El Sexenio Democrático: La barca del río Palmones y un ayuntamiento endeudado

Historias de Algeciras

Algeciras comienza 1870 con 13.700 habitantes, si bien la población decayó en buena parte por el traslado a la nueva ciudad de La Línea

El ayuntamiento sufre la venganza económica por haber redimido a los mozos locales de las quintas defendidas por el septembrino gobierno

El Sexenio Democrático: Descripción de Algeciras en 1870

La Plaza Alta de Algeciras, en una imagen de época.
La Plaza Alta de Algeciras, en una imagen de época.
Manuel Tapia Ledesma

11 de febrero 2024 - 02:00

Y mientras el recluta algecireño -Rey Marchena- espera su ingreso hospitalario que resuelva “lo suyo”; la nación hace una mirada retrospectiva al comenzar aquella década del 70 concluyendo la ciudadanía con negativo aire y preguntándose: “¿Y esto merecía la pena de haber hecho una revolución como la de Septiembre?”. Prosiguiendo en la queja: “Y sin embargo, aún hay quién cante himno de alabanza á nuestro Gobierno; aún hay quién sostenga que se ha hecho una gran campaña para y por la libertad y quién aliente á nuestros gobernantes á seguir el empezado camino ¡cómo si no hubiéramos ya sufrido bastante; como si no fuera necesario acabar con las pocas ventajas que aún nos quedan de cuantas creímos haber alcanzado!”.

Al mismo tiempo que muchos hacían político balance desde la conciencia colectiva nacional, en nuestra ciudad prosigue la vida administrativa generándose el siguiente expediente: “Los hermanos, Don Ramón y don José Alcoba Oz; el primero negociante y el segundo propietario, respectivamente, ambos de este domicilio [...] con fecha diecinueve de Mayo anterior (1869), rematantes ante el Ayuntamiento de esta ciudad en subasta pública de pasaje de la Barca del río de Palmones en la cantidad de 2.011 escudos [...] al Ayuntamiento de Algeciras y Los Barrios [...] presentan queja de ser agravado, mandando se comunicase acuerdo para otorgamiento de la fianza. Don José Alcoba, se constituye fiador de su hermano Ramón por el contrato de arriendo celebrado para el cobro del derecho de pasaje de la Barca del río de Palmones”.

Algeciras comienza 1870 con 13.700 habitantes. En los próximos años sufriría un gran descenso motivado, principalmente, por la emigración hacia la nueva población de La Línea y generada ésta por la aplicación del llamado “especial” régimen de control fiscal (medidas que se complementarían años más tarde con la concesión de atribuciones plenas al Comandante General del Campo en materia de represión de ilícitos), impuesto por el ministerio del ramo en la zona de influencia del contrabando algecireño. Nuevamente, y como aconteciera con la medieval alcabala, un arbitrio -en este caso una serie de medidas fiscales-, marcaría nuestra historia. Coincidente con esta reducción en el padrón de Algeciras, la nueva población de La Línea ve aumentar considerablemente el suyo; encontrándose, quizá, la explicaciónen la no aplicación del citado régimen fiscal en aquel municipio donde su doble carácter fronterizo y militar, al parecer, lo impedía. Algunos autores defienden que en aquella “especial” fiscalización se sitúa el origen de la familiar denominación de “especiales” para los naturales de nuestra ciudad. Algeciras, a partir de aquellos momentos, dejó de ser denominada “la América chica”, como hasta entonces se la nombraba entre los jaramperos por el volumen económico que generaba el contrabando de subsistencia. Con la incorporación al censo linense de nuevos vecinos venidos desde diferentes lugares de la zona y gentes procedentes de la serranía rondeña, el péndulo económico que hasta entonces se situaba en el poniente de la bahía pasó a su lado de levante; lógica evolución de los pueblos y de la historia.

Aquella situación de ruptura familiar, en no pocas ocasiones, generó entre las poblaciones de Algeciras y La Línea, fuertes y directos lazos sentimentales que oscuros y delegados intereses socavarían ante el peligro de generarse una importante unión comarcal -conjuntamente con el resto de municipios- que perjudicase el desarrollo de otras alejadas zonas de la provincia. Y en función al retraso que padecemos, entre otras de las tan necesarias comunicaciones de todo tipo, se ha de reconocer que los malintencionados delegados tuvieron éxito. Divide y vencerás.

