La academia Rubio, 60 años de inglés

El idioma lo aprendió Antonio Rubio en la Escuela de Comercio de Londres Esther y Virginia, sus hijas, mantienen vivo su legado en el Secano en Algeciras

Fachada actual de la Academia Rubio con la banderola que conmemora los 60 años.
Fachada actual de la Academia Rubio con la banderola que conmemora los 60 años.

Desde que tiene uso de razón, la palabra "academia" ha significado mucho para ella. Aulas repletas de niños, olor a tiza, sacudidas de borradores contra la ventana, el pasar de las listas para comprobar la asistencia, el vocabulario repitiéndose tras el profesor, o su padre y su madre mandándoles a callar, "a mis hermanos y a mi por las carreras por el patio de la casa de Villa Virginia".

Esther Rubio no ha querido dejar pasar para la memoria de la su ciudad que la academia que creó su padre, Antonio Rubio, cumple 60 años. Se inició en la casa familiar en dos habitaciones vacías. "Nuestra casa era de lo más original ya que un ir y venir de niños y no tan niños acudían a que mi padre les enseñara el idioma pionero en Algeciras, el ingles británico". Rubio lo aprendió en la Escuela de Comercio de Londres y lo reforzó con los trabajos que compaginó con sus estudios, fregando platos y haciendo ovillos de lana.

Los fines de semana, la hermana de Esther jugaba a ser la profesora de ingles que hoy en día profesa y su hermano Mauricio y ella "sus incondicionales alumnos". La academia fue, ha sido y será un lugar de encuentro, de niños que se han hecho padres y de nietos que sus abuelos llevan, contándoles las mil y una anécdotas que esta academia guarda. Desde las excursiones a la playa de la Chullera, a los innumerables viajes a Málaga a examinarse de los exámenes Oficiales de la Escuela.

"Mi academia", como expresa Esther Rubio, se mudó a la Urbanización de Villa Palma cuando ella tenía siete años, recuerda su tristeza al tener que dejar la vieja Villa. Pasaron a vivir a un piso con vistas al colegio Salesianos donde su padre impartía clases.

La nueva academia estaba ubicada a la espalda del portal 7 de Villa-Palma, un local de dos plantas. Abajo el aula de su padre y de Maribel González, alumna y más tarde profesora de la misma, una pequeña secretaria y dos aseos y en la segunda planta había tres aulas. Recuerda la calle llena de niños con sus libros El Camino al Inglés de distintos colores y según el color así era el nivel, celeste, amarillo, rojo y verde. El padre Llanes la bendijo y en ella se mezcló la cultura fotográfica y flamencóloga, sirviendo de lugar de reuniones cuando cerraba, y de cuarto de ensayo para los temas de su hermano Antonio, que crecieron y cobraron vida entre sus cuatro paredes.

Años más tarde se fue haciendo pequeña y Antonio Rubio tomó la gran decisión de ampliarla dejando la vieja academia de sala de vídeo en la parte superior y abajo aula de refuerzos y francés. En la misma entrada de la urbanización a mano izquierda conforme se entra, un amplio local de dos plantas se convirtió en lo que hoy se conoce como Centro de Idiomas Rubio.

Los años han pasado, pero la academia no ha perdido su magia. "Los niños pasean sus libros por la calle, la metodología mantiene el alma y el espíritu de un hombre que viajó al país para traerse su esencia, sus hábitos, su idiosincrasia, su tá tá tá en la entonación y acento, que supo transmitirle a sus hijos, los que aprendieron a proyectar con maestría y arte la difícil tarea de la enseñanza. Antonio trabajó poco tiempo porque el escenario, le llamaba a gritos", cita la hija.

Mauricio tomó otro camino, relacionado con el puerto, y hoy por hoy las hermanas Rubio miman este preciado legado. "Donde quiera que miremos, está la sabiduría de nuestro padre".

Trabajan sin mirar el reloj, se reparten las tareas pero conocen todo sobre la academia. Han pasado momentos muy duros y difíciles, pero poco a poco están saliendo de ellos. Las hermanas Rubio están marcando un antes y un después en la historia del centro, han sabido reciclarse. " La academia de inglés es a veces más que nuestras propias casas, porque estamos más tiempo aquí que en cualquier otro lugar, no se nos hacen largas las horas". Cada nuevo alumno que entra es un nuevo reto.

Esta profesión que el padre les enseñó es más que un oficio, es su forma de vida. "La dedicación y devoción que nuestro padre dedicó fue incondicional, era el infatigable profesor que amaba la enseñanza y sabía rescatar al más perdido, creando métodos y sistemas que le hicieran entender y pensar en inglés". Detalla la hija del desaparecido, que subraya que Rubio fue más que un apellido familiar, "es el sello, marca y garantía con denominación de origen".

La academia Rubio es pionera en el Campo de Gibraltar, ha enseñado a muchas generaciones, muchos profesores han aprendido en el lugar y se han establecido en otros lugares, a excepción de Anabel y Carmen Tobarra, que se formaron como alumnas para más tarde ser parte de la plantilla, "demostrando profesionalidad y cariño en lo que Antonio Rubio les metió en vena, ser amantes del inglés".

Esther Rubio describe como la academia ve pasar el tiempo desde su esquina privilegiada del Secano, sus banderas extranjeras ondean, su letrero invita al viandante a fijar sus pupilas en el colorido, su patinillo frontal disfruta de los juegos de los más pequeños. "60 años han pasado, las paredes impregnadas de risas, cánticos, juegos y anécdotas van acogiendo a las nuevas generaciones, hijos de, nietos de, sobrinos de aquellos primeros niños que en la Villa del Secano mi padre los inició en el idioma anglosajón".

Esther y Virginia Rubio son el último eslabón de la cadena, las dos intentan echar las redes a bancos mas jóvenes para atrapar su sabia con herencia sabor a Rubio. "Nuestra Villy es nuestro relevo. Su juventud la tiene distraída y no sabe donde echar el ancla para fondear. Nuestro mar esta en calma, las aguas apaciguadas, las tempestades controladas, los vientos definidos y la barca espera a que un capitán la dirija para cuando los viejos lobos de mar decidan atracar en la playa de arena dorada, para ver la barca navegar rumbo a nuevos horizontes. Marinero, si te gusta la brisa con sabor a sal, la magia de sirenas admirando tu hablar, las caracolas repitiendo el tá tá tá , sin duda alguna tu lugar se encuentra en esta academia tuya".

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