El Secano, los Larios y el corcho

Campo chico

La Corchera Española y la Armstrong fueron, con la pesca, las fuentes de la actividad industrial

La llegada del plástico y de materiales sintéticos, marcó los últimos pasos de la industria del corcho

El teatro Principal, en la calle Ancha, a la izquierda.
El teatro Principal, en la calle Ancha, a la izquierda. / E.S.

El Secano fue en Algeciras, la frontera con el más allá de lo urbano. Se trataba de un tramo de carretera general trazada sobre los límites, tanto de la Villa Vieja como de la Nueva y ello lo convertía en referencia. Desempeñaba un papel semejante al del Parque. A partir del Secano se estaba en “las afueras”. La expresión “detrás del parque” era utilizada con el mismo sentido de “en el quinto pino” o “donde da la vuelta el viento”. El edificio en cuyo frontispicio está el anuncio del “coñac Oxigenado”, frente al acceso principal del antiguo hospital civil o de la Caridad, te indicaba que ibas camino de salir del entramado municipal. El propio hospital había sido situado ahí porque estaba en un “lugar tranquilo”. En los aledaños de la plaza Juan de Lima, en la que confluyen las calles Alameda (Cayetano del Toro), Matadero (Teniente Miranda) y Tarifa, seguramente entre la casa del popular letrero del Coñac Oxigenado y el acceso a la hoy Oficina de Coordinación de la Administración General del Estado, estaría una de las puertas de entrada, la de Tarifa, abierta en la muralla de la Villa Nueva andalusí.

Ficha del Senado de Martín Larios, primer marqués de Larios
Ficha del Senado de Martín Larios, primer marqués de Larios / E.S.

De hecho, los bloques de piedra de la muralla sirvieron para levantar el hospital y la iglesia de San Antón, popularmente conocida como de la Caridad porque esa fue la denominación del centro sanitario, construido en gran parte por cuestación popular abierta a los primeros habitantes de la ciudad. Lo recordaba en su viejo y lo recuerda en su restaurado frontispicio: “La caridad me hizo”. La historia es muy conocida, por lo que no debo más que, a grandes rasgos, dar algún detalle. Ojala que esos pocos retazos de la historia popular de nuestro pueblo, sirvan para abundar en lo inconveniente que es llamar a más de la mitad del casco histórico, Barrio de la Caridad, incluyendo en él los lugares en los que empezó la repoblación de Algeciras, en los primeros mil setecientos. Es contradictorio que el buen hacer del Ayuntamiento en la gestión para obtener fondos que aplicar a la mejora del aspecto y de la calidad del paisaje urbano, esté contribuyendo a un equívoco que incidirá, si no se corrige, en la comprensión de nuestra historia próxima. Estamos a tiempo de no contagiar el error ni consolidarlo difundiendo un nombre vacío de fundamento. Los que participamos en la elaboración de textos de gran difusión en los medios, evitando su uso, y los regidores y empleados públicos, dejando de insistir en su empleo para referirse a cualquier cosa que se celebre en el flanco sur del casco histórico.

Probablemente el nombre, “secano”, de ese tramo de carretera adosado a la ciudad a lo largo de la muralla andalusí, aluda al de las tierras que no son de regadío. Tal lo supone la autoridad de Juan Ignacio de Vicente. Tierras de secano, en oposición a las fértiles de regadío de las de extramuros, pudiera haber sugerido el nombre del lugar insertándolo en el habla. Fue en sus proximidades, hacia afuera de la muralla, donde se abordó la ampliación del municipio en sucesivas actuaciones asociadas a iniciativas inmobiliarias, construcciones civiles o negocios que requirieran superficies de mayor alcance que las habituales. De modo que son numerosos los ejemplos de arquitectura industrial que se dan en el Secano y más allá de su trazado, como ha puesto de manifiesto Martín Matilla, del IECG, a través del Observatorio de La Trocha, en sendas publicaciones recogidas por Europa Sur.

Avenida Agustín Bálsamo, a la derecha el Cine Delicias.
Avenida Agustín Bálsamo, a la derecha el Cine Delicias. / E.S.