Manuel Moreno Fernández era el propietario del cortijo nombrado del Guijo, en la dehesa del Novillero.
Manuel Moreno Fernández era el propietario del cortijo nombrado del Guijo, en la dehesa del Novillero.

Algeciras tardaría 25 años (1895) en alcanzar las 15.000 almas, según la estadística provincial. Sobre los negativos efectos económicos que trajo la dura represión del contrabando algecireño, rescatamos de una anterior entrega el decadente testimonio del religioso anglicano James Aitken quién, tras visitar nuestra ciudad, expresó: “Pobre y bárbara Algeciras, plagada de mendigos [...] ahora es un lugar pobrísimo”. La algecireña realidad, desgraciadamente, no era distinta a la de otras poblaciones de España; la pobreza económica se reflejaba, entre otros aspectos, en la paralización de las sempiternas obras de finalización de la Capilla de San Isidro, como así pudo comprobar el Visitador enviado por el gaditano obispado aquel año de 1870; muy a pesar de que, años atrás, el otrora isabelino consistorio local expresara al responsable de la diócesis: “La obra principal está acabada, restando solo perfección y adornos”.

Al mismo tiempo que la popular capilla del antiguo barrio de Matagorda espera “perfeccionarse y adornarse”, Prim no logra ni perfeccionar ni mucho menos adornar su proyecto de localizar un rey para el hispano trono. El mismo día 1 de enero de aquel nuevo año de 1870, Víctor Manuel comunica que es imposible convencer a la madre del duque de Génova -y de cuya negociación nos hemos ocupado en anteriores entregas-. Por lo tanto, Tomás de Saboya quedaba fuera. Y mientras el vizconde del Bruch sigue su ansiada real búsqueda, en Algeciras el presbítero Manuel Moreno Fernández dinamiza la economía local como propietario de: “Un Cortijo de pan sembrar nombrado del Guijo, situado en la Dehesa del Novillero, con caserón compuesto de gañanía, andén, pajar, habitación para el casero, cuadra y 65 fanegas de tierra, con varias suerte por la que paga un canon de 52 escudos anualmente cada 15 de agosto. La citada propiedad la hubo el presbítero, de quién fué su anterior dueña Josefa Arenal Delgado, en 5 de agosto de 1861”. Tomando la referida propiedad como garantía el citado propietario: “Y recibe en préstamo del también vecino de Algeciras, Francisco España Pardo, la cantidad de 300 escudos ha devolver en el término de 8 meses”.

También y desde la Administración local se intenta dinamizar la algecireña economía, para lo cual -y previa solicitud enviada a las autoridades septembrinas gaditanas- se consigue lo que sigue: “Retasados por Yngeniero Gefe de Montes los productos leñosos de los Montes Majadal alto y Mata puercos de los propios de Algeciras en la cantidad de 1.400 escudos en vez de los 1.800 del tipo anterior con objeto de evitar el interés y concurrencia de los licitadores”. Desgraciadamente, aquel invierno del constitucional 70 fue bastante parco en lluvias: “Habiendo tenido lugar cuatro actos de subasta sin efecto del fruto de la bellota en los montes comuneros de los tres pueblos del Campo de Gibraltar, denominados Majadas de las Corzas, Dehesilla y Pinar del Rey, Palomar y Mogea-Lengua por falta de licitadores, atribuyéndose al mal estado del fruto y á la destrucción completa de este por los malos tiempos, se acordó prevenir al Ayuntamiento que si existe alguna bellota quede en beneficio del Monte y que el expediente, se archive en la Secretaría del Municipio de Algeciras dándose conocimiento de los resuelto al Yngeniero Gefe del ramo”.

Coincidente con el conocimiento dado al “referido ingeniero”, sobre el objeto y fin de la tasación y fecha del escrito de remisión, a nacional nivel los republicanos se pronuncian: “Ciudadanos, los hombres que en Setiembre del 68 se elevaron sobre vuestros hombros hasta la cúspide del poder supremo, fingiendo un falso amor á la moralidad, á la justicia, á la consagración, en fin, de los derechos individuales, hemos visto después que faltando á la ley fundamental del Estado destituyeron a los ayuntamientos elegidos por el sufragio universal directo, apoyándose en la única y poderosa razón de que sus individuos no se han arrastrado ciega y servilmente á sus plantas [...] Ciudadanos, en nombre de la patria, por la idea que han de redimir al pueblo de su humillante esclavitud, os conjuramos á que no faltéis á nuestro llamamiento.¡¡¡Viva la República federal!!!”. Y mientras los ánimos federalistas nacionales se encuentran exaltados en la política antimonárquica algecireña hay cambios: “Se ha reorganizado el partido progresista democrático, formando un comité por el sufragio universal”. Destacándose como importante nota de la actualidad local republicana: “En Algeciras, á pesar del escamoteo de cédulas electorales, ha obtenido la candidatura republicana 194 votos de mayoría, sobre la del montpensierista alcalde de Jerez”.

