LA CASA DE ALBA EN EL ARTE

El algecireño Raúl Rosillo transporta a Eugenia Martínez de Irujo a una obra de Goya para 'Harper’s Bazaar'

Eugenia Martínez de Irujo junto a Raúl Rosillo -segundo por la derecha- y el resto del equipo para la sesión de 'Harper’s Bazaar'.

Eugenia Martínez de Irujo junto a Raúl Rosillo -segundo por la derecha- y el resto del equipo para la sesión de 'Harper’s Bazaar'. / R.R.

El director creativo Raúl Martínez Rosillo (Algeciras, 1986) ha visto cumplido uno de sus sueños, uno de los muchos que ha ido fraguando en su alma inquieta desde la infancia. De igual modo que su ídolo, el fotógrafo Richard Avedon, retrató para Harper's Bazaar en 1959 a Cayetana Fitz-James Stewart, la última Duquesa de Alba, Rosillo ha logrado que su única hija, Eugenia Martínez de Irujo, pose delante de su objetivo para la misma revista que celebra su primera edición de Women in Art sobre "grandes mujeres del arte".

El proyecto salió a andar hace casi dos años, cuando Rosillo y la duquesa de Montoro se conocieron de manera fortuita y comenzaron a hablar sobre la pasión que ambos sienten por uno de los grandes pintores españoles: Francisco de Goya. Este estuvo íntimamente ligado a la Casa de Alba, hasta tal punto que en el Madrid de la época no se hablaba de otra cosa que los amoríos entre el artista y la decimotercera duquesa de la saga, María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo.

Romances y rumores del pasado a un lado, lo que sí es cierto es que en pleno siglo XXI Eugenia Martínez de Irujo, en un gesto de atrevimiento y generosidad, ha amadrinado a Raúl Rosillo, del mismo modo que su antepasada hizo con Goya, exactamente como la Casa de Alba ha hecho con tantos artistas emergentes a lo largo de la historia. 

Raúl Rosillo posa sobre la balaustrada de la Plaza Alta de Algeciras. Raúl Rosillo posa sobre la balaustrada de la Plaza Alta de Algeciras.

Raúl Rosillo posa sobre la balaustrada de la Plaza Alta de Algeciras. / Vanessa Pérez

Artesanía en La Pizana

Al algecireño se le saltan las lágrimas y se le entrecorta la voz cuando recuerda la sesión fotográfica que lo llevó, poco después de Semana Santa, hasta La Pizana, en el municipio sevillano de Gerena, el cortijo que la duquesa de Montoro recibió de su madre como regalo de bodas tras pasar por el altar en 1998 con el torero Francisco Rivera Ordóñez. Allí realizó el reportaje para Harper´s Bazaar que ilustra varias páginas del número de mayo y que ya se encuentra a la venta con textos de Boris Izaguirre.

"Con este proyecto yo he vuelto a mis manos: he recuperado mi faceta como artesano"

Durante los lluviosos días de finales de marzo, Rosillo había estado encerrado y absorto en una nave de Algeciras, creando los fondos y el material de la sesión. "Con este proyecto yo he vuelto a mis manos: he recuperado mi faceta como artesano", cuenta durante una entrevista para Europa Sur. "Este trabajo estuvo envuelto en una absoluta discreción".

Tres obras de Goya custodiadas en el Museo del Prado martilleaban la imaginación de Rosillo día y noche: el icónico retrato de la duquesa de Alba vestida de blanco con una cinta roja atada a la cintura (1795) y las Majas, la desnuda (1800) y la vestida (1807). Las tres ha logrado reproducirlas el de Algeciras, con Eugenia Martínez de Irujo como protagonista, en un fascinante viaje en el tiempo.

Para el retrato, que se realizó en los jardines de La Pizana, la duquesa de Montoro lució un deslumbrante vestido de Valentino, mientras que la sesión para las Majas se hizo en las caballerizas, entre alpacas de paja, sobre un elegante chaise longue elegido con esmero. "Meter todo el material de la sesión dentro del coche para transportarlo hasta Gerena fue peor que hacer un tetris", cuenta el director creativo. "Llevaba todo planeado al milímetro, pero el día jugó a mi favor: la luz, el polvo en suspensión, los colores, los estilismos...".

