El Sexenio Democrático (1868-1874): Un puerto de tercera clase y una Junta de valientes algecireños

Historias de Algeciras

La nueva Administración del Estado dispuso el nombramiento de la dársena de Algeciras

La alcaldía de la ciudad, en evidencia en una obra que recogió la incursión carlista de la expedición de Gómez

Contigo, pan, dote y licencia para un edil algecireño

La cilla algecireña, la cochera sevillana y el humor nacional

En 1869, el puerto de Algeciras fue nombrado de 3ª clase.
En 1869 el puerto de Algeciras fue nombrado de 3ª clase.
Manuel Tapia Ledesma

15 de octubre 2023 - 02:00

De vueltas a la política nacional, aquel caluroso mes dedicado a Julio Cesar entró constitucionalmente, y al igual que el victorioso militar atravesó el Rubicón, seguro de no dar marcha atrás, también los impulsores de La Gloriosa sabían que la suerte de ellos y la de España estaba “echada”. Por aquellos ilusionantes días, la nueva Administración del Estado, dispuso con efecto directo sobre nuestra ciudad, que: Por la Dirección General de Beneficencia, Sanidad y Establecimientos Penales [..] de acuerdo con la Dirección de Sanidad Marítima y con sujeción á los Presupuestos presentados á las Cortes, y desde 1º de Julio, quedan clasificados [...] Puertos de tercera clase.- Algeciras, un director médico de visita de naves con 500 escudos; un secretario con 450; un intérprete con 400; un celador escribiente con 300; un portero con 250; un patrón de falúa con 300 y cuatro marineros á 250 escudos.

Con carácter más general el nuevo Ejecutivo constitucional aprobó al tercer día de aquel mes de julio, un decreto por el que, al parecer, se pretendía resucitar cierta parcela “inmovilista” del poder judicial: el nombramiento, traslación, ascensos y separación de los Magistrados y Jueces de la Península é Islas Baleares y Canarias. Aquella progresista medida, que en principio tenía carácter provisional hasta que las Cortes Constituyentes acordaran una ley definitiva, fue objeto de una gran controversia política. Se puso en tela de juicio y desde la tribuna: Su legitimidad constitucional, la oportunidad y conveniencia de los preceptos que comprende y sus consecuencias en el órden judicial y político. Según la crónica del momento: En España era natural que sucediese, pues el decreto traía á la arena de la controversia política una solución al gravísimo problema de la inmovilidad judicial [...] y es preciso reconocer Señor, que el más grande obstáculo con que se estrelló siempre en la España liberal la inamovilidad de la Magistratura fué el carácter inflexible y absoluto del precepto que la establecía. Doce días más tarde se firma su derogación: Artículo único. Se deroga el decreto de 3 del corriente mes, por el que se establecieron reglas para el nombramiento, traslación, ascenso y separación de los Magistrados y Jueces de la Península y Canarias. Madrid á quince de Julio de mil ochocientos sesenta y nueve. Francisco Serrano. El Ministro de Gracia y Justicia. Manuel Ruiz Zorilla.

Siguiendo con la actualidad de nuestra ciudad, una noticia cultural recoge un hecho de carácter nacional que aconteció en un pasado próximo, y que señalaba a Algeciras como muestra del alcance del mismo: Se ha publicado el tomo tercero de la Historia de la guerra civil y de los partidos liberal y carlista, segunda edición refundida y aumentada con la Historia de la regencia de Espartero por D. Antonio Pirala [...] Contiene todos los acontecimientos militares y políticos de 1836, entre los que descuellan [...] la expedición de Gómez, que llegó hasta Algeciras. En la citada obra y en referencia a nuestra ciudad se expresa: Sufrían, sin embargo, resignados y al llegar la expedición de Gómez á la playa de Algeciras. Durante aquella incursión carlista que atravesó toda la península, el cabildo algecireño (aquel año la alcaldía estuvo presidida en primer lugar por Antonio Canesa y, posteriormente, por José González Ramos), dio muestras de una gran cobardía cuando en la sesión plenaria celebrada el 19 de noviembre de aquel año, careció del pundonor necesario agravado con el desahogo de nombrar una Junta de valientes ciudadanos, a los que exigió: Que procuren evitar todo perjuicio y desorden en el vecindario durante la forzosa ausencia de S.S. el Alcalde y Cuerpo Capitular. Una división del Ejército de Gómez, comandada por uno de sus lugartenientes, entró en Algeciras el 21 (dos días después de que la “valiente corporación” hubiera puesto pies en polvorosa), recogiéndose en el diario de la carlista expedición: Era un día de los más claro y hermosos que se ven en aquel país; nuestro espíritu rebosaba en júbilo y entusiasmo por vernos en la parte más meridional de la península y al frente de una nación extranjera ondeando las armas y pabellón del mejor de los monarcas, todo debido a la omnipotencia de Dios y al valor de nuestros soldados.

