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El Sexenio Revolucionario (1868-1874): Algeciras manifiesta sus aspiraciones políticas

Historias de Algeciras

Los liberales progresistas seguidores de Prim, consiguieron el cambio jerárquico en la máxima representación militar en la comarca

El callejero local nos puede dar una idea de la fuerza de los progresistas liderados por el algecireño Manuel Juliá

La fábrica de fideos de Ottone.
Manuel Tapia Ledesma

12 de marzo 2023 - 04:00

Algeciras/Entre las destacadas figuras que fueron destinadas a nuestra ciudad durante aquellos primeros meses de La Gloriosa se cuenta la del hermano del futuro y popular general Manuel Pavía, quién mediante una testicular acción acabaría -a medio plazo- de facto con el primer intento de consolidar la I República Española. El comandante Carlos Pavía y Rodríguez de Alburquerque fue enviado para hacerse cargo de la Comandancia General del Campo, previa directa petición del consejo algecireño, al general Prim; petición aventajada, dado que el mayor de los Pavía -Manuel- era la mano derecha del héroe de Los Castillejos.

Aquel relevo se fundamentó, según se expresó en plenaria sesión, por sus antecedentes y conducta no muy en armonía del destituido Macías. El general José Macías era hombre muy cercano al líder del Partido Progresista y futuro presidente de la Diputación de Cádiz, el también algecireño José González de la Vega. Macías facilitó el acceso a la alcaldía local al liberal Juliá e intentó al mismo tiempo poner orden en las calles; lo cual, y dada su destitución parece que no fue suficiente gesto de adhesión a la causa como para mantenerlo en el cargo. Alguien, recordando cierta anécdota que le señalaron al Gobernador Civil de Madrid de la época, olvidó colocar en la puerta del despacho de Prim el siguiente texto: "Silencio, aquí no se dan destinos ni recomendaciones". Frenando con ello la oportuna y arraigada afición de cambio de chaqueta por parte de los venidos a menos.

De regreso a los nuevos nombramientos, comentar que el citado González de la Vega, referente del liberalismo, fue nombrado diputado provincial y posteriormente presidente de aquella corporación; estando acompañado el algecireño en su nueva responsabilidad política, entre otros, por los también septembrinos José Hiscio González, Antonio Álvarez Jiménez, Cristóbal González Romo, Manuel Barrocal, José de Castro, Antonio de la Calle y Gabriel Ponce de León.

Sin adelantar acontecimientos, y siguiendo la cronología de los hechos en nuestra ciudad, tras la visita del afamado Prim, a la sazón, presidente nacional del Partido Progresista, la recién creada Junta de Salvación y Gobierno algecireña publica empujada de un gran ardor patriótico y revolucionario su postura política: "La ciudad de Algeciras cree ya llegado el momento oportuno de manifestar su opinión franca y sinceramente respecto a las aspiraciones que en el orden político han de regir a la Nación, dándonos a todos los españoles una legalidad común sin necesidad de hacer historia. Es un hecho público y notorio que los elementos revolucionarios que han verificado el movimiento de 19 de Setiembre aceptaron como lema de su bandera la destrucción de todo lo existente, la vacante del trono, el sufragio universal completado con la libertad de imprenta y de reunión pacífica. Aceptado por la Junta de esta Ciudad estos, principios como hechos consumados, réstale ahora hacer la declaración de las libertades a que aspira y cuya defensa encomienda hoy a su representante en la provincia como mañana encomendará al que ostente la misma investidura en la representación nacional".

Manifestación del Administrador de Aduanas de Algeciras (1868).

"Esta Junta quiere, pues: -Abolición de la pena de muerte.- Libertad de asociación.- Libertad de culto.- Libertad de enseñanza.- Abolición de quintas y matrícula de mar.- Establecimiento del jurado.- Cámara única.- Abolición de fueros.- Reducción progresiva de los aranceles.- Absoluta descentralización.- Matrimonio civil.- Reforma en la legislación y administración criminal. Y 13.-Contribución única".

