Tribuna abierta
Joyas de papel: La colección Antonio Viñas de Roa
SUCESOS
Agentes de la Policía Nacional y de la Policía Local de Algeciras desalojaron a últimas horas de este martes la llamada pensión Trujillo, en el número 8 de la calle Teniente Riera, un edificio clausurado oficialmente por la Delegación de Urbanismo que, sin embargo, era frecuentado por las prostitutas que trabajan en las calles aledañas al mercado Ingeniero Torroja y al puerto, muchas con problemas de drogadicción.
Desde mediados de 2020, el propietario del inmueble cumple condena en prisión, acusado precisamente por trata de seres humanos con fines de explotación sexual. Según han informado a Europa Sur los vecinos, en los últimos tiempos, una mujer se encargaba de alquilar habitaciones a las prostitutas y los transeúntes a pesar de que la pensión no cumple con ninguno de los requisitos urbanísticos ni sanitarios exigidos para funcionar como hostal.
La citada mujer, según fuentes policiales, se hacía responsable de hacer llegar el dinero al proxeneta que está encarcelado. La cantidad que se cobraba a los "residentes" en el edificio era de 150 euros mensuales, según el relato prestado por uno de ellos, de nacionalidad marroquí, a las autoridades policiales.
Durante la redada, los agentes (25 de la Policía Nacional y ocho de la Local) identificaron a 60 personas, entre ellas los clientes del inmueble, y realizaron cuatro detenciones, tres por estancia ilegal en España y una por un delito relacionado con la prostitución.
Según varios testigos, el desalojo se produjo sin incidentes, aunque los residentes de la zona pasaron una hora, entre las 21:00 y las 22:00 aproximadamente, sin poder salir ni entrar de sus viviendas, ya que la Policía Local y la Nacional cortaron las calles colindantes.
Fuentes municipales han informado a este periódico que el deseo del Ayuntamiento de Algeciras es clausurar y tapiar definitivamente la insalubre pensión Trujillo, fuente constante de peleas, gritos, ambiente violento y varios conatos de incendio, además de funcionar como punto de venta de drogas.
El Consistorio acumula varias denuncias interpuestas por los vecinos del bloque colindante, el número 6, quienes informaban que en el hostal ilegal había personas malviviendo de forma inhumana, basura, agua estancada, mobiliario roto, ropa sucia, fuertes olores, así como tuberías, cableado y bombonas en mal estado. Estos escritos indicaban también que el edificio, exteriormente, presentaba daños estructurales que hacían peligrar tanto a las construcciones próximas como a los viandantes de Teniente Riera.
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