Trienio liberal en Algeciras (1823-2023): Un lugar quemado por el sol

Historias de Algeciras

"Sin un árbol que la cobije ni un desagüe que la purifique", así describió la ciudad el capitán Charles Rochfort Scott en un tiempo marcado por las tensiones entre liberales y absolutistas

El 'Cojo de Málaga' fue uno de los muchos represaliados que buscaron salida en Gibraltar

Los fusilamientos de Algeciras. Ameller y Castillo (1853).
Manuel Tapia Ledesma

30 de abril 2023 - 03:00

Al mismo tiempo que la nación se derrumbaba, el poder recaía nuevamente sobre las manos de un hombre que, parafraseando al que sería exiliado poeta en el siglo futuro, No fue de ayer ni de mañana, sino de nunca [...] que sin ser fruto maduro y sí muy podrido, era (Fernando VII) una fruta vana. Y mientras tanto los hechos se sucedían teniendo a nuestra ciudad como testigo de los mismos: "Ayer á las dos de la madrugada salieron todas las tropas que había en Algeciras con dirección á Tarifa; por todas partes hay un movimiento general". Consecuentemente con aquel desconcierto, la crisis económica se agudiza afectando a todo tipo de establecimientos siendo uno de estos locales el pequeño teatro algecireño conocido como Coliseo: "Francisco Grazyni, se obliga a pagar sin llegar á pleito alguno a Vicente Bálsamo la cantidad de 18.000 reales que este le ha prestado para atender las urgencias de su negocio [...] hipotecando el citado conocido como Casa Coliseo o Coliseo sito en esta ciudad con todas sus habitaciones que le pertenecen y sirven de vestuario, cuya finca es de su propiedad y se halla situada en la calle que nombran de Rocha o del Coliseo". Grazyni, estaba casado con Francisca Enrique Bautista y su popular establecimiento hacía esquina con las calles Sevilla y Ancha, siendo sus vecinos Francisco Sagredo, el presbítero Francisco Pardo y Francisco Mensayas.

Coincidente con el esfuerzo económico de Grazyni para salvar su pequeño y algecireño teatro, al otro lado de la bahía no cesan las llegadas de liberales que huyen de las represalias de los absolutistas tras su contundente victoria: "Aunque dicen en Gibraltar que no se dá licencia á los muchos emigrados revolucionarios que se hallan en la bahía, lo cierto es que á cada paso vemos caras nuevas en abundancia; ayer de mañana entró Marconchini, gefe político que fué de Toledo; un diarista (periodista) que era de Algeciras está en Puerta de Tierra, y en el muelle se halla el Cojo de Málaga (Pablo López, quién en 1815 había sido condenado a muerte por ser Gefe asalariado de los revoltosos de las llamadas Cortes para sostener la anulada constitución. Tres años antes había pasado por Algeciras huyendo de los franceses; residió hasta el final de la guerra en Gibraltar, donde ejerció su profesión de sastre), con otros muchos de la misma calaña; todos son planes y proyectos y amenazas en esta gente que no escarmentará, no". La colonia, sin duda, estaría plagada de espíasservilones pendientes de los movimientos de los huidos liberales.

