"No hay que tener miedo a irse, no puedes quedarte en Algeciras esperando a que te busquen"
Ana Villaescusa Lamet, fundadora de Diverciencia y pta. de la Junta Rectora de Los Alcornocales | Entrevista
Bióloga y divulgadora científica con toda una vida dedicada a la enseñanza, recomienda "amor" como receta para cualquier tarea
Da la alerta por la pérdida del alcornocal a causa de la seca
Cartagenera de nacimiento y criada en Cádiz, se licenció en Biología en Sevilla y aterrizó en Algeciras después de que a su marido le ofrecieran trabajo en una de las fábricas del polo. Científica y divulgadora hasta la médula, fundó en 2006 la asociación Diverciencia, en cuyas actividades han participado varias decenas de miles de chavales. “Aterricé en Algeciras sin conocer a nadie y empecé a tocar puertas. En los Salesianos me dieron 10 horas a la semana. Al año siguiente me las duplicaron, así que muy mal no debía hacerlo”, rememora. Es presidenta de la Junta Rectora del Parque Natural de los Alcornocales y, entre otros muchos galardones, recibió en 2012 el Yale Educator Award como una de las educadoras más sobresalientes de todo el mundo. En junio pasado recibió la Medalla de Algeciras.
-¿Su vocación por la Biología, de dónde le viene?
-No sé de dónde, pero lo que tengo claro es que el gen de la enseñanza me lo dejó de mi madre.
-¿Se dedicaba a la enseñanza?
-Era maestra y dejó su profesión para casarse. Las cosas de antes... Y tenía sus oposiciones ganadas. ¿Qué pasó? Pues que ejerció de maestra con mi hermana Concha y conmigo. Ojo, y como los maestros de antes, sabía literatura, latín, francés... Todas las tardes, cuando llegábamos del colegio, se ponía con nosotras: venga, para mañana, qué tenemos. Y repasaba con nosotras todo.
-Con lo cual, estudiar era casi un juego.
-Casi. Nosotras éramos las dos muy estudiosas.
-Y muy responsables.
-Y muy responsables. Eso lo comentamos muchas veces Concha y yo. ¿Será una ventaja o no eso de ser tan responsable que nos dejó mi madre? El decirnos tengo que ir, no puedo fallar... Es permanente.
-¿Su hermana también es docente?
-Ella quiso hacer Matemáticas, pero al final optó por Medicina para poder quedarse en Cádiz. Mi padre ya no vivía y las tres éramos una piña, con dificultades para salir adelante. Concha es una pediatra magnífica.
-Porque uno acaba amando aquello que conoce.
-Exacto. Concha es hoy una enamorada de su profesión a unos niveles increíbles. Además, es una tía que está todo el día estudiando, que siempre está formándose... Y no lo digo yo solo, sino un montón de gente en Algeciras. Cuando hoy los chavales me dicen que no saben lo que van a hacer les digo que le vida da muchas vueltas.
-¿Qué le hubiese dicho su madre si la hubiera visto con la Medalla de Algeciras?
-Me acordé tanto de ella en ese momento... Ella, además, murió un mes de junio. En la familia hemos convertido el día en que falleció en una reunión de amigos. Mi hermana, que es más religiosa que yo, encarga una misa y nos reunimos la familia y sus amigas de aquí. Luego nos tomamos una cerveza juntas. Creo que hay que recordar a la gente con alegría. Aunque era muy de Cádiz, ella echó raíces.
-Era gadita-gadita.
-¡Vamo, vamo! ¡Ella entraba por Cádiz y se le cambiaba la cara! Asumió muy bien que sus dos hijas estuviesen aquí y ayudó mucho en la crianza de sus nietos.
-Usted ha seguido con la tradición docente.
-Hice toda mi carrera profesional en los Salesianos y he amado profundamente mi oficio. Creo que los alumnos que han pasado por mis manos lo saben. He sido muy dura y muy exigente. Algunas de mis alumnas son íntimas amigas mías, porque las cogí con 14 y yo tenía 24. Una de ellas me dice que se cagaba cuando yo entraba en clase. ¿Y por qué? Le digo yo. ¡Si yo soy una persona cercana!
