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-¿Cómo fue nombrado presidente del Consejo Local de Hermandades y Cofradías (CLHC)?
-Bueno fue fácil para quien me lo propuso, pero difícil para mí que tenía que aceptarlo. Por entonces estaba integrado en la comunidad parroquial del Corpus Christi y era vicehermano mayor de la hermandad del Rocío. Ya había terminado el mandato del anterior presidente que era Javier Gutiérrez. Entonces el grupo de hermanos mayores decidió que yo podría ser un buen candidato. Me hicieron la propuesta, lo pensé y acepté.
-¿Cuánto estuvo en el cargo?
-Un mandato, que son cuatro años.
-¿Qué consiguió para engrandecer la Semana Santa?
-Como persona educada dentro del seno de una familia religiosa, lo primero que hice fue ponerme al servicio de la Iglesia. Después procuré tener a mi lado un fuerte grupo de personas que formarían la Permanente del Consejo, para mirar y cuidar los intereses de todas las cofradías y hermandades de Algeciras. Cofrades a los que yo les debo mucho y que fueron Juan Garzón, Emilio Valdivia, Hermenegildo González, Javi Barea, Javi Vega, el actual presidente del CLHC, y Manuel Gamba, un equipo muy válido.
-¿Qué cosas se hicieron en el Consejo durante su mandato?
-Yo me hice cargo de una sede en la calle Sevilla, que estaba un poco mal por la escasez de recursos. Pudimos remodelarla y también se volvió a decorar con motivos cofrades. Te puedo decir como anécdota que el teléfono de la sede es el mismo que había en la casa de mi padre, o sea el mismo número. Después y viendo el empuje que estaba tomando nuestra Semana Santa me propuse que había que potenciarla y una de las cosas que se pensó fue aumentar el número de cofradías. Claro está no es una cosa del Consejo, pero sí el ayudar a los movimientos cofrades que pudieran surgir. Se formaron dos nuevas cofradías. Una fue La Sagrada Mortaja, y la otra fue la Junta proculto del Tres Caídas, que durante mi mandato pasó a ser cofradía.
-Hábleme de la Procesión Magna, que marcó un antes y un después de nuestra Semana Santa.
-Sinceramente la Magna fue, yo diría, liarse la manta a la cabeza y tirar para adelante. Tuvimos una gran colaboración del Santo Entierro, en su 250 años de aniversario, y así junto el Consejo con la Cofradía, empezamos a trabajar y no te podría decir la cantidad de horas de trabajo que costó hacer realidad aquella procesión Magna, que por primera vez se hacía en Algeciras y que iba a marcar un hito dentro de la historia de nuestra Semana Santa. Nuestra intención en un principio fue que todos los pasos salieran de La Palma, pero aquello era imposible por las dimensiones. También hubo sinsabores, pero todo se olvidó cuando vimos el resultado de nuestro trabajo que había dado sus frutos. Tengo que resaltar la suerte que tuvimos porque en aquellos momentos los dirigentes municipales eran Patricio González, Hermenegildo González y Luis Ángel Fernández, del PA y el PP. Recuerdo que Javier Vega y yo tuvimos que firmar un préstamo de 3,5 millones de pesetas, para poder pagar a las bandas, préstamo que fue avalado con nuestros propios bienes, pero que el Ayuntamiento se encargaría de pagar. Todos los pagos fueron satisfechos luego.
-Todo estaba organizado pero llega el día y ¿qué ocurre?
-La Magna se celebraba el Viernes Santo. El día anterior me encontraba en la Iglesia de la Santísima Trinidad, apoyando y dándoles ánimos a nuestros hermanos del Tres Caídas, que no habían podido salir por culpa de la lluvia, y me llamaron para informarme que acababa de fallecer mi padre.
-¿Cómo tuvo entereza para presidir aquella Procesión Magna?
-La entereza te la proporciona Dios, porque mi padre recibía sepultura a las dos de la tarde del mismo día de la Procesión Magna, y fui acompañado en ese difícil trance por cientos de cofrades. Siempre recordaré unas palabras que me dijo el Padre Llanes, durante el sepelio: "Si tu no estás a las ocho de la tarde en La Palma, la Magna se suspende". Yo por mi padre ya no podía hacer nada, pero por el pueblo de Algeciras sí podía hacer mucho. Por eso tomé la dura decisión de presidir aquella histórica procesión.
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