Durante aquellas semanas y meses en los que la oculta presencia de liberales llegados desde diferentes partes de España buscan una embarcación que los ponga a salvo en Gibraltar, en nuestra ciudad también acontecen otros hechos: "La viuda de Francisco Domínguez, de nombre Ysabel Cánovas Moya, declaró q(e) su legítima hija y de su marido naturales y avecindados en Algeciras, de nombre Francisca Domínguez Cabeza, tiene contraído esponsales con el vecino de Tarifa Bartolomé Corrales; y conociendo las loables cualidades q(e) concurren en el Bartolomé Corrales, desea expresar su libre y espontánea voluntad y concede licencia á su hija para que celebre y contraiga matrimonio". Desgraciadamente la alegría existente en el domicilio de la futura novia Francisca Domínguez, contrastaba con la pesadumbre reinante en otros hogares de la comarca, donde el peso de la absolutista justicia había encerrado en la algecireña prisión del partido y por diferentes motivos -o sin ellos- entre otros a: "Francisco Flores, José Vides y Rafael Casalla de Tarifa; Antonio González, Francisco López, Diego Jiménez, José Bolano, Vicente Machado, Francisco Herrera, Bartolomé Fajardo y José García Tizón de S(n) Roque; José García Nieto, Francisco Mateo Nieto, José Medrano, Pedro Ruíz, Pedro Parras, Juan Gabriel Gutiérrez, Pedro Caravaca, Andrés Mendez, Francisco Moragón, Francisco Camacho, Alonso Ruiz Pacheco, Francisco Valenzuela, Agustín Nieto, Gerónimo Fernando, el menor Alonso Catina, y Francisco Rodríguez de Castellar; Pedro Fernández, Francisco Carrión, Juan Cabrera, Antonio de Torres Luque y Francisco Montero de Jimena; Francisco Vázquez, Francisco Molina, Isidro Canela, Juan Vázquez, José Rivero, Antonio Rojas y Pedro Sánchez Guerrero de Los Barrios; Tomás García, alias el Papelero, de Medina Sidonia; Juan de Mora, Antonio González, Juan Caballero, María López, Juan Rodríguez, Andrés Espinosa, Cayetano Chovet, Juan Ardid, Antonio Gocio y Fernando Macho de Algeciras", quedando en el olvido otras muchas víctimas del imperante momento político.

Por aquellos días del apocalíptico liberal, Algeciras recibiría al capitán Charles Rochfort Scott, incansable viajero británico destinado en Gibraltar entre 1822 y 1830, quién recogería en su diario: "Las calles de Algeciras son anchas y regularmente construidas increíblemente bien pavimentadas y bordeadas con buenas casas; pero es un lugar quemado por el sol, sin un árbol que la cobije, ni un desagüe que la purifique. Siendo el puerto de comunicación entre España y su presidiario Ceuta; sede del gobierno del Campo de Gibraltar, es un lugar de cierto bullicio y lleva un próspero comercio por medio de falúas y otras pequeñas embarcaciones con la fortaleza británica". No ajeno al histórico acontecimiento del que era testigo presencial, recogió en su diario: "El imbécil Fernando temeroso de que por un retraso en la aceptación de la Constitución debiera perder la corona, había enviado -en referencia al pasado- órdenes á los generales que le permanecieron fieles á renunciar a sus respectivos mandos; pero la marea de los asuntos parecía estar cambiando a su favor de una continuación de su reinado despótico". Sobre Riego expresa: "La dispersión del ejército constitucional probó dos cosas; primero, que Riego no era general; la segunda, que él y su partido se habían engañado así mismo en cuanto a los sentimientos políticos de los habitantes de la provincia [...]". En el curso de sus operaciones incoherentes tan sólo Algeciras y Málaga fueron los únicos lugares donde Riego fue del todo bien recibido. El futuro General de División y vicegobernador británico de la isla de Guernsey, situada en el canal de la Mancha, fue testigo directo de la "victoria" y posterior represión absolutista en la zona.

Antes de que se conociera el triste destino del cuestionado por Rochfort Scott general Riego, su nombre había desaparecido del callejero oficial algecireño volviendo la calle Ymperial a retomar su nombre, aunque nunca había dejado de llamarse popularmente como del Convento. Aquel funesto año para las aspiraciones de modernización del país por las fuerzas políticas liberales, iba a concluir en nuestra ciudad con la también visita -tal vez en un claro intento de normalizar la vida social y religiosa tras la victoria realista- del obispo de la diócesis, quién: "Habiéndose sabido por el correo ordinario que se aproximaba S.I. á la ciudad de Algeciras, salió una diputación del Cabildo compuesta de dos canónigos, dos capellanes de coro y un acólito; otra igualmente del Coronel de Artillería, ídem de Ronda brigadier Ozaeta, comandante del Príncipe, ídem de Ronda de Ingenieros; otra de ídem de Comandante de Caballería, dos tenientes coroneles de estado mayor, un capitán y un teniente del propio cuerpo á felicitar á S.I. y acompañarlo á su diócesis [...] acompañaban al prelado desde Algeciras en su visita á Ceuta el Excmo. Sr. D(n) José O’Donnell, comandante general del campo, el Comendador de la Merced, otro religiosos, dos capitanes del regimiento de la Princesa realista [...] todos los concurrentes derramando lágrimas de gozo andaban á porfía por besarle el anillo y S.I. con la humildad que le es característica lo daba á besar". La España eterna, para escarnio de los progresistas, había vuelto. Atrás quedaba el constitucional concepto de soberanía nacional; los procesos electorales por sufragio universal; el desarrollo de las sociedades patrióticas como germen de lo futuros partidos políticos; el crecimiento de la prensa con la libertad de imprenta; la abolición de los señoríos; la supresión de los mayorazgos; la desamortización de bienes eclesiásticos; el nuevo código penal, la división de España en provincias; la nueva ley general de instrucción pública; la reforma presupuestaria y fiscal para combatir el endeudamiento estatal; y así un largo etc.

