Tardes de pesca en el río Palmones

Son muchos los aficionados de la comarca que disfrutan de sus ratos de ocio en la barriada marineral pesca responsable Todos los pescadores precisan un permiso y con él, pueden llevar dos cañas y deben obedecer a las tallas mínimas.

Varios hombres escogen el anochecer para pescar en la desembocadura del río Palmones.
Varios hombres escogen el anochecer para pescar en la desembocadura del río Palmones.
A. Muñoz / Los Barrios

07 de septiembre 2008 - 01:00

Pocos son ya los lugares en los que los pescadores de caña, los que disfrutan de la tranquilidad del atardecer junto al mar y de la motivación de capturar algún trofeo, pueden poner en práctica su afición. Una de esas pocas zonas es la desembocadura del río Palmones. Muchos son los campogibraltareños que, permiso en ristre, se acercan a la caída de la tarde a las inmediaciones de la playa para pescar.

Todos son compañeros de afición, aunque rivales en cuanto a cazadores de sus presas. Por ello, la picaresca suele jugar un papel importante durante la jornada. Algunos dicen que unas zonas son más proclives que otras para que el pez pique el anzuelo, y esas piedras del espigón son las más solicitadas por lo que el que llega antes, se queda con la mejor posición.

Pero el Ayuntamiento prohibe la pesca hasta las nueve de la noche, a pesar de que los pescadores discrepen porque aseguran que el baño está prohibido en el río, donde ellos suelen ponerse. Por ello, aunque no hay leyes escritas entre los pescadores, el que vea un soporte de una caña en un sitio ya sabe que cuando den las nueve el pescador ocupará su lugar reservado y que, por tanto, no puede poner su caña allí.

La ley no escrita de los pescadores del río Palmones también dice que si uno engancha su tranza con la del compañero de al lado tras un lance, entre los dos deben desliar el enredo.

El compañerismo se palpa entre los pescadores que se pasan por allí cada tarde. Entre unos y otros, deciden cuál es la carnada ideal para cada día: coreana, serrín, calamares o muestras de plástico, aunque cada uno suele hacer caso a su instinto pescador. Tirar lejos o cerca es otro asunto a tener en cuenta. A veces, los robalos -o lubinas- pasan cerca de las piedras y es mejor lanzar en corto porque los peces pasan cerca de las piedras. Eso ya es cuestión de probar. Todo sea por llevarse a su casa unas buenas piezas de ración para ponerlas a la plancha y comerlas en familia el domingo.

Mientras pican, largos ratos de espera, charlando con los compañeros y disfrutando de lo bueno que sabe un bocadillo en la playa con un refresco. La mejor recompensa es llegar a casa con el cubo lleno de peces, siempre con la medida legal estipulada. Aunque a veces no hace falta ni medir con la regla, ya que en los últimos días capturaron presas que del kilo y doscientos gramos no bajaban.

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