De regreso al constitucional, caluroso y controvertido séptimo mes, comentar que en el ámbito particular algecireño, ocurrieron otros hechos como el que sigue: El labrador y nonagenario sanroqueño Juan de Rojas Benítez, con domicilio en Guadarranque, es propietario de una casa baja en el pago llamado Rinconcillo, término de Algeciras y que se encuentra al llegar al playazo de Palmones [...] unido a un pedazo de terreno rodeado de tunas que le sirve de patio y desahogo, y que la puso en venta por la cantidad de 400 escudos, siendo la compradora la vecina de Algeciras María Sánchez Rábago. La nueva propietaria del predio sito entre, la punta del Rinconcillo y el río de Palmones, estaba casada con José López Pereira, quién estaba destinado en nuestra ciudad como sargento segundo graduado del cuerpo de carabineros, quién, en aplicación de la vigente legislación, concedió la pertinente y obligada “licencia marital” a su esposa, para que esta con el dinero que heredó de sus padres, pudiese adquirir la vivienda que fue de Rojas Benítez. En cuanto a la vivienda en cuestión, comentar que, anteriormente al reseñado Juan de Rojas, la vivienda en también había sido propiedad del importante industrial y propietario algecireño Francisco España Pardo, quién a su vez la adquirió del que fuera arrendatario del pasaje de la barca del río Palmones, en el 48, Tomás Aguilar. En el constitucional año de 1869, el citado servicio: Se adjudicó á favor de D. Antonio Artacho en la cantidad de 2011 escudos la subasta del derecho de pasage (sic) de la Barca del Palmones, durante en año económico próximo verificado en Algeciras.

También y en aquel contexto localista algecireño, se produjo la triste noticia del fallecimiento del que fuera gran propietario Félix Ramírez Arjona, quien, en el momento de su óbito tenía en propiedad, entre otras: Una casa en la calle de las Huertas, otra en la calle de Escopeteros, y dos más en la calle Cruz Blanca; una hacienda de 100 fanegas en el sitio nombrado de la Punta, llevándola en arriendo José Molina; otra hacienda en el lugar llamado El Rodeo; y un huerto que nombran del Macho. Natural de la cordobesa ciudad de Lucena, donde nació 1804, Ramírez Arjona vivió gran parte de su vida en nuestra ciudad. Contrajo matrimonio en la Iglesia parroquial de la Palma a la edad de 33 años (1837) con la también vecina de Algeciras, Salvadora Tapia, engendrando dos hijos, Salvador y Félix. El matrimonio duró 17 años, hasta el fallecimiento de la esposa en 1854. Posteriormente contrajo segundas nupcias con María Galán Domínguez, también vecina de Algeciras, con la que tuvo tres hijos: Eduardo, Josefa y Félix, quienes a la muerte del que fuera su padre contaban, respectivamente, con 5 y 3 años. Hombre de profunda religiosidad perteneció a las hermandades de Jesús y Soledad y Ánimas. En el momento de su fallecimiento tenía su domicilio en la esquina de calle Carretas con calle Larga.

En aquellos caluroso días, y dada su condición de provincia marítima, se hace público por el Departamento de Cádiz: Provincia de Algeciras. D, Antonio de Mora y Cincúnegui, Capitán de navío de la Armada nacional, Comandante militar de Marina de esta provincia y Capitán de este puerto. Hago saber: Que debiendo ingresar en la Escuela flotante de Cabos de cañón y Condestables 90 artilleros de mar, el Almirantazgo ha dispuesto se convoquen 30 en cada Departamento bajo la forma siguiente.-Los que soliciten el ingreso como tales artilleros de mar, dirigirán instancia directamente á las Comandancias generales de los Departamentos en que residan, ó por conducto de las Autoridades locales de Marina, acompañándoles la fé de bautismo legalizada y certificado del Alcalde en que se haga constar sus buenas costumbres, y el consentimiento paterno ó del que haga sus veces [...] Algeciras á 7 de Julio de 1869.

