Estampas de la historia del Campo de Gibraltar
Construcción de la estación marítima del Puerto de Algeciras (1927-1928)
Historias de Algeciras
Algeciras/Antes de comenzar permítanme desearles a los muchos seguidores de esta página un venturoso año 2020, esperando seguir contando con el fiel seguimiento de todos ustedes.
En este año que acaba de empezar, se cumple el doscientos aniversario del llamado pronunciamiento de Riego, dando con ello comienzo al llamado históricamente Trienio Liberal; último gran intento de restablecer el orden constitucional surgido en Cádiz con la proclamación de la Pepa en 1812. El general Rafael de Riego, acompañado de un gran ejército cuyo primer objetivo era el restablecer el orden en las colonias americanas, se levanta contra el absolutismo impuesto por Fernando VII. Tras el pronunciamiento originado en la población sevillana de Las Cabezas de San Juan, el 1 de enero de aquel 1820, la lógica señalaba como destino de aquellos constitucionalistas, las grandes ciudades cercanas de Cádiz o Sevilla; pero curiosamente el mando de aquella gran tropa decide dirigirse hacia el sur.
Algeciras, en 1820, contaba con una población de algo más de 15.000 habitantes. Sus límites urbanos seguían estando constreñidos entre las murallas medievales que la rodeaban. Sus gentes, venidas en gran medida buscando refugio desde los pueblos de la serranía de Ronda durante los difíciles años de guerra contra el francés, encontraron fácil acomodo en una población que aún estaba por rehacerse tras los años de olvido. Las relaciones económicas ilícitas, establecidas tradicionalmente con la cercana colonia británica, facilitaban el sustento de aquellos recién llegados y del resto de la población en general.
Tras el famoso pronunciamiento, Rafael de Riego hubo de esperar hasta el 27 de aquel mes de enero para ponerse en marcha con sus hombres, establecidos estos en la ciudad de San Fernando. Marchó con sus tropas constitucionales, encaminándose según la documentación consultada: "Por Chiclana, y fué á hacer noche en Conil; cuyas autoridades civiles abandonaron el pueblo. A la verdad -prosigue el texto consultado-, le animaban los mejores sentimientos más el terror endentaban sus espíritus, y la idea de que las tropas nacionales no eran las más fuertes le hacia obrar contra sus mismos deseos e intereses. El 28, la columna se trasladó a Vejer -continua el documento-, donde fué recibida con repiques de campanas, y al día siguiente fue publicada la Constitución, y se recogieron algunos efectos y metálicos. Con las más fundadas esperanzas salió la columna el 31; acampó aquella noche en los cerros del Retín y después de una marcha muy penosa entró á la 7 de la noche en Algeciras".
Antes de su entrada en nuestra ciudad, Riego había confeccionado un texto fechado el día de la partida desde Vejer, es decir el 31 de enero, dirigido al Consejo algecireño, en el que se recogía: “Primera división. Ejército Nacional. Deseoso el General en Jefe del Ejército Nacional de que los pueblos que bajo el abrigo de sus armas han podido manifestar los sentimientos que los animan publicando la Constitución de la monarquía española, disfruten en cuanto estén en su mano las ventajas que dimanan de tan sagrado código, y se alivien de las pesadas cargas que los reducen a un estado de nulidad, exigen remedios tan eficaces como prontos, ha determinado en nombre de la Patria. Primero: que dichos pueblos queden exentos desde primero de este año, de pagar la contribución general, mientras la Nación determina lo más conveniente acerca de las rentas del Estado y el modo de pagarlas. Segundo: que los géneros de manufactura extranjera, incluso los tejidos de algodón, queden de entrada libre, pagando solo un derecho único de 12 por ciento, acerca de cuya percepción y cobro se formará el correspondiente reglamento. Tercero: que sea libre la introducción de todos los géneros comestibles. Cuarto: que el tabaco cuyo desestanco se verifica desde ahora, pague en su introducción un real de vellón por cada libra. Todo lo que harán -finaliza la misiva del general-, V.SS. entender á este vecindario por medio de un bando, mañana a las 9 de ella, fijando copia en los lugares públicos para que llegue de esta suerte al conocimiento de todos; debiéndome darme testimonio de su ejecución. Dios guarde a V.SS. Muchos años, Algeciras á 31 de Enero de 1820. SS. Individuos del Ayuntamiento de esta Ciudad. Rafael de Riego".
