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Felipe Gayubo Pérez (1935-2008) nació en Aranda del Duero (Burgos) pero pronto se trasladó a Algeciras, donde transcurrió su vida hasta su temprana muerte el 14 de mayo de 2008. Era licenciado en derecho, pero tenía unas cualidades sorprendentes para la pintura y lo poco que pude ver de su obra me corroboró que estaba ante un artista excepcional.
En agosto de 1976 presentó en el Cortijo de los Canos de Sotogrande una muestra que recogí en un artículo publicado en Europa Sur el 27 de octubre de 2020 y que había visto la luz, a manera de relato poético, en mi libro editado en noviembre de 2013, Como nace un deseo sobre torres de espanto.
El Museo de Algeciras -aunque cinco de sus cuadros se encuentran ya expuestos en la colección permanente del mismo- realiza una exposición (que se puede visitar hasta el 7 de septiembre) dedicada a este gran artista, muy desconocido e injustamente olvidado en Algeciras, donde vivió y murió sin haber alcanzado la fama que su obra merece y donde ¡ay al fin! se pueden admirar sus trabajos pictóricos.
Su obra se mueve entre el neofiguratismo y la abstracción pero introduce ciertos toques que lo colocan entre la pintura más actual del siglo XXI. En sus inicios tenía un carácter mucho más academicista y convencional, en el que el hiperrealismo tiene un gran protagonismo, pero posteriormente su estilo fue cambiando hasta adoptar un tono mucho más abstracto y conceptual que utilizó para homenajear a otros grandes pintores, como Pieter Brueghel el Viejo, que le sirvió de argumento para sus cuadros Los tullidos y Los ciegos o Las espigadoras, obra que toma como base la pintura del mismo nombre de Millet y así en su obra Ángel y pistola homenajea a Leonardo da Vinci.
La mitología clásica (entendida con el personal y moderno estilo de Gayubo) también tiene cabida en su obra verbigracia su acrílico sobre tabla Sísifo (el mortal rey fundador de Corinto que quiso huir de la muerte y cuando ésta se produjo fue condenado a empujar una enorme piedra hasta la cima de un monte que al llegar a su destino rodaba hasta la base por lo que Sísifo debía comenzar de nuevo, así su vida en el inframundo se convirtió en un trágico destino).
La mujer ocupa un lugar notable en su obra como en el óleo sobre lienzo Desnudo con lazo azul, obra inquietante, que nos muestra un joven y bello cuerpo femenino desnudo pero que no es un recorte ni un collage como podrían sugerir las tiritas trasparentes con las que parece adherirse a la tela y juega con una ilusión óptica a la manera de Patrick Hughes para el que "la mente se engaña haciéndote creer lo imposible".
Felipe, persona sencilla, modesta y de enorme cultura, sin ningún tipo de autobombo, fue muy amigo pues coincidimos en reuniones profesionales a mi llegada al Campo de Gibraltar (era director de Personal de Sotogrande y el que suscribe subdirector de una multinacional radicada en San Roque) de forma que pronto sintonizamos en nuestras afinidades artísticas, pero desconocía su bagaje de pintor hasta que un ya lejano agosto de 1976 me sorprendió con una exposición de seis de sus cuadros en el bello Cortijo de los Canos, de Sotogrande, y tanto me impactó su obra, muy en la línea de lo que ya había visto en Madrid, Londres, París, Nueva York y San Francisco, que escribí unas líneas crítico-poéticas sobre la muestra que no publiqué entonces, pese a que ya escribía sobre arte actual en el único periódico existente en el Campo de Gibraltar, y a las que he hecho alusión antes.
Pero no ha sido hasta mayo de 2021, y con motivo de la exposición de su obra en el Museo de Algeciras, cuando me enteré de que esa muestra de Los Canos fue la única individual que realizó en vida y que, según creo, también fui el único que escribió sobre la misma.
Felipe Gayubo es un gran artista, pero como tiene escrito mi compañero en el Instituto de Estudios Campogibraltareños Andrés Bolufer (Europa Sur, 21 de mayo 2021Europa Sur), Diplomado en Magisterio y Licenciado en Geografía e Historia, buen conocedor de su arte: "No se divulgó en el mundo del mercado del arte, de ahí su escaso reconocimiento".
Confiemos en que esta exposición sea el inicio del conocimiento público de un excelente artista convencido de que "el arte no es más que una interpretación del mundo, intuitiva y personal".
A nuestro parecer Misterio. Belleza y Arte es, en muchas de sus obras, metapintura, a modo de la muestra que Javier Portús comisionó en el Museo del Prado (15/11/2016 – 19/02/2017) porque, como dice Luis Antonio de Villena, "si metapoesía es poesía que habla de la poesía, metapintura solo puede ser (en diferentes vías, es cierto) pintura que habla o invita a reflexionar sobre la misma pintura".
El médico psiquiatra Mario Acevedo, muy amigo del artista, escribe de él: "fue también un intelectual brillante de La Tercera Cultura, que aspira a la integración de los saberes procedentes de la Ciencia, de las Artes y de las Humanidades, como se hizo realidad durante el Renacimiento" (Europa Sur, 24 de mayo 2021) con lo que no puedo estar más de acuerdo.
Felipe Gayubo no sólo pinta el aire –como decía Ramón Gaya– sino la propia pintura.
Eduardo Sáenz de Varona es miembro del Instituto de Estudios Campogibraltareños y Premio Ateneo de Algeciras de Cultura 2020.
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