Miguel Ángel Perera: “Nunca olvidaré lo que viví en Las Palomas”

Toros en la Feria de Algeciras

El triunfador de la pasada Feria de Algeciras augura una tarde de sábado "muy bonita" en la plaza de todos algecireña

Miguel Ángel Perera, en su triunfo en Las Palomas. / Erasmo Fenoy
Juan Luis Adrada

28 de junio 2019 - 07:00

Algeciras/Miguel Ángel Perera, triunfador de la Feria de Algeciras 2018 tras protagonizar el mano a mano que dio la vuelta al mundo con José Tomás, nos recibe días antes de volver a hacer el paseíllo en Algeciras para hablar de su trayectoria tras 15 años como matador de toros, de la temporada actual y de los vínculos cada vez más estrechos que unen al torero con la afición algecireña y la plaza de toros Las Palomas. Triunfos encadenados y dos indultos en esta tierra son sobrado aval para que Perera esté incluido en los carteles del 50 Aniversario del coso de Las Palomas.

Perera y Algeciras han ido estrechando vínculos con el tiempo, ¿qué representa Las Palomas para usted? ¿Se siente querido y valorado por la afición algecireña?

Desde luego que sí. Es una de esas plazas en las que entré con buen pie desde que me presenté en ella sin picadores. Me gusta la plaza y me gusta su afición, su forma de entender el toreo, tan de esa parte del sur. Me gusta cómo se entrega ante lo bueno y lo vivido en la corrida del año pasado es la mejor muestra de ello. Nunca olvidaré ya lo que viví en Las Palomas, lo que ha servido para reforzar aún más mis lazos sentimentales con ella.

Sus actuaciones en Algeciras se cuentan por triunfos, incluso sin picadores, con dos fechas que sobresalen por encima del resto: año 2010, una tarde para el recuerdo, sale a hombros junto a El Juli y Castella, y aparece el nombre de Lanudo, de Núñez del Cuvillo. ¿qué recuerda de aquella tarde?

Que la disfruté mucho. Mi concepto es muy exigente para los toros, les pido mucho por el metraje de los muletazos, por el toreo que me gusta hacer a los toros que me lo permiten. Y Lanudo fue de éstos. Lo observé desde los lances con el capote y, ya en la muleta, no hizo sino ir confirmando tanda tras tanda su bravura tan enclasada. Es una dicha encontrarte con un animal así, con ese nivel de entrega y esa verdad en la forma de entregarse.

Ocho años después, aparece Libélula, de Jandilla, en 2018, no ya un triunfo y un indulto, sino una tarde memorable, en el mano a mano con José Tomás que centró la atención del universo taurino (y no taurino). Se le vio entregado y, por momentos, emocionado ¿cómo vivió la faena de Libélula?

Muy intensamente. Pero ya desde los días previos. He reconocido muchas veces, y lo vuelvo a hacer, lo especial que fue para mí torear ese mano a mano con José Tomás y que él me eligiera para aquella cita. Le admiro y le tengo como referencia. Todo lo que para el público era expectación ante la corrida, para mí era motivación y emoción por poder estar en ella. Y, sobre todo, me la planteé desde la condición íntima de disfrutarla, de saborearla y de vivirla. Sabía que la gente iba a verle a él fundamentalmente y sabía que, de no haber pasado nada, me habría pasado factura en el desarrollo de la temporada. Pero también que, a poco que se dieran las condiciones para ello, iban a pasar cosas importantes. Libélula colmó todas mis expectativas porque me permitió ser muy yo en cada pasaje de la faena. Expresarme como lo siento. Sentir rugir a la plaza de aquella manera fue muy emocionante para mí…

Un indulto significa muchas cosas para el toro y para el público, el clamor que despierta la bravura, pero ¿qué sentimientos destapa un indulto en un torero?

Es la plena satisfacción. Nada hay que colme más a un torero. Es la realización total, lo que colma tu triunfo, lo que lo redondea. Un torero no puede componer sus obras más grandes si no es con la colaboración del toro. Y, cuando te cruzas con un animal que te lo da todo hasta el punto de despertar en el público el convencimiento de que debe seguir viviendo, lo que quieres es ayudar a dárselo. Y cuando se hace posible, te sientes verdaderamente feliz.