Desgraciadamente para Riego y su ejército, aquella epístola con alma de proclama o bando, no caló entre los algecireños. Riego no fue advertido que los vecinos de Algeciras y del resto del Campo de San Roque, estaban muy acostumbrados a "contravenir" las normas; y más aún en lo relativo al control de entrada y distribución de artículos venidos desde el otro lado de la frontera.
Para aquellos hombres, nuestra ciudad, según expresaron: "Confiaban que se convirtiera en el segundo baluarte de la libertad". Luego, si tal importancia estratégica y política tenía para aquellos soldados la ciudad de Algeciras, es fácil suponer que esta y no otra era su destino. Cabe preguntarse ¿por qué Algeciras? Posiblemente la respuesta se encuentre en el interés británico en que la endeble España, aún no repuesta de la guerra contra el Bonaparte, no pudiera acabar con los levantamientos en sus colonias hispanoamericanas tan necesarios para sus intereses estratégicos y económicos. Las sociedades secretas de la época existentes al abrigo de Gibraltar, que de seguro contarían con una importante red de comunicación, lejos de las postas controladas por los fernandinos, bien pudieran facilitar el conocimiento del pronunciamiento en Las Cabezas de San Juan al resto de acuartelamientos del país, para conseguir usando la rapidez, el triunfo de la causa constitucional. Sin dar tiempo, por tanto, a reaccionar a los militares afines a la corona. La rapidez en el triunfo del movimiento de Riego, le dio la razón en cuanto a la dirección tomada en aquellos primeros momentos por su ejército.
Según las crónicas absolutistas de la época, nuestra ciudad no estuvo a la altura esperada por aquellos soldados comandados por Riego: "Todo su patriotismo se redujo á voces y vivas durante toda la noche". La exaltada prensa liberal que seguía los pasos de aquel ejército, lejos de recoger el frío recibimiento algecireño defendido por los realistas publicó: "En Algeciras se habían hecho fiestas y regocijos públicos a su entrada".
El día 2 de aquel constitucionalista febrero, el prudente consistorio local, publicó el bando ordenado por Riego, para el general conocimiento de la población. A todo esto, cabe también preguntarse ¿cómo estaba respondiendo Algeciras ante lo que estaba aconteciendo durante aquellos primeros días del primer mes de 1820? La respuesta es simplemente la máxima normalidad en la población, valgan los siguientes ejemplos: "El vecino de Algeciras pero natural de Gibraltar Antonio Sanguinety, que trabajaba como marinero en el bergantín inglés Orges, acudió al procurador de la colonia José Viale para mediar en el cobro de 960 r.v. que le adeudaba el capitán del citado barco, y de nombre Pascual Consignere". El gran prohombre local, Cosme Burlini (entre sus cargos se encontraba el de teniente del Tercio de Milicias Urbanas de Algeciras, Regidor del Ayuntamiento y vocal de la sesión de Hacienda de la Junta de Subsistencias de la misma; además de acaudalado propietario y comerciante), junto al también hombre de negocios Rafael Contilló, administrador de las Reales Loterías en nuestra ciudad, afrontaron -el primero como fiador y el segundo como deudor-, el pago de 14.960 r.v. Importe de la lotería librada por el tesorero general de las mismas Reales Loterías, Manuel Vázquez del Bizo, y cuyo pago, según este último en aplicación del R. O. de S. M. fechada en 23 de Diciembre de 1819, mediante la cual: "Los endosos y dineros se servirá Vd mandar á pagar para a la órden de D. Manuel de Heredia, en oro ó plata que anotará Vd en cuenta. A D. Rafael Contilló de la Reales Loterías en la ciudad de Algeciras"; o por último, y como secuela de la aún recordada guerra contra los franceses: "La vecina de Algeciras Francisca Bernal, viuda de Ignacio Cidrón, tutora de sus nietos Juan, Joaquín y María Casaus Cidrón, hijos de su yerno Joaquín Casaus, difunto; capitán de los Reales Ejércitos de la Nación, fallecido, así como de su hija María Dolores, también vecinos de esta ciudad, concede poder suficiente y bastante al vecino de Ubrique Antonio Ortiz, para que le solicite y tramite la pensión y asignación que pueda corresponderle a sus nietos por el servicio de su padre a la Patria".
