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David Morales estrenará su espectáculo 'Cuarto de Cabales' en Algeciras

Algeciras es una villa abierta, dominada por las alturas

El Sexenio Democrático en Algeciras (1868-1874)

El triunfo republicano algecireño no fue secundado por el resto de las poblaciones de la comarca

En Algeciras fracasaron los monárquicos Antonio Armenta y Pedro Marín

Prim muere, Amadeo reina y el Ayuntamiento paga sus nóminas

Según Lavigne, Algeciras tiene las calles anchas, pavimentadas y bien mantenidas.

Algeciras/Y mientras nuestra ciudad progresa a la misma y lenta velocidad que el país, el nuevo monarca comienza su reinado con la oposición de carlistas, republicanos y la aristocracia pro-borbónica que lo veía como un advenedizo u okupa del real palacio; especialmente de la Iglesia, por ser hijo del monarca que había clausurado los Estados Pontificios. El solitario rey tan solo contaba con el apoyo del bando progresista; los cuales estaban divididos a su vez en radicales, liderados por Ruiz Zorrilla; y los constitucionalistas, representados por Sagasta. De mentalidad constitucional, el nuevo monarca intentará abordar su reinado con una visión anglosajona de la política basándose en la alternancia en el poder (bipartidismo) tanto de conservadores como de liberales. Cánovas del Castillo, en un corto futuro, copiará el modelo contando con casi los mismos actores.

Al mismo tiempo que el bipartidista Amadeo I durante las semanas siguientes de su subida al trono comienza la ronda de contactos y negociaciones con las fuerzas políticas afines, llega al fondeadero algecireño un afligido capitán, junto a su tripulación, que envía el siguiente mensaje de agradecimiento a la cercana colonia británica: “Yo el abajo firmante, capitán del difunto bergantín francés Adge que se hundió al salir de Lisboa el 27 de Enero pasado en su ruta desde Tangarok á Cork y Falmouth, con una carga de trigo junto con mi tripulación deseamos públicamente reconocer nuestra profunda gratitud hacia el capitán Williams Baker y tripulación del bergantín británico Escort de Plymouth por la generosa manera que fuimos recibidos a bordo de su barco; la hospitalidad y trato humano merecen la experiencia que hemos tenido en sus manos hasta que tocó tierra en Algeciras el lunes pasado. Quedo Señor, su obediente servidor. Séber Ournier”.

Casi coincidente con el tan loable gesto del capitán francés, es convocada para aquel primer trimestre de 1871 elecciones a Cortes, haciéndose público: “La provincia de Cádiz tiene derecho á diez diputados, repartiéndose de la siguiente manera: dos para la ciudad de Cádiz, uno para Jerez, uno para el Puerto de Santa María y uno para los pueblos de Arcos de la Frontera [...] y Algeciras”. Respecto a estas elecciones hay poca emoción, toda la atención se centra en la elección de diputados provinciales: “La lucha es simplemente entre monárquicos en general -amadeistas e isabelinos- y republicanos [...] Algeciras tiene que elegir a dos, los señores Gereda y España; estos tienen que librar la batalla del Gobierno contra los señores Armenta y Marín, que conforman la elección republicana [...] el señor González de la Vega se presenta en la Línea -quizá para reafirmar su apuesta personal para con este nuevo municipio- como único candidato monárquico [...] En Tarifa Ramón García Grinda se opondrá al republicano Alba Trusado, abogado y residente en Algeciras”.

Del resultado de aquellas elecciones provinciales -las generales deberán aguardar hasta el mes de marzo- celebradas nada más comenzar el reinado de Amadeo I, bien puede dar fe el telegrama enviado por el líder republicano algecireño MMéndeza los medios afines del país: “Algeciras á 3 de Febrero de 1871. Todas las mesas ganadas, monárquicos solo uno por ciento”. El triunfo republicano algecireño no fue secundado por el resto de las poblaciones de la comarca, generándose algún que otro altercado por disconformidad con el resultado en sus respectivos distritos: “En Jimena los republicanos intentaron turbar el orden, con cuyo motivo se dieron disposiciones para que salieran fuerzas de Algeciras y San Roque”.

Los criminales huyeron por la calle de San Roque.

En Algeciras fracasaron los monárquicos Antonio Armenta y Pedro Marín. Quizá motivado por los pésimos resultados electorales obtenidos se conforma en nuestra ciudad un comité de carácter conservador: “Compuesto de las dignas personas que se anuncian á continuación. Presidente, D. Benito María Oliva. Vocales, D. Fernando García. D. Eugenio Oncala, D. Manuel Pérez Vinet, D. Miguel Lorite y D. José Benítez Sánchez”. En el citado comité se echa en falta la presencia de Antonio Duarte, aquel que reclamó al juzgado para los suyos el distintivo de “don”; poco tardaría en volver a la palestra política, según deja entrever un plumilla agradecido al escribir: “Sabemos que a pesar de que D. Juan Antonio Duarte no ha hecho gestiones ninguna para ser diputado a Cortes por el distrito de Algeciras, sus buenos y numerosos amigos se empeñan en que sea su candidato. Tenemos los mejores antecedentes de dicho señor y desearíamos que hombres como el Sr. Duarte vinieran á las próximas Cortes”.