En un futuro, y teniendo a la ciudad de Algeciras como protagonista o testigo del intento, los liberales procurarán sin éxito recuperar el poder; la primera y más cercana tentativa, será liderada por el coronel Francisco Valdés, quién partió desde Gibraltar con dirección a Tarifa para conseguir su objetivo. La aventura finalizará con derrota tras la intervención francesa comandada por el conde D'Astorg, quien llegó a la ciudad de Guzmán el Bueno por el Camino de Algeciras. El comandante general del Campo, José O’Donnell siguió muy de cerca el asedio a los revolucionarios, poniendo en práctica un proceso de represión política que culminaría con sumarísimos juicios desarrollados en nuestra ciudad y teniendo como trágico resultado la condena a muerte de un gran número de los detenidos y arrestados. Aquella execrable acción fue plasmada en un grabado titulado: Los fusilamientos de Algeciras, correspondiente a la obra Los Mártires de la Libertad Española (I), ó sea historias notables de las personas del partido liberal de nuestro país que han perecido en el cadalso ó sucumbido víctimas de la tiranía á causa de sus convicciones políticas por Victoriano Ameller y Mariano Castillo. Imprenta de Luis García, calle Lope de Vega, 26. Madrid 1853.

Otra faceta de la represión la constituyó el férreo control sobre la actividad de los liberales en la colonia británica, llegando -se supone que con la ayuda de cierta relajación de las autoridades locales ante los consumados hechos- a la prohibición de la prensa que desde sus imprentas afines a la causa liberal, pudieran trasladarse a este lado de la verja. Cinco años después de la derrota del sistema doceañista, llega hasta nuestra ciudad Indalecio Almansa, quién fijará su residencia en Algeciras donde ejercerá como comisionado real para vigilar muy estrechamente a los exiliados en Gibraltar. Aquellos desdichados fueron alojados en pontones anclados en el puerto de la colonia. La triste situación de estos, según relató el poeta maldito Blanco-White, era la que sigue... Todo el mundo sabe lo expuesto que es permanecer en la bahía de Gibraltar y la frecuencia con que se pierden los barcos arrebatados por los furiosos levantes.

Dos años después del nombramiento y llegada del comisionado real a nuestra ciudad, se creó en Gibraltar una Junta Revolucionaria de apoyo al exilio; posteriormente vendrían los episodios liderados por los generales liberales José María Torrijos y Salvador Manzanares, quienes acordaron la toma de la para entonces absolutista Algeciras y teniendo como escenario del desembarco la playa de Getares. El fracaso de ambos motivó la creación de un tribunal (Real Audiencia Territorial), al frente del cual se puso al auditor de guerra José María Cherif. Tres años más tarde de la absolutista victoria y tras la oportuna investigación se elaboraría un informe oficial sobre los liberales algecireños, recogiéndose en el mismo: "La Superintendencia General de Policía del Reyno, Estado de número de personas de ambos sexos que [...] resultan con las notas de más ó menos adictas al abolido sistema constitucional, Madrid 31 de enero de 1826 [...] Provincia: Algeciras.= Hombres: 789.= Mujeres 94.= Total: 883". El control era absoluto. La nación comenzaba un periodo de oscuridad donde las guerras Carlistas y el continuo enfrentamiento político frenarán el desarrollo del país en todos los sentidos; Algeciras, mientras tanto y dada su privilegiada posición geográfica, seguirá figurando como estratégica plaza desde donde poder cambiar de modo directo o indirecto la historia de España.

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