Puyol en el recuerdo

OBSERVATORIO DE LA TROCHA | Nuestros artistas

Marcada por su afiliación al Partido Comunista y su compromiso político, su producción artística buscó renovar el lenguaje plástico al calor de las vanguardias del siglo XX

"¡No pasarán! ¡Pasaremos!", cartel de Ramón Puyol (1937).
"¡No pasarán! ¡Pasaremos!", cartel de Ramón Puyol (1937).

Algeciras/Ramón Puyol Román (Algeciras, 1907-1981), nacio en Algeciras el 25 de febrero de 1907 en la calle Jesús, la que llevaría con el tiempo el nombre de su tío José Román Corzánego, el polifacético artista local. Sus padres fueron Miguel Puyol Aljama y Lucía Román Corzánego. Disfrutó de una niñez sin sobresaltos. Afortunadamente su genio despierto le permitió aprovecharse de las oportunidades que le ofrecía la posición de su familia y con tan buen hacer que pronto las fronteras de sus conocimientos le llevaron a rebasar los de su ciudad. Con trece años decidió irse a Madrid con el mejor equipaje que encontró, sus dibujos. A su madre no le hizo mucha gracia, porque el mundo de los artistas, “es mu raro”, pero vencido el obstáculo se marchó a la Villa y Corte con catorce años.

En 1928 le llegó un parón forzoso porque tenía una cita con el varón patrio, pero finalizado el servicio militar comenzó a trabajar como portadista para distintas publicaciones de la capital. Pronto llegaría a ser el director de la Sección Gráfica de una de ellas, la Compañía Iberoamericana de Publicaciones (C.I.A.P.), nacida en 1927.

En este período habría que situar su afiliación al partido comunista y es en este contexto en el que habría que situar su vida de artista comprometido. Su vida dio un vuelco radical y pasó del triunfo al desgarro de la posguerra, lo que representará para él el inicio de un profundo y largo exilio interior.

La cara: de la dictadura de primo de Rivera a la Guerra Civil

Ramón Puyol.
Ramón Puyol.

Su apuesta por el arte que se está gestando en España llegó de la mano de su adhesión a los postulados de la revista Alfar, que dio eco a los artistas que intervinieron en el Salón de Artistas Ibéricos en 1925 organizado por El Heraldo de Madrid y que tendría su continuación en el segundo Salón en 1930. Vino a ser como el canto de guerra de las Vanguardias en España. Los artistas que expusieron en ellas no formaban parte de un movimiento homogéneo, sólo les unía el deseo de renovar el lenguaje plástico.

De las tres tendencias que se vislumbraban: cubismo, realismo y surrealismo, esta última se impuso momentáneamente hasta 1934, fecha en la que el realismo lo suplantó ante la inminente lucha ideológica en la que se convertiría la entreabierta Guerra Civil.

Un momento clave para ellos lo constituyó el Manifiesto de los artistas a la opinión y los poderes públicos del 29 de abril de 1931, aunque apenas tuvo eco en las nuevas autoridades y en las instituciones aludidas.

Su obra, dentro de las vanguardias estaba marcada por la evolución del realismo, que se iba trasmitiendo como una onda desde Madrid al resto del país, a través de las exposiciones organizadas por el Ateneo, la Biblioteca Nacional, el Círculo de Bellas Artes, el Museo de Arte Moderno, el Salón de El Heraldo e incluso por la Exposición Nacional de las Bellas Artes, todas ellas situadas entre 1925 y 1932. En este contexto es importante la primera exposición de Arte Revolucionario organizada por la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios, celebrada en el Ateneo de Madrid del 1 al 12 de diciembre de 1933, patrocinada por la revista Octubre.

En estos momentos compartía su vida con la escritora Luisa Carnés (Madrid, 1905 - México, 1964), con la que convivió entre 1930 y 1934 y tuvo un hijo, Ramón Puyol Carnés (nacido en 1931). Después de separarse de ella, convivió con Manuela Asunción Nile del Río, profesora de baile (hermana de la actriz y cantante Imperio Argentina), entre 1935 y 1944.

Al estallar la guerra tuvo que posicionarse. En concreto su obra como cartelista desde las filas del Socorro Rojo Internacional, fechada en torno a 1937, se dirige a una retaguardia que necesitaba ver reflejadas sus ansias de victoria moral y militar sobre los sublevados. Se trataba de una epopeya. En su caso su mensaje añade el internacionalismo propio del Partido Comunista, ya que ve en la Guerra Civil una fase de la Revolución del Proletariado Universal.

Portada para la revista El Izquierdista.
Portada para la revista El Izquierdista.

Elige para sus temas conceptos claros que reduce a sus significados más evidentes aun cuando distorsione adrede las formas mediante un evidente y radical expresionismo. Su agit-art, le llevó a participar en revistas como Mundo Obrero o Altavoz del Frente. En este sentido hay que entender su colaboración en el Pabellón Español en la Exposición Internacional de Arte y Técnica en la Vida Moderna de Paris de 1937, en el que no hubo una muestra industrial o comercial sino un montaje cultural e ideológico en el que la esfera propagandística tuvo un claro tono épico. La exposición tuvo al menos dos claras consecuencias a nivel plástico: mostrar un arte de guerra y proclamar la vitalidad de las vanguardias artísticas de la España Republicana. Participó en él con diez litografías y dos óleos: En el frente y Descanso en el frente.

Ese año además intervendría además en dos álbumes colectivos Madrid. Homenaje a la gloriosa capital de España y Los dibujantes en la guerra de España y en uno propio La guerra civil. Treinta y dos dibujos de Puyol, por tanto 1937 es el año clave de su obra como productor de arte propagandístico, baste con recordar que ese mismo año realizará su cartel más recordado, "¡No pasarán! ¡Pasaremos!", con ocasión de la ofensiva gubernamental de Brunete.

La cruz: su calvario como preso político

La derrota le llevó a su paso por los campos de concentración y las cárceles del franquismo, pues en 1939 no pudo embarcar en el muelle de Alicante en el carguero Stanbrookal. Fue detenido y recluido en el Campo de los Almendros, pasó al castillo de Santa Bárbara y puesto en libertad para preparar la plaza de toros de Alicante ante los festejos del día de San Juan.

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Detenido de nuevo, pasó por las prisiones de Comendadoras y de Santa Rita. El juzgado especial de prensa de Madrid consideró como delito el haber sido “dibujante del diario rojo Mundo Obrero” ¿Estaba sentenciado, avant la lettre? La causa fue el 29 de septiembre y en la sentencia se destaca su ideología, su viaje a la URSS, su pertenencia a la plantilla de Mundo Obrero, en el que a través de sus dibujos y caricaturas injuriaba “a la Causa Nacional, sus personas y representaciones […] e hizo propaganda marxista durante todo el dominio rojo, desempeñando un cargo de importancia en Altavoz del Frente”, del que era uno de los “mandamás”, según uno de los informantes.

Fue condenado a 30 años de reclusión por el delito de adhesión a la rebelión según Ley de 9 de febrero de 1939, el fin de su condena en 1970. Le quedaban por delante en teoría 29 años, 5 meses y 22 días, pero solicitó un destino “donde sean útiles los servicios de su profesión”, trabajando desde 1942 en los talleres de arte de Comendadoras. Ejerció de cartógrafo, obtuvo reducción de pena, fue trasladado al Escorial y en 1944 se le dio una redención de seis meses, siendo liberado el 25 de marzo. Inicio su calvario a los 32 años en 1939 y salió de él con 37 en marzo de 1944, teniendo aún por delante una larga libertad provisional.

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