Así de polarizado estaba el panorama político nacional y local, cuando en aguas de la bahía se rozó la tragedia: “El capitán y la tripulación del barco “Isis” de Marsella, que fue encontrado abandonado frente a Getares el sábado por la mañana, cruzó desde Algeciras durante la tarde del mismo día. Parece que el capitán Ferrey, debido al fuerte viento del Este y al mar agitado no pudo llevar su barco á la bahía, y fue avisado por alguna autoridad marítima naval en Algeciras para abandonar el barco ya que la costa era mala y las vidas de todos á bordo estarían en peligro si el viento continuaba. El Tribunal del Almirantazgo británico se ha hecho cargo del “Isis”, pero ha permitido que el capitán y la tripulación permanezcan á bordo. En cuanto á la carga, la corteza no gotea (ron, azúcar, etc.) no está dañada; pero el barco tendrá que someterse a reparaciones antes de volver á hacerse á la mar”.

Afortunadamente en las aguas de la bahía también se vivieron momentos de buen humor, como así fue recogido años antes por el viajero Daniel Webster and his contemporaries, en su obra Sketches and Adventuras. De Madeira. Portugal. The Andalusian, Spain. London. New York. Harper & Brothers. 1856, al expresar: “Tras remar de regreso hasta Algeciras nos apresuramos a despedir a nuestros barqueros dándoles además del precio estipulado tres dólares para, como ellos dicen, cosa de echar un traguito, que significa tomar algo de bebida”.

Y si frente a la ensenada de Getares la catástrofe para la tripulación del ‘Isis’ quedó en un gran susto, quizá necesitado de un “traguito” para calmar los ánimos, en la capital del amadeista reino se vivió un mal trago, cuando: “Á las dos de la madrugada del día 19 se ha procurado asesinar de una manera salvaje al Sr. ministro de Fomento; aunque afortunadamente la mano temblorosa del infame asesino ha hecho frustrar el delito. Retirábase á su casa el Sr. Ruiz Zorrilla, á pié y acompañado de su amigo particular D. Luis Hernández, cuando al pasar por la calle del Pez, frente á la de San Roque, dos hombres apostados en la rinconada que proyecta la primera casa de la izquierda de esta calle, salieron fuera de la acera, y uno de ellos disparó un trabucazo, precisamente al atravesar el Sr. Ruiz Zorrilla, pasando el tiro como á unos 30 centímetros del Sr. ministro y de su amigo. Las balas y postas, cuyo número no bajarían de siete fueron á clavarse en la fachada de una tienda de curtidos en donde se notan perfectamente las señales. Repuestos inmediatamente de la sorpresa, el Sr. Hernández salió en persecución de los criminales que huyeron por la misma calle de San Roque en dirección á la de la Luna, haciéndoles dos disparos con su rewolver (sic), mientras que por la parte opuesta un sereno y un individuo del orden público se dirigieron corriendo en dirección á la calle del Pez, y el Sr. Ruiz Zorrilla con otros dos agentes que acudieron de la esquina de la calle de la Madera, siguieron algunos pasos detrás del Sr. Hernández. Más al llegar los criminales á la sombra proyectada entre el primero y segundo farol de la calle, desaparecieron á la vista del Sr. Hernández, entrando indudablemente en una de las casas de la acera de la izquierda que debía estar abierta, puesto que ni el sereno ni el agente que venía de la calle de la Luna lograron verlos”.

En este libro de viajes se relata la anécdota del traguito.

La situación de crispación nacional no era para menos. Hubo quién añadió respecto a la existencia de grupos armados o terroristas: “Afortunadamente los asesinos no consiguieron su objeto y el Sr. Ruiz Zorrilla se libró de las balas; pero por desgracia, y á lo que parece, tampoco las autoridades han podido hasta ahora apoderarse de los criminales. Y esto es lo que más aterra, puesto que la facilidad conque los asesinos hurtan el cuerpo y la premeditación y sagacidad con que se prepara y se perpetra el crimen señala la existencia de una asociación que fía al asesinato sus resentimientos o sus aspiraciones personales”.

Y mientras los madrileños -aún de luto por el asesinato de Juan Prim- intentan sobreponerse a una nueva tragedia teniendo como escenario sus populares calles, en nuestra ciudad los nuevos diputados provinciales marchan para tomar posesión de sus cargos dentro de la nacional crispación que se hará presente desde el mismo día en el que reposen sus electas posaderas en el selecto salón de plenos: “En Cádiz se invirtió gran parte de la primera sesión en discutir las actas del partido moderado á quién atacó con violencia uno de los concurrentes, motivando una calurosa defensa del Sr. Alba, diputado por Algeciras”.

Al mismo tiempo que el tan exaltado diputado moderado algecireño defiende calurosamente las actas de su partido, los electores locales esperando que con el mismo ardor se defiendan sus derechos prosiguen sus vidas: “Antonio Hernández López, casado, propietario y de esta vecindad, confesó en deber desde el 17 de Abril de 1867 a su hermano Francisco Hernández López, fabricante de curtidos y vecino de San Roque, la cantidad de 72.013 rv que se obligó a pagarle en diferentes plazos, concluyendo el último el 17 de Abril de 1868, poniendo en garantía el Francisco la fábrica de curtidos que tiene en dicha ciudad de San Roque [...] declarándose libre de aquel trato”.

Mientras los hermanos Hernández López lidian su deuda y S. M. don Amadeo sigue intentando torear la situación política, se publica en la capital del reino -con rey-, un texto en francés y titulado Itinéraire, descriptif, historique et artistique de L’Espagne et du Portugal, siendo su autor: A. Germond de Lavigne, del Académie scientifique et Littéraire de Madrid, quien al referirse a nuestra ciudad, expresa: "Algeciras es una villa abierta, dominada por las alturas; no puede tener ninguna importancia como ciudad militar; sólo el puerto está bien defendido. Las casas suman 1.700, bien construidas, limpias con apariencia agradable en las calles anchas, pavimentadas y bien mantenidas”. Desgraciadamente aquella “dominación por las alturas” tan solo hacía referencia a la cercana sierra y no a la clase política local.

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