El Sexenio Democrático (1868-1874): La reorganización republicana local y construcción de un muro para el río de la Miel

Historias de Algeciras

Antonio Fernández y Valentín Sáenz Laguna fueron figuras destacadas del comité local del partido, reconfigurado en julio de 1869

Los progresistas provinciales eliminan el arbitrio de un real por pasar de La Línea a Gibraltar

El Sexenio Democrático (1868-1874): Un puerto de tercera clase y una Junta de valientes algecireños

La confluencia de la calle Larga con Prim, en una imagen de época.
Manuel Tapia Ledesma

22 de octubre 2023 - 02:00

Al mismo tiempo que el republicano Sixto Cámara -tras pasada una década desde su fallecimiento- recibía un gran homenaje póstumo ofrecido a su figura por parte de sus correligionarios y seguidores algecireños, en nuestra ciudad también acontecían otros hechos de privado carácter, como el protagonizado por el popular propietario local Miguel Patiño Macias, de quién en una entrega anterior se dijo: “Que ejercía como Curador de la menor Francisca Cordero Herrera, y en base a esta voluntaria designación legal asumida, recibió, y en bien de su protegida -por aquellos días de tan altas veraniegas temperaturas como de gélida economía nacional-, la cantidad en monedas de oro de cien escudos”. Para lo cual tuvo que pedir previamente un préstamo al también gran propietario local, Francisco Saucedo Pérez.

Para Patiño Macias no tuvo que ser nada fácil hacer uso -como garantía- de la vivienda que un año antes, concretamente el día de Navidad del 68 (tres meses después de la Septembrina o Gloriosa) “había adquirido y convertido en su hogar tras comprársela al también industrial y propietario Sebastián Sotomayor Benítez”. Aquel sacrificio realizado -para el bien de su protegida-, fue ejecutado al mismo tiempo que los progresistas locales aún celebraban su revolucionaria victoria.

Aquella vivienda no era una vivienda más del centro algecireño, su vistosa entrada hacía que los locales la conociesen como: La casa de la Escalerilla, dado el porte de esta. Esta casona estaba situada en la calle Larga, frente a la oficial calle Prim, céntrica vía esta última que seguía siendo nombrada por todos los algecireños como Torrecilla. Aquella popular vivienda, ubicada en la frontera entre los distritos electorales y sanitarios de Pósito y Caridad, contaba entre sus vecinos a personajes tan conocidos en la zona como los herederos de África Morillo o José Rodríguez Muñoz, grandes propietarios ambos.

La señora Morillo era dueña de gran parte de la manzana y el segundo de una céntrica y popular zapatería ubicada en el número 24 de la reseñada calle Larga. Rodríguez Muñoz, el comerciante zapatero, estaba casado con Antonia Pérez Aguilar y ambos eran hermanos de la cofradía del Rosario y San Crispín; contrajeron matrimonio en la iglesia parroquial de La Palma en 1850 y procrearon diez hijos, de los cuales nueve fallecieron párvulos, sobreviviendo tan solo su hija Josefa, quién casó posteriormente con Juan Delgadillo Tapia, recibiendo, años después por herencia de sus fallecidos padres, además de la zapatería señalada varios inmuebles situados en calle de San Isidro, calle de Jerez y la citada calle Larga.

Extracto del certificado Municipal de la corporación algecireña.

De regreso a la actualidad política algecireña, comentar que el antimonárquico partido republicano reorganizó su comité local quedando establecido, en aquel caluroso julio, del modo siguiente: “Presidente, Alfonso Díez. Vicepresidente, Antonio Fernández Custodio. Secretarios, Valentín Sáenz Laguna, Juan Fernández Triplaud. Vocales, Ignacio Benítez Moreno de profesión zapatero, Juan García Ravel, Manuel Díaz Aranda, Antonio Estebez Sola y Andrés Quintero Ocaña. Tesorero, Juan de Arcos Torres”.