La construcción de la estación de ferrocarril supuso la consolidación del eje de la avenida de Agustín Bálsamo, donde se construiría el Teatro Florida, que vino a sustituir al Teatro Principal de la calle Ancha. El nombre era el del último vástago de una familia de origen italiano que dejó un importante legado a los menos favorecidos de la ciudad. No obstante, la Fundación que lleva ese nombre, que desde el día 4 de noviembre de 2021, preside José Ignacio Landaluce Calleja, ha de administrar el legado en unas condiciones restrictivas que dificultan su aprovechamiento. La avenida se adentra hacia el oeste permitiendo el asentamiento de edificios importantes, como la fábrica de harina de la famila Bandrés o la corchera Armstrong, creada ésta última al amparo de los mejores momentos de la producción de corcho, producto muy abundante en la comarca y en sus alrededores. La industria corchera significó cantidad en el proceso de desindustrialización de Andalucía, porque mientras que se industrializaba el norte se hacía lo contrario en el sur, adonde el corcho supuso, por su abundancia, sobre todo en nuestras proximidades –no se pierda de vista los Alcornocales–, abordar procesos de industrialización y de demanda de mano de obra no especializada, que podría haber generado una cultura industrial en la comarca, paralela a la que existió en gran parte del flanco occidental de Andalucía.

Nuestra región, que ocupa el 17,3% del territorio nacional aportaba a mediados del siglo XIX cerca del 20%, de la actividad industrial de España, no llegando en la actualidad al 10%. Mucho si se tiene en cuenta que el reparto de la producción industrial no era, ni es, homogéneo, concentrándose entonces en la mitad occidental de la región, en el País Vasco y en Cataluña. En La Línea de la Concepción, hacia 1885, abre en el espigón de San Felipe (Manzano Pratts) un complejo de casi 24.000 m(2,) dedicado a la manipulación del corcho, que es el primero en su género en la península. La producción consistía en la fabricación de tapones y de serrín, y en el enfardado de corcho en plancha. La iniciativa se debió a la familia Larios, enraizada en Málaga adonde se instalaría Pedro Larios de las Heras a principios del siglo XIX. La llamada a emprendedores de otras latitudes se produjo como consecuencia de las facilidades que procuraron al puerto, a finales del siglo XVIII, los permisos para comerciar con América. Hasta entonces, esos permisos sólo los poseía el de Cádiz, y atrajeron a Málaga nuevos inversores y emprendedores procedentes del interior.

El primero de los Larios, Pedro, procedía de La Rioja, de un pequeño pueblo, Laguna de Cameros, colindante con la provincia de Soria, adonde había nacido en 1755, y pensó con acierto que en Málaga encontraría un futuro para sus inversiones. Había enviudado dos veces y se trasladó con sus cuatro hijos, Manuel Domingo, Pablo, Martín y Juan. José Regueira Ramos, nuestro admirado paisano gallego de Jimena de la Frontera, publicó en 1977, en el número 17 de la revista Almoraima, uno de los pocos trabajos que existen sobre las actividades comerciales y las propiedades en la Comarca, de los Larios, abundando en la mucha bibliografía existente sobre las desarrolladas en Málaga donde, entre otras cosas, crearían el Banco de Málaga. A propósito de la construcción de la estación de ferrocarril de Los Barrios dice Regueira que el 70% de los terrenos por los que transcurría la línea Algeciras-Bobadilla, en su recorrido por el Campo de Gibraltar, eran propiedad de los Larios.

En Algeciras, la Corchera Española y la Armstrong, constituyeron junto a la pesca, las fuentes principales de actividad industrial y de creación de empleo. No eran las únicas fábricas de corcho, pero sí, desde luego, las más importantes. La de los Hermanos Larios en La Línea sufrió varios incendios, el primero a poco de inaugurarse, lo que debió de acelerar su cierre. Lamentable, por cuanto no sólo ocupaba a una abundante mano de obra, sino en tanto que la empresa había creado a su tenor, una escuela para los hijos de los trabajadores. Los costes de producción incrementados por el del transporte replantearon la ubicación, y las perspectivas de crecimiento del puerto de Algeciras desviaron la atención hacia nuestra ciudad. La Corchera Española, de capital inglés, participada por los Larios, se instaló en la margen derecha del Río, junto al Puente Matadero, en una explanada más o menos simétrica del matadero respecto al puente, a espaldas del famoso Bar Constante, que hoy puede verse vacía de contenido. La Armstrong, una firma americana, repartía la producción de material de corcho entre sus fábricas de Sevilla y de Algeciras, en la segunda década del siglo XX. La llegada del plástico y de materiales sintéticos, en la década de los sesenta, que fueron sustituyendo al corcho, marcó los últimos pasos de una industria que tuvo entre nosotros una extraordinaria importancia.

Solar dejado por la fábrica de corchos de La Línea (Manzano Pratts).
Solar dejado por la fábrica de corchos de La Línea (Manzano Pratts). / E.S.
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