-¡Y buena!
-¡Es que yo iba por un pasillo del colegio y la gente se quitaba de en medio! Pensaban que les iba a reñir porque estaban fuera de clase.
-¿Cual era su mote?
-¡Bueno, durante mucho tiempo fui la Thatcher! (Risas) En otro tiempo fui la abeja Maya, quizá por los vestidos. Tuve suerte en mis inicios y también después. Empecé en el curso 1975-76. Cogí a gente en tercero y los solté ya para la universidad: muchos de ellos son médicos, farmacéuticos, enfermeros... ¡Muy pocos biólogos! Creo que muchos padres, cuando su hijo les dice que quiere hacer Biología, les desaniman. Hoy se desvían a Biotecnología, Biomedicina...
-Porque la Biología tiene salida profesional hoy en día.
-Yo creo que todo lo que te guste... ¿Por que no? Y hoy, en una Europa abierta, más aún. No hay que tener miedo a irse, lo que no te puedes hacer es quedarte en Algeciras esperando a que te busquen.
-¿Tiene nietos?
-Dos. ¡Yo estoy chocha, pero mi marido... no se puede usted imaginar cómo está! Nos hemos pasado un montón de años sin nietos y estaba ya algo impaciente. Yo quería vivir esa sensación. Mi madre fue una abuela fantástica.
-¿Es de dar consejos a sus hijos?
-Creo que hemos educado a nuestros hijos con libertad y que hemos estado siempre para cuando nos han necesitado. Nos han pedido mucho consejo en cuestiones relacionadas con el trabajo; Paco es mucho más reflexivo que yo, que soy más impulsiva y emocional. Ahora que mis hijos son padres y mayores, procuro meterme lo menos posible.
-¿Si pudiera volver al instituto y darle un consejo a los chavales, cuál sería?
-Amor.
-Mire que usted es de ciencias...
-No tiene nada que ver. Para ser un buen profe, sea de lo que sea, tienes que amar profundamente lo que haces, como casi todo en la vida. En la enseñanza manejamos un capital humano y los alumnos tienen que ver que estás implicado como profesor y que ellos te importan, que eres capaz de llevarte sus problemas contigo y de que eres capaz de responder un correo a las doce la noche o a la una.
-El hecho de que mantenga aún el contacto con muchos de sus ex alumnos dice mucho de usted.
-Es un orgullo. El otro día me pasó algo curiosísimo: recibí la carta de un antiguo alumno, Alejandro, del que me acordaba perfectamente aunque no era de Biología, para decirme que la empresa de EEUU en la que trabaja quería donar a Diverciencia 1.400 dólares. Es una empresa que hace relés, en cuya delegación en España trabajan treinta personas; de ellas, dos son de Algeciras y los dos de la primera promoción de Diverciencia. Los dos lo dicen con orgullo.
-¿Cuántos chavales han pasado ya por las aulas de Diverciencia?
-Lo hemos intentado calcular, pero es difícil después de 16 años. Este año han pasado por la feria, entre alumnos y divulgadores, 16.000 personas, incluyendo el aula de mayores, a los que les damos una asignatura que se llama Introducción a la investigación en quinto curso.
Diverciencia, el inicio
-¿Cómo surgió Diverciencia?
-En el curso 1975-76 hice una miniferia en el colegio Salesiano con un grupo de niños al que llevé fuera, nos dieron premios... Estaban muy estimulados y unidos a mí. He de decir que siempre hice lo que quise en el colegio y que me dejaron por imposible. Una de las visitas que hice fue a la Feria de las Ciencias, en Sevilla. Y me pregunté por qué no podíamos hacer lo mismo en Algeciras. Hice algunas gestiones con el Ayuntamiento y con el centro de profesores, pero lo organicé sola. Hay una foto maravillosa en la que aparecen los trece centros que empezamos, de los cuales siguen algunos a día de hoy.
