Gibraltar, era necesario fundar una nueva ciudad, al otro lado de la bahía, que sirviera de contrapeso a la fortaleza gibraltareña.

En 1724, retornó a Algeciras para preocuparse por su desarrollo urbanístico, hacer un estudio de las murallas y de sus posibilidades de refortificación (con baluartes, fosos y antemuros), redactar un memorial y enviarlo al rey de España para que se pusieran las bases de un desarrollo ordenado de la nueva población. En octubre de 1721 envió una carta al marqués de Castelar en la que, entre otras cosas, le decía: “…están las Algeciras en un sitio, no sólo de lo más a propósito para servir de antemural contra los moros africanos, sino también de los demás enemigos que Su Majestad puede tener en Europa. Y es de forma que haciendo de él (de las Algeciras) una plaza de armas, tal que con tanta facilidad se puede establecer, juntamente con uno de los mejores puertos de todo el Mediterráneo, sirviéndose de lo que la naturaleza le ha dado…”.

Plano de Algeciras levantado por Verboom en el año 1726 con su propuesta urbanística con las calles y manzanas (Archivo General de Simancas).

En otra carta remitida al mismo marqués de Castelar en agosto de 1725 hace alusión al desorden con que se estaban levantando las casas sin seguir ninguna planificación ni diseño de calles y plazas. Dice Verboom lo siguiente: “Teniendo entendido lo mucho que se ha aumentado la población de las Algeciras y el ardor con que cada día va continuando la erección de edificios, y considerando yo lo importante que es que estos se coloquen y repartan con la simetría de plazas y calles que conviene a una ciudad renaciente como esta, me ha parecido inexcusable obligación de representar a Vuestra Señoría que, habiendo a mi vuelta de Ceuta, abordado a aquella ciudad y considerando con toda atención el terreno circuido por los vestigios de su recinto, encontré un desorden tan notable en la colocación de las chozas y casas ejecutadas que, sin embargo, de ser ya numeroso el vecindario, no se había formado siquiera una calle, por haber ocupado cada uno el terreno que le había parecido.”

Más adelante este ingeniero militar se queja de que, aunque hay casas de “porte” y hasta una iglesia empezada (iglesia de Nuestra Señora de la Palma), sus advertencias y peticiones remitidas a la superioridad para que se pusiera remedio a ese desorden no habían tenido respuesta y nada se había hecho. En un plano que había mandado trazar, en enero de 1724, se expone son gran minuciosidad el recinto defensivo medieval arruinado y el medio centenar de casas y chozas que, hasta esa fecha, se habían erigido o estaban en construcción en la ciudad, comprobándose que, en efecto, todos los edificios se habían levantado sin seguir el más mínimo planeamiento. La mayor parte de las edificaciones se localizaban en la parte baja de la ciudad, en torno al cuartel de caballería (ocupado luego por el Gobierno Militar) y algunas viviendas ubicadas en las actuales calles Cánovas del Castillo y Alfonso XI.

Plano de la ciudad como se hallaba en el año 1736 (Archivo General de Simancas).

De la misma fecha data un plano en el que se representa el proyecto de repoblación de la nueva ciudad, siguiendo una planificación de características precursoras del urbanismo neoclásico, en el que Verboom proyecta una serie de edificaciones y calles que se adaptan al marco de las antiguas murallas, exceptuando el cerro donde luego se erigió la barriada de San Isidro (en un principio denominada Matagorda). El ingeniero militar diseña una ciudad hipodámica, en cuadrícula, con manzanas cuadradas o rectangulares separadas por calles anchas que se cruzan en ángulo recto y que dejan dos grandes espacios libres o plazas: la Plaza Baja y la Plaza Alta.

El novedoso proyecto de Verboom se desarrolló posteriormente en la zona baja de la ciudad y en la meseta que hoy ocupa la Plaza Alta, la calle Radio Algeciras y las calles Regino Martínez, Alfonso XI y Coronel Ceballos. Aunque es muy probable que el referido proyecto se redactara lejos de Algeciras, pues su redactor parece ignorar la abrupta orografía de la zona disponiendo las calles y manzanas como si todo el solar fuera llano y no con una fuerte pendiente en la ladera que une la parte baja de lo poblado con la meseta donde se halla la Plaza Alta (calles General Castaños, Prim, Cánovas del Castillo, Colón y Rafael de Muro). Esta característica de la orografía de Algeciras impedía la construcción de las viviendas siguiendo las calles la línea recta, pues en esos lugares las edificaciones necesariamente se tenían que adaptar a las curvas de nivel y ocupar parcelas aterrazadas. En la actualidad, sólo las calles que van desde la Plaza Virgen de la Palma o Baja hasta el antiguo cauce del río de la Miel y las calles Sevilla, Regino Martínez, Alfonso XI, San Antonio, Coronel Ceballos y Saenz Laguna siguen la planta que diseñó el ingeniero flamenco.

Además de la repoblación de Algeciras, Verboom proyectó o propuso la erección de fortificaciones en el litoral de la bahía, como la Línea de Contravalación de Gibraltar, la Batería de San Antonio y los fuertes de San García y la Isla Verde. En referencia a este último, escribe en el informe que elevó al rey en el año 1725: “…del islote de que he hecho mención, que hace cabeza al puerto siendo éste el que se había de fortificar primero, porque defiende los frentes de las dos Algeciras a la parte del mar y asegura todo su puerto, además de apartar de él y de las costas vecinas los navíos enemigos…

Por los relevantes méritos contraídos, Felipe V le concedió el título de marqués de Verboom en el año 1727. Falleció en Barcelona el 19 de enero de 1744.

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