La masonería en el Campo de Gibraltar (1902-1942)

Adelanto Editorial

'Europa Sur' les ofrece un extracto del primer capítulo sobre el origen de la masonería del libro del historiador Antonio Morales que se presenta este viernes en Algeciras

Asamblea Regional Andaluza de la Gran Logia Española celebrada en La Línea el 25 de junio de 1924.
Asamblea Regional Andaluza de la Gran Logia Española, celebrada en La Línea el 25 de junio de 1924.

19 de diciembre 2019 - 16:15

El historiador Antonio Morales presentará su libro La masonería en el Campo de Gibraltar (1902-1940) este viernes, 20 de diciembre, en el Centro Documental José Luis Cano de Algeciras (19:00). La obra, editada por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, da forma de libro a la tesis doctoral que Morales defendió el 8 de enero de 2016 en el salón de grados de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cádiz, con la que obtuvo la máxima calificación y posteriormente fue distinguida con el Premio Extraordinario de Doctorado en Artes y Humanidades.

La presentación estará presidida por la teniente de alcalde y concejal de Cultura de Algeciras, Pilar Pintor. Intervendrán también José María Oliva Martínez, director de la Editorial UCA, y José Antonio Ferrer Benimeli, profesor emérito de la Universidad de Zaragoza, autor del prólogo de esta obra y presidente de honor del Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española.

Europa Sur les ofrece un extracto del primer capítulo dedicado a la relación entre la masonería y Gibraltar y su expansión al Campo de Gibraltar.

La masonería española en el refugio de Gibraltar

Tradicionalmente se ha atribuido a Gibraltar un papel destacado en la implantación de la masonería española al erigirse en un importante centro difusor y bajo cuya influencia puede explicarse el extraordinario desarrollo que alcanzó en el sur peninsular. Al mismo tiempo se destaca también su relevancia como lugar de refugio de los masones españoles en épocas de persecuciones. Todo ello ha dado lugar a la consideración de este enclave como un auténtico foco de irradiación y a no pocas leyendas que ponen el acento en el carácter conspirativo de la institución en el Peñón al relacionarlo con numerosos episodios durante la primera mitad del siglo XIX.

Ciertamente la Orden está presente en Gibraltar sin interrupción desde los primeros años del XVIII, remontándose sus orígenes a los de la propia presencia británica. Durante este siglo apenas puede apreciarse esa influencia por la persecución de que fue objeto, pero desde la primera mitad del siglo XIX comenzamos a tener noticias de algunos españoles que se sintieron atraídos por esta institución y, ante la prohibición existente, buscaron un lugar de refugio en la colonia, incrementando de esta forma el protagonismo gibraltareño. El extraordinario desarrollo de la institución en la comarca vecina del Campo de Gibraltar durante el último tercio del siglo XIX no puede explicarse sin tener en cuenta la proximidad y la influencia de la colonia, puesto que las fluidas relaciones no harán sino reforzar esa dependencia.

En este contexto, no podemos olvidar, por citar sólo algunos ejemplos, que allí se editó el boletín masónico de una de las obediencias hegemónicas, el Grande Oriente Nacional de España, durante 1887, de la mano de uno de los personajes más singulares de la masonería andaluza, el algecireño Ricardo de Mendoza Sánchez. O la propia biografía del mítico José María Utor, quien, según el retrato que de él hacía el Gran Secretario del GODE, era a finales del XIX “el decano de los masones españoles”, puesto que se habría iniciado en Gibraltar en 1820. Incluso la fundación en la ciudad de Cádiz de una logia de obediencia inglesa, Moralidad y Filantropía, en 1857, por parte de masones procedentes del Peñón. Y tras la expansión que vivió la institución durante el último tercio de la centuria, podemos encontrar a masones españoles iniciados en logias del Peñón promoviendo la fundación de otros talleres al otro lado de la verja, reforzando así los antiguos lazos que se habían establecido con los gibraltareños. Esta presencia de la colonia se extiende incluso a los años de la Segunda República, cuando la Gran Logia Española celebraba allí su Asamblea anual.

Todo ello vendría a confirmar la conexión con la masonería española desde un doble punto de vista. En primer lugar, como un potente foco de irradiación pero también, en segundo lugar, como refugio donde se habrían de preservar los valores y la tradición masónica española.