De entre todos aquellos jóvenes componentes del nuevo y republicano comité destacaría la figura de su vicepresidente, quién a la corta edad de 24 años se convirtió, por su preparación y formación, en una de las promesas de los antimonárquicos algecireños. En aquellos momentos de euforia política local el joven Antonio Fernández estaba preparándose para acceder al Cuerpo Pericial de Aduanas; hijo de Antonio Fernández López y Concepción Custodio Ozores, contaba con dos hermanos: Concepción y Francisco. Tras aprobar las oposiciones, el joven republicano algecireño marcharía a la ciudad de Huelva, donde desarrolló su actividad profesional. Su hermana quedó tempranamente viuda. Francisco, su otro hermano, se hizo cargo de la administración de los bienes familiares, entre los que se encontraba el Cortijo llamado Los Palos, situado en el partido de Las Botijas en la dehesa de Las Abiertas de este término, y un huerto y cabrerizo situado en la Algamasilla, nombrado De Pelayo; gran aficionado a los toros contaba con acciones de la taurina sociedad denominada: Plaza de Toros de Algeciras.

El otro significado republicano algecireño fue sin duda Valentín Sáenz Laguna, veterano político que en el pasado año de 1842 y a petición de la corporación de entonces, presidida por el alcalde Carlos Carvalho elaboró un estudio, junto al también miembro del consejo Agustín Bustamante, sobre: La importancia para la economía de Algeciras de la construcción de un puerto. De gran importancia futura para el desarrollo del mismo.

En el contexto del municipal y devenir administrativo, se dio el visto bueno para la siguiente e importante iniciativa: “Aceptado por el Ayuntamiento y asociados de Algeciras el proyecto parcial de la construcción de un muro de defensa en la margen izquierda del Río de la Miel de dicha Ciudad, y resultando tener cantidad suficiente consignada en presupuesto para emprender el primer trozo, la Diputación acordó autorizar al Ayuntamiento para que anuncie la subasta en el Boletín Oficial y efectuado que sea el remate devuelva el expediente para la aprobación respectiva y que puedan empezarse las obras en el plazo que determina el pliego de condiciones. Y así se hizo, no en una sino en varias ocasiones: EDICTO. Por falta de licitadores se anuncia nuevamente la subasta para la construcción de un muro de defensa en la margen izquierda del río de la Miel de esta ciudad, bajo el presupuesto de 1.578 escudos 640 milésimas; y condiciones facultativas y económicas establecidas al efecto que obran en sus respectivos expedientes. Las proposiciones se harán en pliegos cerrados, con arreglo al formulario que aparece á esta continuación, acompañándose el recibo de Depositario de Propios que acredite haberse hecho el depósito del 5 por 100 del importe del presupuesto; el remate tendrá lugar en el despacho de esta Alcaldía á las doce y media de la mañana del día en que venzan los ocho, á contar desde aquel en el que se publique en el Boletín oficial de la provincia. Algeciras á 15 de Julio de 1869. El Alcalde, M. de Juliá. El Secretario, José Díaz y Ramírez”.

Autorización construcción de un muro en la margen izquierda del río de la Miel.

Y mientras se espera finalizar la subasta de la tan necesaria obra para el río de la Miel, en su margen norte, se hace pública la estadística de la ardua actividad de los guardacostas durante la segunda parte del pasado y feriado mes de junio de aquel constitucional 69: “Durante la última quincena del pasado junio se han verificado por los buques guarda-costas de Algeciras las siguientes aprehensiones: El día 15 por la barquilla auxiliar del falucho Golondrina, en aguas de aquella bahía, un cachucho con cinco bultos de tabaco. El 20 el bote del pontón Algeciras, en los arrecifes del Rodeo, otro cachuco con seis bultos del mismo artículo. El 25 la escampavía Centella, en aguas de Torre-nueva, un falucho con 34 bultos de lo mismo. El mismo día efectuó otra en aguas del río Guadiaro de otro falucho con 22 bultos del propio artículo. En la misma fecha la Fama, en el mismo río, una barquilla con 14. El 28 la misma escampavía en aguas de Estepona otra barquilla con 10, y el 30 la Chispa, en la bahía otra con 14”.

Por aquellos días de importantes golpes al contrabando de tabaco, por fin se celebró la subasta para la construcción del muro del río de la Miel, enviándose el preceptivo expediente a la Diputación Provincial, dada su importante aportación económica para ejecutar el proyecto, recogiéndose erróneamente en el acta: “Se acordó aprobar el acto de remate de las obras de reparación (construcción), del muro de defensa en la parte del norte del río de la miel de la ciudad de Algeciras á favor de D. Miguel García Romeros, quién se compromete á ejecutar con entera sujeción al plano presupuesto y condiciones facultativas y económicas estipuladas al efecto”.