"El arte evoca un misterio sin el cual el mundo no existiría. Y la duquesa de Montoro está llena de esa magia"

"Solo un ejemplo, para explicar la complejidad de una sesión así. Yo tenía muy claro que quería que la duquesa llevara pelucas", narra el artista. "Sara Cáceres, mi maquilladora, trajo unas de Barcelona, pero estábamos nerviosos porque no sabíamos cómo iban a quedar, así que hicimos otra peluca, con pelo natural y teñido del mismo color que el de Eugenia, por si acaso. Al final no tuvimos que utilizarla, pero da una idea del trabajo de meses que hay detrás: aunque pueda dar la impresión que se dejan cosas al azar, está todo pensado". 

"Fue una sesión muy personal y familiar", recuerda a continuación Rosillo, que se encargó de toda la dirección artística del reportaje en La Pizana, hasta el último detalle. "Solo fuimos la estilista de Harper´s Bazaar, Beatriz Moreno de la Cova, mi maquilladora y yo". "Se creó un ambiente muy bonito y de enorme confianza", relata, al tiempo que admite que Eugenia Martínez de Irujo ha hecho una verdadera labor de mecenazgo con él. "El arte evoca un misterio sin el cual el mundo no existiría. Y la duquesa de Montoro está llena de esa magia. La sentí a su lado. Retratarla fue una satisfacción", asegura.

"No queríamos que el desnudo [de la duquesa] eclipsara el resto del trabajo que se muestra en la revista por una cuestión morbosa"

La Maja desnuda del 2024

La fotografía de Eugenia Martínez de Irujo posando como la goyesca Maja desnuda permanecerá, por el momento, en secreto por una decisión de la duquesa y Rosillo. "La guardo en mi archivo personal y, si en el futuro hago una exposición con mi trabajo, algo que me gustaría, la sacaré a la luz", avanza el director creativo. 

"No queríamos que el desnudo eclipsara el resto del trabajo que se muestra en Harper´s Bazaar por una cuestión morbosa", aclara. "Por otro lado, hablamos de una revista de moda, la cabecera sobre este género más antigua publicada ininterrumpidamente, y de eso trata este reportaje, donde se ha hecho moda de una manera muy actual, pero también bebiendo de la historia". 

"Para mí, uno de los grandes legados que dejará Eugenia es su forma de vivir, tan libre y, a la vez, tan sensible", comparte. Reconoce después que no está de acuerdo con muchas cosas del pasado y del presente, pero intenta aunar lo antiguo y lo moderno cada vez que lidera un proyecto artístico. "A la vez que he homenajeado a la Casa de Alba, en las páginas de Harper´s Bazaar he procurado darle ese toque pícaro y actual que desprende Eugenia". 

Eugenia Martínez de Irujo, Raúl Rosillo y Sara Cáceres, en una sesión de maquillaje para 'Harper’s Bazaar'. Eugenia Martínez de Irujo, Raúl Rosillo y Sara Cáceres, en una sesión de maquillaje para 'Harper’s Bazaar'.

Eugenia Martínez de Irujo, Raúl Rosillo y Sara Cáceres, en una sesión de maquillaje para 'Harper’s Bazaar'.

Regreso a Ítaca

Para Raúl Rosillo, este reportaje para la revista estadounidense es especial por otro motivo, muy personal. "Me ha unido a mi origen, a mi viejo yo", confiesa tras regresar a su Ítaca (la Algeciras donde nació y creció) para idear y crear después de forjarse en Buenos Aires, Londres, Nueva York, Chicago, Copenhague, Madrid, Barcelona y Sevilla: "Yo antes vivía mucho en el futuro; el tiempo, para mí, ha dejado de existir". 

"Trabajé varios años en una empresa cuyo lema era where time does not exist, y es cierto. Por eso, ahora más que nunca, estoy unido a mi tierra y a mis orígenes en el Campo de Gibraltar. Ahora es cuando verdaderamente valoro de donde vengo". Y Rosillo recuerda sus clases infantiles de dibujo y pintura en la academia de Juan Zahara, frente al Museo municipal de Algeciras: "Suena fuerte, pero tengo ya 37 años y llevo veinte dedicándome a esto".