Retrato de masones de la logia Trafalgar nº 20 de Algeciras. De izquierda a derecha Diego López Tizón, José Trelles Ruiz y un miembro no identificado.
Retrato de masones de la logia Trafalgar nº 20 de Algeciras. De izquierda a derecha Diego López Tizón, José Trelles Ruiz y un miembro no identificado.

Sin embargo, hasta ahora se carecía de cualquier testimonio documental procedente de la propia colonia británica que viniese a corroborar estas afirmaciones, dada la ausencia de fuentes masónicas directas. Sin embargo, hoy día, después del estudio de la documentación perteneciente a la logia San Juan nº 115 de Gibraltar, constituida en 1767, podemos conocer mucho mejor estas relaciones. Las fuentes consultadas vendrían a confirmar nuestras hipótesis consistentes en conectar este enclave con el desarrollo de la masonería española. Incluso, sabemos que esta conexión no se reduce a este histórico taller, sino que también existió presencia española en otras logias gibraltareñas de obediencia inglesa, como pueden ser Calpean, Friendship e Inhabitants, o irlandesa, como Calpe.

En este contexto, sería interesante centrarse en el estudio de los miembros de San Juan para establecer las posibles relaciones que pudieran darse con otros talleres peninsulares. Se trata de analizar esta logia gibraltareña dentro de un contexto español a fin de buscar respuestas. Este punto de vista puede arrojarnos suficiente luz para comprender algunas cuestiones que afectan a la historia de la masonería hispana. Esta historia se construye con una sucesión de épocas oscuras a las que siguen otras en las cuales la institución alcanza un amplio y repentino desarrollo. Algunas de estas cuestiones podrían tener su explicación en la colonia.

Desde el primer tercio del siglo XIX se constata una importante presencia de españoles en las filas de San Juan. Esta logia obtuvo el privilegio de trabajar en español, adoptando también muchos de sus rituales. Este contingente que comenzó a nutrir el taller vendría a dar un giro a la orientación militar que hasta entonces había tenido para convertirlo en un lugar donde iba a conservarse una parte de la tradición masónica hispana.

Los primeros testimonios datan del año 1828, cuando encontramos a un total de ocho españoles en el interior del taller gibraltareño procedentes de diferentes puntos de Andalucía y Levante. Representaba una primera avanzadilla, puesto que se produjeron otros aportes desde España e incluso durante los años posteriores este número se incrementará hasta alcanzar un porcentaje significativo. Este éxodo no sólo afectaba a personas más o menos comprometidas con la causa liberal, sino que, contrariamente a lo que pudiera a creerse, una mayoría de ellos estaba alejada de cualquier actividad política al tratarse de comerciantes. No podemos olvidar que durante aquellos años más de dos millares de españoles residían en la colonia dedicados a estas actividades. Gibraltar era un destino que ofrecía muchas oportunidades comerciales dado su carácter de puerto franco.

A partir de 1832 encontramos también los primeros masones procedentes de la comarca vecina, seis en total, en concreto de la ciudad de Algeciras, que desde entonces establecía unas estrechas relaciones con la colonia para convertirse, junto a Cádiz, en uno de los principales enclaves masónicos. En este contexto, podemos hacer mención a la fundación de una primera logia hasta ahora desconocida denominada Mediodía con anterioridad a 1848, que junto a Moralidad y Filantropía en la capital gaditana unos años después representa un primer intento de implantar la Orden desde Gibraltar. De la misma manera algunos de estos masones iniciados en el Peñón serán los pioneros del masonismo en otras zonas porque tenderán posteriormente a crear logias en sus localidades de origen, por lo que habrá que destacar el papel de la colonia en este proceso de formación de la masonería española al aportar una importante base para su desarrollo posterior. Durante estos años el Peñón pudo actuar como una auténtica plataforma masónica que podía proporcionar regularidad a algunas de esas incipientes organizaciones, dada su pertenencia a la Gran Logia de Inglaterra. Con lo cual, mucho antes de 1868, ya existía cierto activismo que explicaría el desarrollo posterior, incluso cierta estructura organizativa alrededor de una incipiente obediencia española, que también aparece citada en la documentación de San Juan. Gibraltar durante estos años se convirtió sin duda en un referente imprescindible para cualquier institución masónica que se implantara no sólo en Andalucía, por lo que hasta la colonia continuaron llegando muchos de diferentes puntos de la península.