-Son centros públicos y privados.
-Así es, esta es una iniciativa abierta a todos. Y ha costado mucho lograrlo.
-Ese fue el primer paso.
-Bueno, con la feria estuvimos hasta 2013, pero a mí me parecía que podíamos hacer más cosas. Y empezamos a traer a conferenciantes para que inaugurasen el evento. Una de las primeras fue la periodista y escritora Rosa Montero.
-Pero ella, de ciencia, poquito...
-No, porque tiene un libro, La ridícula idea de no volver a verte, que escribió cuando murió su pareja. En ella hace un símil entre este hecho y la muerte de Madam Curie, que amaba profundamente a su marido. Y es una preciosidad de libro. Fue un exitazo su conferencia.
-¿Y el siguiente paso?
-Lo dimos cuando decidimos traernos a investigadores de Algeciras: Andrés Payo, Darío García Lupiáñez, Asier Unciti... Luego metí al Centro de Investigaciones Oncológicas, que viene concediendo becas desde hace años a nuestros alumnos de 2º de Bachillerato, y a otras instituciones.
-También hay un vínculo especial con Sudamérica. ¿Cómo ocurrió?
-Pues se puso en contacto conmigo por carta la Sociedad Latina para la Ciencia y la Tecnología. Eso fue en 2019 y desde entonces vienen alumnos de Ecuador, México, Perú, Colombia... Y ya me han fichado para impartir alguna videoconferencia, además de tener acuerdos con otros países, como Argentina o Paraguay. La verdad es que el alcalde, José Ignacio Landaluce, se ha portado muy bien dándoles su sitio cuando han venido.
-¿Con qué apoyos cuenta Diverciencia?
- Con el de la Universidad de Cádiz, de las fundaciones Cepsa, Campus Tecnológico y Descubre, de la Cátedra Acerinox, del Centro de Profesores y de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras. Sin ellos, esto no saldría para adelante.
-Además, tiene los talleres para alumnos menores.
-Nosotros trabajamos desde Infantil a Primero de Bachillerato. Hay que sembrar desde abajo, desde que los chavales son chiquitines. Esta surge de una propuesta que le hice a una librería que había en la calle Ancha, Paco Peco, para hacer un taller cada mes con los chavales. Cuando cerró la librería, pasamos al Centro Documental José Luis Cano y poco después pasamos aquí, al antiguo Hospital Militar, donde tenemos más espacio y donde se imparten, además, talleres para adultos.
-Volvamos a su etapa como maestra. ¿Hay diferencias por sexos en cuanto a rendimiento en el plano académico?
-Las niñas son mucho más currantas; los chavales son mucho más optimistas, mucho más.
-Tienen más confianza en sí mismos.
-¡Mucho más! Ellos no ven los problemas. Me decían: “Señorita, yo no he estudiado, pero me lo sé”. Y ellas me venían que si estaban agobiadas, que no me va a salir, que no llego a la nota, que habían tenido la regla... Esa preocupación permanente la tenemos las mujeres desde la cueva, aunque hoy es verdad que son mucho más liberales. Y más currantas.
-Eso se ve en el número de egresadas universitarias, mucho mayor que el de egresados. Sin embargo, la brecha de género sigue existiendo en los puestos directivos.
-Es verdad. Las mujeres somos las que parimos, eso no tiene remedio y dudo que lo tenga, y mientras no haya un apoyo real para la conciliación el problema se mantendrá. Se ha avanzado mucho, es verdad, porque los hombres tienen ahora 16 semanas de permiso de paternidad. Y hace poco se ha logrado que a las futbolistas se les den las mismas primas que a los futbolistas. Hacen falta políticas como esa y que muchas mujeres no tengan que renunciar a la maternidad para poder desarrollar una carrera profesional. Hay muchas que reconocen que renunciaron a tener hijos y lo dicen.
-Y ahora, ¿a qué se va a dedicar?