El paso del ejército de Riego por Algeciras, contó con un testigo de excepción como fue el teniente general José O'Donnell, quién en el momento del pronunciamiento se encontraba destinado en nuestra ciudad, según relata de su puño y letra en sus cartas. En una de ellas fechadas tres años más tarde -una vez finalizado el llamado Trienio Liberal-, dirigida a un conocido periódico madrileño, expresando: "Algeciras á 23 de Octubre de 1823. Señores redactores del Restaurador. En el apreciable periódico de Vms publican en el número 83 de 28 de septiembre, una carta de Córdoba en la que se dá cuenta de las últimas hazañas y prisión del rebelde Riego, y en ella se leen las palabras siguientes: el héroe en las Cabezas, el que tantas veces en plazas y tribunales infernales groseramente exclamaba ¡constitución ó muerte!, llega a conocer que esta empresa en nada se parece á sus proezas de 1820, en que por intrigas de su facción solo fué perseguido en las apariencias. Me han picado un poco estas expresiones -sigue relatando O'Donnell en su misiva al reseñado medio madrileño-, aunque concibo que no pueden dirigirse contra mí. Con este motivo y deseando que sean conocidas de todos las ocurrencias de mi campaña contra Riego, que nunca se han publicado, les incluyo a Vms unos apuntes relativos á ella, rogándoles se sirvan darle lugar en su periódico, á lo que les quedará reconocido su atento y S.S.Q.S.M.B. Fdo. José O’Donnell".
En los escritos de José O'Donnell, nuestra ciudad adquiere una gran relevancia, y este subraya titulándolos: Apuntes a la campaña de 1820, expresando: "Habiéndome empleado por S. M. en el mando del Campo de Gibraltar, recibí en el día 5 de enero de 1820, un oficio de la justicia de Alcalá de los Gazules, y otro del coronel del Regimiento de Zamora, en que se me dieron los primeros avisos de la escandalosa sublevación ocurrida en varios cuerpos del ejército destinado á Ultramar; que habían hecho preso á su general en Gefe, y proclamado esa constitución, que después acá ha sido causa de tantos horrores. Todas las fuerzas de que yo podía disponer entonces en el Campo de Gibraltar -prosigue O'Donnell-, se reducían a 9 compañías de granaderos Provinciales con 600 plazas, de las cuales la mitad eran reclutas que apenas sabían cargar un fusil; la Compañía de Escopeteros de Getares con 100 plazas buenas, y un escuadrón del Algarve con 500 caballos medianos. Esta tropa se hallaba en gran parte diseminada por un cordón litoral de Sanidad contra la peste de África, y otro terrestre contra la epidemia de Cádiz, estando el resto empleado en guarnecer muy débilmente á Tarifa, Algeciras, San Roque y la línea de Gibraltar".
En estas primeras líneas de su relato, O'Donnell ofrece una dramática imagen del Campo de Gibraltar en aquellos primeros días de 1820, estando la zona amenazada por las epidemias provenientes de la costa africana y del resto de la provincia. Curiosamente ni una ni otra fueron obstáculos para el avance del ejército constitucionalista de Riego en dirección hacia nuestra ciudad.
Continuará.
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