Prosiguiendo: "De esta suerte esta gran revolución a cuya elaboración y triunfo han concurrido todos los elementos liberales del país, corresponderá a las esperanzas de cerrar la era de los pronunciamientos y establecerá una legalidad dentro de la cual quepan todos los partidos militantes revolucionarios de Algeciras; identificada esta Junta con el sentimiento que dirigen las acciones del pueblo, solo desea que sin cejar un momento en la previsión de sucesos futuros, se conserve el orden revolucionario, que no es incompatible con la seguridad de las personas y las cosas ¡Viva la Libertad! ¡Viva la Soberanía Nacional! ¡Viva la Justicia! Suscriben el manifiesto el Presidente accidental, Vicente del Castillo. Vocales. José Alconchel, Juan Antonio Duarte, Manuel Diaz Aranda, Juan Orozco, Remigio G. de Gereda, Ignacio Benitez Moreno, Salvador Alfarache, Adolfo Díez del Real, Pedro A, Godoy, Secretario".

Como resultado de aquella patriótica atmósfera, locales seguidores de los preceptos de la revolución en marcha se suman a las tropas que bajo el mando del general Serrano participarían posteriormente en el encuentro contra los isabelinos en Alcolea. Y así, mientras liberales y progresistas algecireños defienden en tierras cordobesas su ideal revolucionario, en los foros políticos locales se abre al parecer una brecha entre los líderes del levantamiento, dado que la declaración de principios reseñada e impresa en los talleres de Rodríguez no fue firmada por el jefe de los progresistas y alcalde Juliá, sino por el líder del Partido Demócrata -y diputado provincial-, Antonio de la Calle.

¿Qué revolucionario partido se hizo al fin con el poder en nuestra ciudad? Difícil puede ser la respuesta; o tal vez no. Los liberales progresistas seguidores de Prim, consiguieron el cambio jerárquico en la máxima representación militar en la comarca, colocando al frente de la Comandancia General del Campo, como se ha reseñado anteriormente, al comandante Manuel Pavía; y por otro lado, a medio plazo, el callejero local nos puede dar una idea de la fuerza de los progresistas liderados por el algecireño Manuel Juliá, a saber, por ejemplo: la calle San Antonio pasó a denominarse Sagasta (Práxedes Mateo); la Ronda o Secano pasó a llamarse Manuel Ruiz Zorrilla (años después compartiría el nombre de la citada vía con el Patriarca Doctor Pérez Rodríguez); sin olvidar la defenestrada Torrecilla, que fue rebautizada como general Prim.

Subsistencias en Algeciras (1868).

Otros partidos como el demócrata también tuvieron su impronta en el callejero al conseguir denominar como Nicolás Salmerón a la antigua calle Río, o Emilio Castelar a la popular calle Soria; ambos dirigentes republicanos. El demócrata monárquico Segismundo Moret, también tuvo su oficial hueco en el callejero algecireño al serle impuesto su nombre a la banda norte del río de la Miel. Todos estos personajes políticos tuvieron un destacado papel durante el llamado Sexenio Revolucionario, y posteriormente en el devenir de la política española.

Y mientras unionistas, progresistas y demócratas se ponen de acuerdo para que la soñada vuelta de los liberales. "Cual torna la cigüeña al campanario, tenga un real sentido en el gobierno municipal, los algecireños ajenos a la batalla política prosiguen con su día a día como así aconteció a José Martel Cortés, quién, como reconocido propietario local compró dos viviendas sitas en calle de las Ánimas y Sevilla, a sus respectivos propietarios, Antonio Huertas y Juan García; ampliando con ello su patrimonio personal inmobiliario. Otra situación que tiene como escenario accidental a nuestra ciudad es la que vive el soldado natural de la villa malagueña de Cómpeta, de nombre Maximino Vela López, quién destinado en Algeciras, y en el denominado Regimiento de Balencia (sic), le solicitó documentalmente a su paisano Juan Bueno Herrera, la cantidad de 418 escudos que le debe como resto de los seiscientos que debía satisfacer por haberle sustituido en el servicio de las armas Silverio Bueno, hijo de aquel".