-Bueno, tengo el parque de los Alcornocales y, aunque todo el mundo sabe que me he ido de la primera línea de Diverciencia, me siguen llamando. Sigo y voy a seguir dando talleres de divulgación científica, incluidos los niños que están malitos en el hospital.
-El complejo de jarrón chino no ha aparecido en usted.
-No, no, no. La gente me busca, cada semana recibo decenas de correos electrónicos... y a todos les respondo para darles las gracias.
-En los Alcornocales hay tarea de sobra.
-Mucha. Tenemos asuntos para plantear en la Junta Rectora. Se está haciendo una buena gestión, pero es verdad que, en España, la Administración es lenta.
-¿Qué debe hacerse?
-Defiendo mucho la implicación de la enseñanza. Yo no llamé a nadie para estar en la Junta Rectora, ellos me llamaron a mí, que soy profesora de Biología. El parque hay que darlo a conocer para defenderlo y quererlo. ¿Qué pasa? Que es un parque con unas características propias muy complejas y es muy grande, con el 75% de su suelo en manos privadas y una presión ecologista como en pocos sitios hay. Hay colectivos que hacen un trabajo importante, aunque muy duros en sus planteamientos, que no comparto en el sentido de que consideran incompatible con la protección del medio ambiente cualquier actividad que se plantee. Por ejemplo, hace unas semanas hicimos una visita al corredor verde y me parece una buena iniciativa, aunque algunos la critiquen. Yo también soy conservacionista y he llevado a mis alumnos desde pequeños a hacer trabajos allí y a que conocieran la riqueza que les rodeaba.
-¿Son demasiado estrictos esos grupos ecologistas?
-Creo que sí. Yo he estado para todos desde el principio y eso no me lo pueden negar. Cada denuncia que hacen la traslado al director del parque, con el que bromeo diciéndole que cualquier día me echan por pesada.
-¿La seca tiene arreglo?
-Es un problema muy gordo.
-¿Se ponen todos los medios posibles para ponerle solución?
-Se ponen todos los medios que hay disponibles, hay gente que está investigando. Es un problema gordo que se cruza con el descorche, ya que está acabando con el alcornocal.
-Y se agrava con la plaga de gusanos de la lagarta peluda.
-La lagarta lleva ahí toda la vida. ¿Qué ocurre? Normalmente, el árbol rebrota una vez que la oruga se convierte en mariposa, pero el estrés al que está sometido hace muchas veces que muera. Hay un proyecto Life muy interesante que creo que se puede conseguir y que puede ayudarnos a buscar una solución.
-¿En que consiste el proyecto Life?
-Es un proyecto de la UE que vincula a centros de investigación y empresas para aportar soluciones. La solución a la seca es regenerar la masa arbórea, cuidándola y vigilándola. Los Alcornocales es la selva más importante de Europa. Ocurre que la Administración es muy lenta, en todo, en salud, en educación... Me pregunto si la burocracia que hay en España se da en otros países. Se está quitando las ganas a la gente de hacer cosas porque se pasan las horas haciendo papeles.
-¿Qué quiere hacer de mayor?
-Jajaja. Una abuela presente, como lo fue mi madre, pero no quiero separarme de la divulgación. Eso sí, quiero dar dos pasos atrás, que la gente vuele porque estoy segura de que lo van a hacer bien. Voy a disfrutar con lo que se ha construido y a sentirme orgullosa viéndolos a ellos. Larga vida a Diverciencia.
-Diverciencia tiene mucho que ver con que Algeciras haya sido declarada Ciudad de la Ciencia. ¿Qué significa y qué implica ese reconocimiento?
-Pues... pasta, de Europa. Con ayudas importantes para la puesta en marcha de medidas de la Agenda 20.30. Algeciras forma parte de una red de ciudades tecnológicas del Ministerio de Transición Ecológica, aunque eso hay que renovarlo y ganarse el sitio con acciones. Algeciras debe quitarse de encima ese manto del narcotráfico; hay gente muy buena en esta ciudad que hace cosas muy buenas.
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