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Mercaderes catalanes en la Algeciras cristiana (1344-1369)

ALGECIRAS MUSULMANA Y CRISTIANA

Capítulo 18. Algeciras tras la conquista cristiana en 1344 se convirtió en un destacado foco comercial de la región

Escudilla de Paterna con motivo heráldico de mediados del siglo XIV hallada en Algeciras
Antonio Torremocha

03 de agosto 2019 - 05:00

Algeciras/Una vez que hubo concluido el cerco de Algeciras con la victoria cristiana, el rey de Castilla ordenó que se realizara el repartimiento de la ciudad entre los que habían intervenido en la empresa, según su estatus social y su grado de participación en la misma. Sólo se repartieron las tierras y los bienes inmuebles, pues se había permitido a los musulmanes abandonar la ciudad con todo lo que pudieran llevar consigo. La presencia de nobles, mesnaderos, marineros y mercaderes originarios de los reinos de la Corona de Aragón en el campamento cristiano, así como el esfuerzo militar y económico realizado por el rey Pedro IV el Ceremonioso, había sin duda situado en una posición privilegiada a Aragón en el momento de procederse al reparto de propiedades y de recibir concesiones y privilegios de tipo comercial.

Algeciras se hallaba situada en una zona de gran valor estratégico y gozaba de una larga y reconocida tradición como puerto mercantil y de enlace con el Magreb, lo que la convertía en un enclave de notable interés para las potencias comerciales mediterráneas (Aragón y Génova) que habían participado en el cerco y conquista de la ciudad y que aspiraban a reforzar los intercambios que ya mantenían con la costa atlántica hispana y magrebí y con los puertos portugueses y del mar del Norte. En este orden de cosas, no cabe duda que el “Tratado de Algeciras”, firmado el 25 de marzo de 1344, posibilitó el establecimiento de un largo período de paz entre los reinos contendientes y la mejora de los niveles de intercambios existentes entre las potencias cristianas y las musulmanas en los entornos del Estrecho, al menos hasta el estallido de la guerra entre Castilla y Aragón en 1356.

En el real cristiano, durante los meses que duró el asedio, residieron mercaderes de Aragón y de Génova que en momentos de apuro del rey castellano llegaron a hacer préstamos a Alfonso XI para pagar a los marineros de las escuadras presentes en el cerco. Se dispone de alguna documentación dispersa en la que se hace referencia a donaciones de casas, huertas, baños o mezquitas a particulares o corporaciones en los meses que siguieron a la rendición de la ciudad. En los veinticinco años de dominio castellano —sobre todo entre 1344 y 1349— el esfuerzo por consolidar la posición de Algeciras, fue muy intenso. El lento proceso de repoblación, dirigido por la Corona y secundado por algunas instituciones (la Iglesia recibió, al menos, dos mezquitas) y particulares, tenía como principal objetivo convertir Algeciras en la gran fortaleza del Estrecho y en el punto de arranque de una nueva etapa en la conquista del reino de Granada. Y en ese esfuerzo repoblador tuvieron un protagonismo destacado los mercaderes de la Corona de Aragón.

Algeciras se hallaba situada en una zona de gran valor estratégico y gozaba de una larga tradición como puerto mercantil

Dos testimonios documentales vienen a confirmar la presencia de mercaderes aragoneses entre los repobladores de la ciudad. Por una parte la expresa mención, en uno de ellos, del “Cónsul de los Catalanes en Algeciras”, lo que revela la existencia de una colonia catalano-aragonesa en la ciudad durante buena parte de los veinticinco años que estuvo Algeciras bajo dominio castellano (al menos hasta el año 1359). Por medio de una carta, fechada el 14 de marzo de 1356, el rey de Aragón comunicaba al cónsul de los catalanes en diversos puertos mediterráneos y atlánticos, entre ellos al de Algeciras, que antes de cumplido el plazo de dos meses todos los bajeles aragoneses que se hallaran en dichos lugares retornaran a puertos del rey de Aragón.

Unos años más tarde, en 1359, vuelve a mencionarse el consulado catalán algecireño en una carta enviada por Pedro IV a los cónsules de esta ciudad, de Cartagena y Sevilla instándoles a que volvieran a Aragón todos los catalanes que residieran en las citadas ciudades, a causa de la guerra abierta entre Aragón y Castilla. En el año 1345 el cónsul de los catalanes en Algeciras era un tal Jaume Tolsa. Otro documento, fechado en 1347, identifica a este Jaume Tolsa como “conceller dels cathalans en Algecira d’Alfadre”. Pero los catalanes y valencianos tuvieron que competir en el área del Estrecho con los mercaderes genoveses asentados en Algeciras, donde el Almirante de Castilla, el genovés Egidio Bocanegra, tenía propiedades, entre ellas el llamado “Alcazar de Manifle”, concedido por el rey Alfonso XI en 1344. En el privilegio de concesión del citado alcázar al Almirante Mayor de Castilla, otorgado por el rey en Sevilla el 25 de mayo de 1344, se dice que le daba en propiedad “unas casas con su huerta en la villa de Algeciras a las cuales casas dicen el alcázar de Manifle que se halla en la calle de Génova”. En el mismo documento se hace mención a “los nuestros baños”, de lo que se deduce que el rey de Castilla se había reservado para él la propiedad de uno de los baños existentes en la ciudad situado junto al barrio de los genoveses.

Tinaja valenciana del siglo XIV recuperada en aguas de la Bahía.

De lo expuesto se puede extraer que Algeciras, tras la conquista cristiana en el mes de marzo de 1344, se convirtió en un destacado foco comercial de la región merced a su privilegiada posición geográfica y a la presencia de las colonias de mercaderes genoveses pero, sobre todo, catalano-aragoneses, foco que, según se desprende de la documentación conservada en el Archivo de la Corona de Aragón y en el Archivo Municipal de Valencia, fue utilizado, en ocasiones, como punto de escala y de almacenamiento de mercancías destinadas al comercio con puertos del Magreb. En 1368 el mercader valenciano francesch Carach acordó con Pedro fernández de Zamora, vecino de Algeciras, que éste le transportase en su embarcación hasta Tánger cierta cantidad de mercancías que tenía en la ciudad. Por otra parte, la documentación consultada permite afirmar que la actividad comercial desarrollada desde 1344 entre la costa valenciana y catalana y la bahía de Algeciras se vio perjudicada por el conflicto dinástico entre el rey Pedro I y su hermano Enrique de Trastámara. El apoyo aragonés a la causa trastámara debió provocar un descenso importante en el nivel de intercambios entre las ciudades catalano-aragonesas y el puerto algecireño. La reconquista de la ciudad por Muhammad Vde Granada en 1369 y la destrucción y abandono de la misma diez años más tarde, cerraron definitivamente el ciclo histórico de la Algeciras medieval poniendo fin a los intercambios comerciales que mantenía con la región levantina.

En las intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en la ciudad desde el año 1996 se han recuperado numerosos testimonios vinculados al comercio desarrollado entre la Algeciras cristiana y los puertos de la Corona de Aragón consistentes en cerámica valenciana de mediados del siglo XIV: escudillas, platos, cuencos y copas decorados con los característicos motivos de las producciones de Paterna en verde y morado sobre fondo blanco, en azul cobalto o en la conocida como loza dorada, así como fragmentos de tinajas valencianas en las que se importaba miel, azúcar, vino o aceite, testimonios que se hallan depositados en el Museo Municipal de Algeciras.

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