Con la esperanza del pronto inicio de las obras (de construcción que no de reparación) en nuestra ciudad ocurren estos y otros hechos, como por ejemplo la pública crítica que se hace al gobierno progresista: “Ya ves pueblo español, que bueno he sido pues con potente mano, con la revolución que te he traído te hice llamar “soberano”. Es verdad que un lugar de pulmonías os trajes al por mayor las cesantías; pero también os traje galones, embajadas, entorchados y un coro de patriotas que á ponerse las botas estaban hace tiempo preparados [...] ¡No doy media castaña, por los gobiernos de la pobre España!”.

A pesar del poco tiempo transcurrido desde el septembrino alzamiento del año anterior y posterior aprobación de la progresista constitución, el peligro de un retroceso político estaba tan presente por el Gobierno que durante aquel verano del 69 se aprueba, con carácter de urgencia, entre otras órdenes reales para la Guardia Civil, la que sigue: “Más como esto aún no sería suficiente en las circunstancias determinadas por las escasas fuerzas de que se componen los puestos en situación normal, los Comandantes de provincias dispondrán preventivamente que tan luego como en cualquier punto de ellas aparezca fuerza armada hostil al Gobierno, por pequeño que sea su número, se reconcentre la fuerza en las cabezas de Líneas, para de este modo prestar el servicio ordinario por grupos suficientes ó proporcionados á rechazar toda agresión, según las circunstancias, y siempre que otra cosa no se disponga por las autoridades militares [...] Madrid 30 de Julio de 1869. El Brigadier encargado del Despacho, Montero”.

Por aquellos días de medidas preventivas, el algecireño consistorio toma también las propias, pero de carácter económico: “Se dió cuenta de una comunicación del Alcalde de Algeciras remitiendo certificado de la Municipalidad y asociados de 18 del actual por el que se ha resuelto: 1º Solicitar de la Excma. Diputación tenga al Ayuntamiento por Adherido y conforme con el proyecto de dicha corporación inserto en el Boletín Oficial extraordinario del día 15 de Abril Últº.-=2º Que se disponga la entrega inmediata en la Depositaría provincial del papel de estado de láminas intransferibles del 3% correspondiente á propios y el de garantía de los fondos existentes en la Caja Sucursal de depósitos de la provincia.-3º Que el Ayuntamiento propondrá los medios convenientes para reintegrar á su tiempo las cantidades anticipadas y 4º.- Que para dicho reintegro se disponga de los productos de las corridas de toros y novillos dadas y las del Bazar que se está realizando”.

Prosiguiendo con el siempre controvertido tema económico, se elimina por los progresistas provinciales un importante tributo de especial aplicación en la comarca: “Suprimido el arbitrio establecido de un real por pase á la Línea de Gibraltar para atender con su producto á la redención del cupo de quintos [...] en el actual reemplazo”. Es decir, la importante impronta republicana campogibraltareña utilizaba tal impuesto para -conforme a su ideario-, evitar la marcha de los mozos a la tan odiada Quinta. Al ser suprimido se obstaculiza tal redención, aumentando con su supresión el cupo de quintos -por municipios- que aportará a los futuros reemplazos la comarca del Campo de Gibraltar. Nuevamente surge la controversia entre republicanos y progresistas sobre dicho tema. Coincidente con el desencuentro político y social reseñado en el ámbito provincial, otro espinoso asunto se presenta en el Congreso de Diputados: “Fracciones radicales [...] han presentado la siguiente proposición: Los empleados nombrados por los gobiernos anteriores á la revolución de setiembre último en todas las dependencias del Estado, si el ministerio no cree conveniente su inmediata separación, serán declarados en comisión hasta que, reconocidos sus respectivos expedientes, el número de dichos empleados que resulte con las cualidades políticas y legales convenientes pueda ser confirmado en su posición oficial al llevarse á efecto la reforma del personal”. Había comenzado la tradicional purga española, anexa a todo cambio político.

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