Retasados los productos de los montes propios de Algeciras.
Retasados los productos de los montes propios de Algeciras.

Al mismo tiempo que se mantiene el descontento antimonárquico nacional hacia el gobierno de Prim, en nuestra ciudad y según las actas municipales, prosiguen las depuraciones de los empleados públicos y los cambios en el callejero local. Mientras tanto, y como nota de normalidad, el maestro zapatero “Juan de Dios Luna e Ibáñez, hermano de María de la Paz Luna e Ibáñez, y Dolores Giménez Romero, viuda de José Romero, labradores; representantes y herederos los dos primeros de su hermano José Luna e Ibáñez, que falleció el 29 de diciembre del año próximo anterior (1869); todos vecinos de Algeciras”. Siendo el difunto hombre de fe, pues “cree en el soberano misterio de la Santísima Trinidad [...] y en todos los demás Misterios y sacramentos que cree y confiesa Nuestra Santa Madre Yglesia Católica, Apostólica y Romana, bajo cuya fé y creencia he vivido y protesto vivir como católico y fiel cristiano, invocando como invoco como mi abogada e intercesora á la Inmaculada María Santísima Reina de los Ángeles para que impetre de su Santísimo Hijo el perdón de mis culpas y la salvación de mi alma”. Añadiendo, curiosamente, un naturalista comentario propio de décadas posteriores, expresando: “Temeroso de la muerte tan natural y precisa á toda criatura [...] y mi cuerpo hecho cadáver lo mando á la tierra de que fue formado”. Regresando a la local religiosidad, cuando añade: “Advirtiendo que pertenezco a las Hermandades del Santo Cristo de la Expiración y de las Benditas Ánimas del Purgatorio que se congregan en la Yglesia Parroquial de esta Ciudad, y por consiguiente que por dichas hermandades se deben sufragar los gastos asignados para sus hermanos difuntos”. Lo cual manifestó ante “el Maestro de primeras letras, Francisco de Paula Orellana Fernández y el negociante José Moreno Ferrer”.

De vuelta a la pésima situación de las arcas municipales de la ciudad de Algeciras, su ayuntamiento sufre la venganza económica por haber redimido a los mozos locales de las quintas defendidas por el septembrino gobierno: “Dada cuenta del acuerdo que el Ayuntamiento y asociados de Algeciras tomaron en 28 de Diciembre (1869), último aceptando los medios propuestos por esta Corporación provincial para reintegrar á los fondos provinciales la cantidad que adeuda para la redención de sus quintos, se acordó aprobar dicho acuerdo y que en su consecuencia se oficie al Sr. Administrador Económico con remisión del oficio del Alcalde 1º de dicha Ciudad para que en su día se entreguen las inscripciones intransferibles de deuda consolidada al 3% que produzca -la deuda- de 80.512 r.v.”.

Dada la trágica situación de pobreza por la que pasaba nuestra ciudad, el hecho de tomar el acuerdo el 28 de diciembre, no dejaba de parecer una bromas más del destino o una burla al órgano político gaditano. La actitud antimilitarista del consistorio algecireño respondía a la corriente existente dentro del republicanismo nacional, nacida de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), que contaba a principios de 1870 con cerca de 9.000 afiliados en Barcelona; ciudad donde se celebraría a mediados de aquel año, el I Congreso de la Federación Regional Española, defendiéndose por parte de los líderes sindicales el anticapitalismo y la lucha de clases. El citado movimiento obrero, a través de manifestaciones y barricadas, respondió a la llamada a quintas que el gobierno publicó a principios de aquel 70. Pronto se crearían delegaciones en Cádiz y Málaga, llegando su influjo hasta el sector republicano algecireño.

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