Con la revolución de La Gloriosa se produjo el despegue definitivo mediante la instalación de diversos cuerpos masónicos y un número inusitado de talleres a lo largo de toda la geografía española. Durante este período Gibraltar continuará siendo un referente importante para el masonismo hispano. No sólo se mantuvo este flujo, sino que muchas logias, algunas de ellas constituidas por miembros iniciados en la colonia, dirigirán también su mirada al Peñón para establecer relaciones con San Juan.

Asimismo, a partir de la fundación en el año 1875 de Trafalgar nº 116 de Algeciras, bajo los auspicios del GODE, se produjo un amplio desarrollo en la comarca. Esta ciudad iba a consolidarse como un centro masónico de primera magnitud con un total de seis logias. A partir de este foco, la masonería se extenderá hacia otras localidades de la zona, como La Línea, San Roque, Jimena y Tarifa, constituyéndose un total de 29 talleres entre los años 1875 y 1894 y convirtiéndose en uno de los más importantes enclaves masónicos, al menos a nivel cuantitativo, de toda la Península. Pese a ello, y como ya hemos comentado, durante este período la logia San Juan continuará acogiendo a un gran número de españoles.

La fundación de la logia Trafalgar de Algeciras

Pese a sus antecedentes gibraltareños, habrá que esperar muchos años para documentar la existencia de un primer taller masónico en la comarca. En abril de 1875 se creó la logia Trafalgar de Algeciras, regularizando sus trabajos el 12 de agosto de 1876 con la concesión de la carta constitutiva por parte del Grande Oriente de España, que le asignaba el número 116. La constitución de esta logia coincidió con el ascenso de Utor y Fernández a los puestos de responsabilidad del GODE, por lo que es fácil adivinar su participación directa en esta iniciativa. El propio Sagasta, en aquellos momentos Gran Comendador y Gran Maestre, estampaba su firma en el documento que le permitía operar con regularidad. Durante los años posteriores, Utor mantuvo los lazos fraternales con los masones de su tierra natal, ya que asumió la representación algecireña en las diferentes asambleas que celebró el Oriente en Madrid. Ello ocurría, por ejemplo, cuando fue elegido Venerable adjunto de la Gran Logia Simbólica del GODE, tras Sagasta, en marzo de 1876. También sabemos que solía recalar en la comarca durante algunas de sus giras.

Trafalgar iba a representar el arranque definitivo del movimiento masónico en la zona al alentar la instalación de otros talleres, pese a que hasta 1880 no volveremos a tener noticias de ella, dada la ausencia de documentación directa durante sus primeros años de existencia. Pero este año los masones algecireños protagonizaron algunas iniciativas a escala nacional puesto que junto a los de la logia Africana nº 112 de Ceuta se dirigieron a los talleres que operaban “en todos los dominios de España“ para hacer un llamamiento a la unidad de todo el masonismo español bajo un mismo Oriente. El documento aparece firmado, por parte algecireña, por su Venerable, de nombre simbólico Mendizábal y grado 18º, así como por las otras dignidades del taller, como Pethion, gr. 3º (Primer Vigilante); Pelayo, gr. 3º (Segundo Vigilante); Carvajal, gr. 3º (Orador), y Carteya, gr. 3º (Secretario). En la misiva no se dudaba en apelar al patriotismo de todos los miembros de la institución para combatir la influencia que sobre la masonería española habían alcanzado algunos Orientes extranjeros. La falta de unidad y la obediencia que prestaban algunos talleres españoles a federaciones de otros países estarían debilitando “la influencia y la autoridad indiscutible de toda potencia masónica para ejercer jurisdicción sobre todas las logias establecidas en su territorio”. La potencia llamada a integrar a todos los masones españoles no debía ser otra que el GODE, al entenderse que allí concurrían más derechos por la importancia de sus hombres, el mayor número de logias que acogía y la legitimidad que le daría el reconocimiento de “catorce potencias masónicas justas y perfectas”. Asimismo, no se dudaba en afirmar que “antes de la idea de cosmopolitismo, aceptada por la Orden, está la idea de la patria”. La logia algecireña participaba de esta manera en un nuevo episodio dentro de un contexto de enfrentamientos entre Orientes por la hegemonía masónica.

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