Mientras se resolvía el dinerario asunto entre sustituto y sustituido, fallece el conocido industrial algecireño José Ottone, eclipsando la actualidad revolucionaria local. José Ottone Palma estaba casado con Ángela Solessy Ardito desde 1826, fecha en la que contrajeron matrimonio en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Palma; domiciliado en la calle Larga, contaba con 72 años. Había nacido en la localidad u obispado de Lavaña (Génova), siendo sus padres Juan y Catalina. Siendo sus hijos: Catalina, casada con Andrés Argento; Manuel, soltero; Concepción casada con José Guijón; Trinidad y José, ambos solteros; habiendo fallecido en su infancia y juventud, sus también hijos: Ángela y Juan.

El difunto era propietario de la popular fábrica de fideos conocida por su apellido Ottone, sita en la calle de Carretas. Además de la conocida industria, poseía dos viviendas más en la calle Larga y otra en la calle del Río (en un corto futuro republicano calle de Nicolás Salmerón). Realmente contaba con dos fábricas de fideos, una sita en los bajos de su casa en la calle Larga regentada por su hijo José; y otra en la misma calle, esquina a Carretas, cuya administración correspondería a su otro hijo Manuel. Sin duda el fallecimiento de José Ottone Palma, dada su actividad comercial, los puestos de trabajo que había creado y el bajo precio del alimento que fabricaba, generó una gran aflicción entre los algecireños.

De regreso a los efectos revolucionarios en nuestra ciudad, comentar que por aquellos días, coincidentes con tan sensible pérdida para la humilde industria local, y ante el aviso de una posible incursión de tropas isabelinas en la comarca, la Junta de Algeciras presentó ante las autoridades gaditanas una comunicación: "Se enviasen armas á Algeciras a fin de detener fuerza armada; pasando la petición á la Comisión de Guerra para que se le concediesen 260 fusiles que solicitaban si había posibilidad [...] También se autorizó á la Junta de Algeciras para satisfacer los haberes corrientes de los individuos de tropa que se encuentran en su distrito".

Días después los voluntarios algecireños informarían: "Que se halla en un conflicto para socorrer á los soldado de la reserva que se van presentando [...] se acuerda que todos los soldados de reserva llamados que se van presentando vuelvan á sus casas". El mantenimiento de la tropa revolucionaria requiere un esfuerzo económico por parte de las instituciones difícil de sostener. "Distrito Militar de Andalucía. Mes de Septiembre de 1868. FACTORÍA DE SUBSISTENCIAS DE ALGECIRAS. Nota de las compras efectuadas en la misma en dicho mes. Día 2. Algeciras. Nombre de los vendedores. Trigo. D. Manuel Navarrete. Número 200 fanegas. Precio de la unidad 6’900. Día 15. Algeciras. El mismo.200 fanegas. 6’900. Día 15 Leña. Antonio Vera. Quits. Méts. 50. 1’100. Día 2. Algeciras. Cebada. D. Manuel Navarrete. 50 fanegas. 3’400. Algeciras á 24 de Agosto de 1868. El Administrador, Enrique Canuelle. VºBº. El Comisario de Guerra Inspector, Florencio Zazo".

Pronto la Junta local tendría presencia y control en el desarrollo del funcionamiento de las administraciones civiles ubicadas en nuestra ciudad: "El Administrador de Aduanas manifiesta que, habiéndose hecho cargo la Junta de Algeciras de 382 escudos 525 milésimas respectivos á la renta de Aduana de la ciudad en Setiembre último, espera le sea admitido como metálico el recibo de la antedicha cantidad, con objeto de formalizar en Tesorería la recaudación de dicho mes". El cambio local del sistema isabelino al progresista estaba en marcha.

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