El Alemán y el flamenco rosa: memorias en la orilla del Lago Marítimo
Dicen que apareció arrastrado por el levante y que desapareció sin dejar rastro. Algeciras cambia, pero la historia de este personaje y su espera eterna en la playa de Los Ladrillos aún perdura entre obras y flamencos rosas
Algeciras conecta con su Puerto con un nuevo Llano Amarillo
Algeciras/¿Quién no recuerda a aquel mendigo a quien llamaban el Alemán, aunque su verdadero nombre nunca estuvo claro, que dedicaba sus días a limpiar la desaparecida playa de Los Ladrillos? Cuentan que apareció un buen día en Algeciras, como si el viento de levante lo hubiera traído desde algún puerto lejano.
Un hombre de mirada perdida y pasos arrastrados, que deambulaba por las aceras del Llano Amarillo con el mismo fervor con que otros buscan respuestas en el horizonte. No pedía nada, apenas hablaba con nadie. A veces recogía botellas de plástico o arreglaba las plantas de los parterres, otras se sentaba en un viejo búnker, contemplando el mar como si esperara algo o a alguien. Tenía una especie de pasaporte al que le faltaban varias cifras.
Los más viejos del lugar decían que se llamaba Edmund y que había llegado en un barco que partió sin él, dejándolo varado en un lugar que nunca fue el suyo. Otros aseguraban que no era alemán, sino holandés, y que había perdido a su hijo en una travesía maldita por el Estrecho. La leyenda más triste decía que el mar había devorado al joven frente a la misma playa de Los Ladrillos, y que desde entonces el Alemán se quedó para buscarlo, como si cada ola pudiera devolverle lo que le quitó.
El viento solía desperdigar su voz. Gruñía al paseante que osaba interrumpir su ritual de limpieza, gritaba al cielo, pero también era capaz de pasar horas en silencio, moviendo montones de arena de un lado a otro como si ordenara su propio caos interior. En el Paseo Marítimo, la gente lo recordaba por su rostro endurecido y la barba gris. Algún vecino le dejaba un tetrabrik de vino, siempre de tinto, porque de zumo no los quería. Y así, pasaron los años. Un día de 2013 desapareció sin dejar rastro, igual que había llegado.
Dijeron que había terminado en una residencia a causa de una fractura de cadera, otros que regresó a su país. Pero lo cierto es que, aunque ya no esté, su figura sigue viva en las historias que la gente comparte, como si el Paseo Marítimo aún guardara su sombra. Durante un tiempo, incluso, alguien colocó un vinilo con su silueta dormida en el banco que solía ocupar.
La leyenda más triste decía que el mar había devorado a su hijo frente a la playa de Los Ladrillos, y que desde entonces el Alemán se quedó para buscarlo, como si cada ola pudiera devolverle lo que le quitó
Ahora, casi en el mismo lugar donde él habitaba, la ciudad inaugura la primera fase del proyecto del Lago Marítimo. Las obras del Llano Amarillo, recién finalizadas, han mejorado sin duda la zona. Aunque el "hito urbanístico" prometido sigue estando a medio construir, la reurbanización ha transformado algo el entorno. Entre las nuevas áreas verdes, una figura en particular ha despertado la sonrisa (y la guasa) de muchos: el gran tobogán en forma de flamenco rosa.
Sí, un flamenco rosa de proporciones épicas se ha convertido, para sorpresa de algunos y deleite de otros, en el emblema de estas obras recién concluidas. Algeciras, siempre tan suya, ha acogido a esta criatura con humor, convirtiéndolo en el nuevo "monumento" de la ciudad. Porque, ¿quién necesita columnas clásicas o fuentes con querubines cuando se puede tener un flamenco rosa?
Entre las nuevas áreas verdes, una figura en particular ha despertado la sonrisa (y la guasa) de muchos: el gran tobogán en forma de flamenco rosa
El auditorio que se alza junto al montecito Kung-Fú (¿por qué se llamará así?), rodeado de zonas arboladas, promete ser un espacio cultural quién sabe si con un toque underground. Y el nuevo parque infantil y las zonas deportivas ofrecerán un respiro a las familias que frecuentan esta parte del frente litoral. Sin embargo, lo que más destaca en esta primera fase es el esfuerzo por recuperar una relación más amable entre la ciudad y el puerto, un anhelo que parece estar aún en construcción, al igual que este ambicioso proyecto.
La intervención no ha estado exenta de contratiempos, y parte de lo que se prometió sigue siendo una aspiración a largo plazo. Como el mismo Alemán, que pasaba sus días esperando algo que nunca llegó, el proyecto del Lago Marítimo corre el riesgo de quedarse atrapado entre la esperanza de lo que podría ser y la realidad de lo que es. Pero, como bien han señalado las autoridades en el acto inaugural, "este es solo el principio". Aún queda margen para que, con tiempo y nuevas fases, ese "hito" del que tanto se ha hablado termine de materializarse.
La promesa de un espacio donde converjan la ciudad y el puerto sigue viva, como lo están las historias del Alemán en la memoria de quienes lo conocieron
De momento, el Llano Amarillo luce renovado, más verde y con equipamientos que antes no existían. La promesa de un espacio donde converjan la ciudad y el puerto sigue viva, como lo están las historias del Alemán en la memoria de quienes lo conocieron. Tal vez, al final, todo se reduzca a eso: a confiar, con paciencia, a que las olas traigan aquello que anhelamos.
Y mientras tanto, el flamenco observa desde lo alto, con su cuello alargado y su mirada fija, como si también estuviera esperando ver en qué se convertirá todo esto.
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