Eligió el camino de la independencia en lo que a apoderados se refiere, ¿qué le llevó a elegir ese camino? ¿ha encontrado muchas trabas o se siente satisfecho con el trato recibido en los despachos? Al final, la verdad está en el ruedo…

Lo elegí porque es lo que encaja con mis valores, con la forma en que entiendo la vida. Y el toreo forma parte de mi vida. Mi propia experiencia demuestra a quien la repase que el de la independencia es siempre el camino más largo. Y, por momentos, el más tortuoso también. Pero, al final, como bien dices, la verdad está en el ruedo y siempre he confiado mucho en mis posibilidades. Incluso en los peores momentos, cuando suceden cosas que no te explicas y que sabes que son injustas, miro atrás y comprendo que todo es cuestión de seguir y de creer. Trabas, por supuesto, he encontrado unas cuantas, pero mucho más importante que ellas es la satisfacción de superarlas.

Quince años como matador de toros, ¿con qué se queda? ¿alguna espinita que tenga que quitarse?

No, espinas, no. Porque, lo que no haya conseguido todavía, que a un torero siempre le quedan cosas por conseguir, aún tengo tiempo para conquistarlas. Como te decía antes, es cuestión de seguir y de creer. Con lo que me quedo es con todo lo vivido, con lo conseguido, con la gente que he conocido y con la que he compartido y comparto lo que tengo. El toreo me ha dado ya mucho más de lo que pude soñar cuando era niño y soñaba con ser torero, así que, quince años después de la alternativa, sólo puedo darle las gracias.

Y 2019, el arranque no puede ser mejor, encadenando triunfos con faenas rotundas en Castellón, Arles, Albacete,… con las cimas alcanzadas en Sevilla y Madrid con toros de Santi Domecq y Fuente Ymbro respectivamente, un momento dulce. ¿crece la motivación en estas circunstancias?

Por supuesto que sí porque me siento muy feliz y muy fresco, con la ilusión a tope, y eso, en un torero tan transparente como yo, se nota mucho y se traduce en lo que muestras en la plaza. Creo que lo que ya ha pasado en lo que va de 2019 es la prolongación de mi trayectoria de las últimas temporadas. Puede que no se esté traduciendo en triunfos materiales porque es cierto que la espada me está robando muchos de esos triunfos, pero sí cuánto siento que mi toreo está creciendo hacia donde siempre he querido, que es hacia la pureza, la despaciosidad y la profundidad.

¿Qué destaca del hierro de Santiago Domecq? Le sirvió en Sevilla, y repite en Algeciras, además de echar una emocionante corrida en Madrid.

Que es una gran ganadería, que está pasando un momento extraordinario como consecuencia del trabajo de sus dueños. En esa casa se concibe el toreo desde la máxima sensibilidad. Son ganaderos muy toreros, si se me permite la expresión y eso, claro, se traslada luego a sus toros porque, además, son capaces de hacerlo posible. El toro de Sevilla fue extraordinario y ojalá que salgan algunos (o todos) tan buenos el sábado en Algeciras…

Triunfador de la pasada feria, repite este año, con otro torero consagrado como es Cayetano y la novedad que ha supuesto Pablo Aguado, además celebramos el 50 aniversario de la plaza de Las Palomas, ¿qué espera del próximo sábado?

Es una tarde muy bonita. Lo es por el recuerdo que me trae a ella de lo sucedido hace justo un año, pero también por mi reencuentro con Algeciras y con su gente, y, desde luego, por la plaza y la efeméride tan bonita que celebra este año. Luego, el cartel me gusta mucho. Cayetano ya ha demostrado que sabe cuajar a los toros que se prestan a ello. Y Pablo Aguado se ha convertido en uno de los alicientes de la temporada tras su gran actuación en Sevilla y cómo la ha prolongado después en otras plazas, lo que no me extraña porque siempre ha apuntado el espléndido concepto que lleva dentro. Fíjate que en 2014 participó en un certamen de clases prácticas en Huelva del que fui padrino y Pablo fue uno de los triunfadores finales. A los tres que lo fueron –entre ellos, también Roca Rey- regalé un capote y una muleta a cada uno. Apenas unos años después, me los encuentro en la plaza y competimos, lo cual me encanta porque me demuestra que hay que apostar por el futuro porque éste llega convertido en presente antes de lo que pensamos. Y el toreo ahora necesita mucho futuro y mucho presente.

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