"Yo antes vivía mucho en el futuro; el tiempo, para mí, ha dejado de existir"

¿Se siente aceptado ese niño que prefería pasar los recreos del colegio Los Pinos con un pincel en la mano antes que dando patadas a un balón de fútbol? La respuesta es sí. "Al final, me he aceptado a mí mismo y he dejado de necesitar la aceptación de los demás". "Llevo toda la vida buscando un lugar como artista donde me sienta a gusto". Y agrega que la reclusión por la pandemia y los años posteriores han supuesto para él "una gran liberación". "He eliminado todo lo que me sobraba, lo que no me sumaba, y aquí hemos venido a vivir". Cree que esta sabiduría se la ha dado el paso del tiempo y madurar. 

Eugenia Martínez de Irujo, ante un fondo creado por Rosillo y que recrea una de los grandes retratos de Goya. Eugenia Martínez de Irujo, ante un fondo creado por Rosillo y que recrea una de los grandes retratos de Goya.

Eugenia Martínez de Irujo, ante un fondo creado por Rosillo y que recrea una de los grandes retratos de Goya.

Por amor al arte

"Tenemos que evolucionar y avanzar. Parece que nacemos bebés y morimos viejos, pero es mentira. Nacemos viejos y morimos bebés. Vamos hacia atrás realmente. O así tendría que ser. Deberíamos abrir la mente y adaptarnos a los tiempos como hace un niño", valora Rosillo. "El proceso no ha resultado sencillo: en lo personal, he tenido que abrazar mi oscuridad hasta aceptarme, y en lo profesional, vivimos en un país muy cateto donde no somos capaces ni de valorarnos nosotros mismos".

Opina que en España, dentro del sector de la cultura, "solo unos pocos se lo llevan todo". "Aquí no se diferencia entre la cultura, el arte y el sector empresarial", critica Rosillo. "En otros puntos de Europa y en Estados Unidos, sitios donde he trabajado, existe un abismo entre estos ámbitos. La cultura no se puede abordar como si fuera una empresa, ni tiene que ser rentable a toda costa. La cultura tiene que contribuir a que una sociedad evolucione y mejore, crear unos cimientos. La rentabilidad no puede medirse únicamente con la vara del dinero", declara este creativo.

"En España no se diferencia entre la cultura, el arte y el sector empresarial"

"Mire, como artista, yo trabajo muchísimo y en muchas ocasiones no cobro a través de una transferencia bancaria, pero gano en experiencia y aprendizaje. Por supuesto que hay que pagar por un trabajo bien hecho y valorarlo, pero no como único medio ni fin". Asegura que antepone las personas al dinero. "Eso, unido a mi punto de artista y emocional, ha provocado que me choque y arruine varias veces, pero eso también ha sumado en mi formación". Coge aire y añade: "Y otro problema con el que me encuentro con demasiada frecuencia es la envidia. En España se debería crear más equipo, más comunidad, y eliminar las malas energías que nos destruyen".  

Raúl Rosillo, en la Fuente de las Ranas de la Plaza Alta. Raúl Rosillo, en la Fuente de las Ranas de la Plaza Alta.

Raúl Rosillo, en la Fuente de las Ranas de la Plaza Alta. / Vanessa Pérez

En el futuro, a Raúl Rosillo le gustaría explotar su faceta como director de cine: tiene en el cajón dos proyectos audiovisuales que ansía sacar a la luz. También explotar su faceta como decorador y diseñar imagen para terceros. Pero matiza que quiere seguir en contacto con su tierra. "Yo soy un director creativo, un artista, un director artístico, un fotógrafo, un cineasta y un pintor. Genero ideas y las llevo a cabo. Soy muchas cosas y justo ahí está el problema. Porque no consiguen encasillarme profesionalmente, y personalmente tampoco". 

Nieto de un artesano y un torero, Raúl Rosillo siembra el desconcierto. Y eso le gusta. "Yo soy todo lo que eran mis antepasados. He tardado en entenderlo, pero al fin lo conseguí". Por eso brilla más que nunca.

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