Por aquellos días y al cumplirse una década de la muerte del riojano Sixto Cámara, referente para los republicanos españoles de la época y muy especialmente de los antimonárquicos algecireños, se organizó en nuestra ciudad un gran homenaje para recordar su figura: El día 10 del corriente mes aniversario de la muerte del ilustre patricio Sixto Cámara, tuvo lugar una función cívica en el Club democrático republicano federal de esta ciudad, reinando en ella el orden y severidad más completos: la reunión fué numerosísima, y sin embargo del excesivo calor, pocos fueron los que se retiraron de aquel local hasta después de terminada. Un salón sencillo, pero elegantemente decorado, el traje negro que vestían todos los asistentes con crespón en el brazo, la bandera roja y azul con corbatas de lo mismo, una negra sobre la tribuna entre grecas de laurel y rosas, con la siguiente inscripción: A la memoria del eminente patricio Sixto Cámara; las numerosas luces, los jarrones de flores y banderolas, el retrato del mismo en medio de la mesa presidencial, con una magnífica corona de rosas y siempre vivas al pié, formaban un conjunto caprichoso al par que severo, en el que vimos satisfechos todos nuestros deseos.

Prosiguiendo el consultado documento: Con la biografía del mártir de la democracia dio comienzo al acto, subiendo después á la tribuna un hermano del infortunado Moreno Ruíz, que tenemos la honra de contarlo entre nosotros, el cual dio pormenores más exactos sobre algunos accidentes y circunstancias que conocía del desgraciado Sixto; sus palabras, llenas de un sentimiento natural recordando tan tristes sucesos, ahogaron la voz de este buen patricio, arrancando grandes y merecidas aclamaciones de la multitud. Varios ciudadanos, improvisando unos y leyendo otros magníficas poesías, discursos entusiastas sobre la historia de aquel mártir y sobre la democracia [...] sorprendiendo agradablemente á la reunión una elegía leída por la simpática y apreciable señorita Carolina Pérez, producción de su ingenio, que el corto espacio de esta breve reseña no permite comunicar. Concluidas las manifestaciones, todos depositaron al pié del retrato un pequeño ramo de laurel, rindiendo de este modo al joven mártir de la democracia española un holocausto imperecedero. ¿Loor eterno á los que, con una perseverancia inimitable, han dado sublime ejemplo de amor y fraternidad, despertando en el corazón del pueblo los instintos de la verdadera libertad y el de sus derechos en la esfera del órden y moralidad, que aún pretenden desconocer los eternos enemigos de la patria. Salúd y República. Algeciras 13 de julio de 1869.

Se sabe, a través de sus propios escritos, que el homenajeado estuvo en Gibraltar meses antes de su muerte: El día 13 de Noviembre (1858), salió Sixto de Málaga [...] milagrosamente pudo llegar á las inmediaciones de Estepona, donde oculto bajo la proa de un falucho de los que llevan fruta á Gibraltar, permaneció hasta que se hizo á la vela para aquella plaza [...] Dejólos el falucho á él y á sus compañeros en las playas inmediatas al Peñón, y se presentaron en la línea divisoria, disfrazados y en el estado más deplorable; pero la policía inglesa no los dejó entrar y dando media vuelta fueron a parar a una balandra de recreo, anclada en la bahía [...] Sixto, fiado de su estrella y con un traje de paisano de los que suelen usar los oficiales de la guarnición fué al muelle y entró en la ciudad como Pedro por su casa [...] Ocultóse y permaneció en Gibraltar más de un mes sin que lo supieran las autoridades inglesas ni el gobierno español, hasta que cansado de permanecer encerrado, se marchó á Lisboa en unión de sus compañeros García y Lafuente. Desde donde prosiguió el reconocido “antimonárquico” su lucha, para mudar el “reinante” sistema de gobierno.

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