Torres del Arroyo del Lobo y del Fraile
MONUMENTOS Y EDIFICIOS HISTÓRICOS DE ALGECIRAS
Capítulo 22. Aunque no es posible asegurar cuando fue construida, recientes investigaciones realizadas por personal del Museo Municipal de Algeciras la datan en la segunda mitad del siglo XIII
La conocida como torre del Arroyo del Lobo se halla situada en un abrupto promontorio, aproximadamente a un kilómetro de la playa de Getares y en la margen izquierda del curso de agua que se nombra con el mismo topónimo que se ha aplicado a la vecina torre, puesto que se ignora el nombre que esta fortificación pudo tener en el pasado. Otra denominación popular de esta estructura defensiva y de vigilancia es la de torre de Regino, por hallarse en terrenos que pertenecieron a la finca del músico local Regino Martínez.
Desde su terrado se tiene una limitada visión de la embocadura de la bahía de Algeciras, aunque no así de la ensenada de Getares que se aprecia en toda su extensión, dominando el otero donde se localizan los restos de la villa romana o factoría de salazón de pescado de Caetaria.
Su forma y dimensiones y el no estar situada en la línea de costa dificultan el poder saber cuál era su función, así como su exacta datación cronológica. Se ha especulado con la posibilidad de que fuera una “turris” de origen romano y que su existencia estuviera vinculada a la vigilancia y defensa de la cercana factoría de salazón, pero nada permite confirmar esa hipótesis. En opinión del doctor don Ángel J. Sáez Rodríguez, estaría relacionada, más bien, con la ruta terrestre que comunicaba Algeciras con Tarifa por el sur de la actual Carretera Nacional 340 (siguiendo el valle del arroyo Marchenilla).
Algunas prospecciones superficiales realizadas en los entornos del edificio han proporcionado diferente material cerámico medieval, lo que unido a la noticia recogida en la Crónica de Alfonso XI de que, en la primavera y el verano de 1342, la flota castellana estuvo fondeada en la ensenada de Getares, avalan la idea de que la torre en cuestión pudo ser utilizada por los mandos de las tropas castellanas en los meses previos al inicio del cerco de Algeciras. Aparece reproducida en planos de 1786, 1875, 1877 y 1889, en los tres últimos se la menciona como “torreón arruinado” o simplemente “torreón”, sin constar ninguna denominación específica.
Aunque no es posible asegurar cuando fue construida, recientes investigaciones realizadas a finales del siglo XX por personal del Museo Municipal de Algeciras, permiten señalar una fecha “post quem” que sería la segunda mitad del siglo XIII, pues se halló, incrustado en la argamasa que une los sillarejos del muro, en una de las esquinas, un ataifor que, por sus características tipológicas, se pudo datar en la citada centuria. Este dato pone en relación esta torre con la presencia meriní en Algeciras en el último cuarto del siglo XIII y con el sistema de defensa y vigilancia que necesariamente establecieron en torno a la ciudad que era su base de operaciones en al-Andalus.
Se trata de un edificio de planta rectangular de 8,20 metros de lado mayor, construido con aparejo de mampostería regular elaborado con piedras y lajas de similares tamaños recogidas de las afloraciones rocosas de los alrededores unidas con argamasa de buena calidad. Aunque en la actualidad está muy arruinada, aún se pueden observar los restos de la escalera que tuvo para permitir el acceso al terrado o a la segunda planta, así como evidencias de la bóveda que cubría el primer cuerpo del edificio. También tuvo sótano al que se bajaba por medio de una escalera de la que se conservan algunos peldaños. Es probable que la torre alcanzara los doce o trece metros de altura. Sólo se conserva un alzado máximo de seis metros. Su estado de abandono, la vegetación parásita que ha crecido en las fisuras de la mampostería y el efecto del viento y la lluvia auguran poca vida a los restos que aún se mantienen en pie. Es una pena que aún no haya atraído la atención de las autoridades dedicadas a la protección del patrimonio para proceder a su restauración.
Torre del Fraile
Se halla situada en la costa suroccidental del término algecireño, entre Cala Arena y la Ensenada del Tolmo, sobre un promontorio cubierto por matorrales cuya cima se halla a 100 metros sobre el nivel del mar y a 200 metros de distancia de la playa. A lo largo de su existencia, en documentos diversos, se la ha mencionado como Torre del Fraile, topónimo que también sirve para señalar la punta de tierra que cierra la cala por su lado occidental; de los Canutos, por la presencia de algunas de estas profundas gargantas con un especial microclima en sus inmediaciones; de Fontanillas por los arroyos y fuentes que brotan en sus cercanías; de Cala Arena o de San Diego, por el fuerte costero que se construyó a sus pies en el año 1730. Su función principal era actuar como atalaya o puesto de vigilancia aprovechando la amplia panorámica que del Estrecho se divisaba desde su terrado para explorar el horizonte del mar y avisar de la presencia de barcos enemigos.
Visualmente enlazaba con la Torre de Guadalmesí y la de Punta Carnero, con las que mantenía contacto mediante señales ópticas (humo durante el día y fuego en la noche) para comunicar a las autoridades de Tarifa o de Algeciras la presencia de navíos corsarios o de barcos de naciones hostiles. La torre se edificó hacia el año 1588, debiéndose su proyecto al ingeniero Juan Pedro Livadote.
Consta que en 1616 estaba servida por tres guardas que percibían cuarenta reales al mes cada uno. En 1667 continuaba contando con tres guardas cuyos nombres eran Pedro Aguilar, Thomas Aguilar y Juan Solís. Con el paso de los años sufrió un desgaste que se intentó paliar cuando, en 1821, se destinaron cuatro mil reales para su reparación. No obstante, se sabe que hacia 1832 se hallaba muy deteriorada y sin uso. Se trata de una torre de planta cuadrada que sigue los esquemas constructivos de las torres almenaras medievales, aunque por aquellos años se estaba imponiendo el modelo de torre cilíndrica o troncocónica. Dispone de acceso elevado al que se accedía mediante una escala de cuerdas.
Una vez en su interior los guardas, se retiraba dicha escala quedando a resguardo su pequeña guarnición. Presenta los muros en talud para mayor estabilidad del edificio con ladroneras en sus cuatro frentes. Dispone de una sola estancia cubierta con bóveda vaída de ladrillos. También dispone de dos garitas en la azotea, una cubierta con losas de pizarra por donde emerge la escalera helicoidal y la otra destinada a proteger al centinela o vigía en las horas de guardia. En su frente sudeste se abría una ventana de cara al mar. En los primeros años del siglo XXI sufrió un severo derrumbe que arruinó casi el cincuenta por ciento del edificio, lo que sin duda incrementará el inevitable proceso de deterioro de la torre y su ruina definitiva en pocos años.
En 2009 los profesores Ángel J. Sáez y Pedro Gurriarán presentaron, en el nº 39 de la revista Almoraima, un proyecto de restauración que hasta el momento no se ha puesto en ejecución.
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